La primera fase de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en Roma durante todo el mes de octubre de 2023, ha dejado como fruto el informe de síntesis titulado: “Una Iglesia sinodal en misión”, que expone los temas de gran trascendencia abordados en las sesiones de los padres y madres sinodales.
Ahora las Iglesias particulares del mundo, con la metodología de la «conversación en el Espíritu Santo», tendrán la tarea este año de socializar y discernir con las comunidades eclesiales sobre estos aportes, antes de que se desarrolle la segunda sesión pautada para octubre de este año.
Como lo explicó en su momento el padre Raúl Ortiz Toro, director del Departamento de Doctrina de la Conferencia Episcopal de Colombia, el documento está organizado de manera tripartita externa e internamente, agrupados en 20 capítulos.
El primero se refiere a la teología y a la espiritualidad de la sinodalidad para sentar unas bases argumentativas y vivenciales, de lo que se necesita para lograr ser “Una Iglesia sinodal en misión”.
El segundo bloque versa en el pensar en el sentido de la fe (sensus fidei), es decir, todos los miembros del pueblo de Dios en la dinámica de sinodalidad-colegialidad episcopal-primado petrino, desde una perspectiva de comunión para la misión.
Finalmente, se trata el tema de los procesos y de las instituciones, y la necesidad de que sean cada vez más sinodales, esto es, que promuevan y faciliten la corresponsabilidad, el liderazgo compartido en la Iglesia.
Ahora bien, para entender algunos de los aspectos que presenta este documento síntesis, desde ADN Celam hemos conversado con el laico venezolano Rafael Luciani, doctor en teología, nombrado Experto de la Comisión Teológica de la Secretaría General del Sínodo de los obispos y quien actúo como Perito de este Sínodo.
Nos compartirá una reflexión para comprender el capítulo dos de la primera parte del informe de Síntesis: «Reunidos e invitados a la Trinidad«; además tocará algunos aspectos de los temores que ha generado el Sínodo en lo doctrinal.
Una experiencia sinodal fundada desde lo trinitario
PREGUNTA: ¿Cómo definir este aspecto que nos sugiere el Sínodo de estar “reunidos e invitados a la Trinidad y qué llamado hace al pueblo de Dios?
RESPUESTA: La experiencia sinodal se funda en la Trinidad, porque esa relación trinitaria nos refleja lo que significa una comunidad eclesial, también donde no hay un “yo” absoluto, ni tampoco un “tu” absoluto, sino un “nosotros” especial entre el Padre, el Hijo y el Espíritu y de ahí nuestra experiencia a través de la conversación del espíritu, que significa aprender esta dinámica práctica de un estilo y ese estilo es a la luz de la conversación del espíritu algo que hoy en día debemos aprender.
El Padre, para ser padre tiene al hijo, el hijo para ser el hijo tiene un padre, y el padre y el hijo en conjunto forman una familia a ejemplo análogo. El Espíritu habilita esa posibilidad de que el padre y el hijo derivan en conjunto en relación, lo que nos da la Trinidad es ese modelo relacional que debemos construir, por eso, la existencia del nosotros eclesial a lo largo del proceso sinodal, porque estamos creados a imagen y semejanza de ese Dios trinitario.
Para ayudar a entender mejor este tema, voy a mencionar tres dimensiones dentro de la vida eclesial que expresan el querer de los Padres sinodales. Primero, Relaciones. Esas relaciones que existen entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, que nos revelan esa forma de un “nosotros”, de una comunidad,
Segundo, dinámicas comunicativas; es decir, escuchar, dialogar, discernir el Padre el Hijo y el Espíritu están en ese acto continuo de escucha mutua, de reciprocidad, de intercambio. Así entonces tenemos relaciones que aprender, tenemos dinámicas comunicativas que aprender.
Tercero, instituciones que renovar; si los modos de proceder y de trabajar en una institución de la Iglesia no van en sintonía con esta manera de ser comunitarios, conversación del espíritu, aprender a escucharnos, a discernir juntos, entonces se va a ser mucho más difícil lo que el documento llama el estilo de la sinodalidad; por eso el inicio del documento es muy claro cuando la asamblea dice: “Estamos prendiendo el estilo de la sinodalidad”, razón por la cual tenemos que abrirnos para que ese aprendizaje vaya siendo cada vez más real.
P: También se habla que una de las propuestas que surgen para ahondar en el diálogo es experimentar y adaptar la conversación en el Espíritu Santo y otras formas de discernimiento en la vida de la Iglesia, ¿cómo sería esto y cómo lograr este objetivo?
R: Uno de los métodos más importantes que se ha venido aportando y desarrollando desde el Sínodo es el de la ‘conversación en el Espíritu Santo’ y este usa una serie de dinámicas como son: la escucha, el diálogo, el análisis, el discernimiento y el trabajo en conjunto de decisiones, de tal manera que, el grupo puede ser en una parroquia, en un consejo pastoral diocesano o cualquier instancia sinodal, ellos pueden ir trabajando en conjunto hasta lograr una forma de proceder que ayude y contribuya de manera con el bien de la misión de la Iglesia.
En América Latina este método de la ‘conversación en el Espíritu Santo’ puede también relacionarse con nuestro método propio, como es: ver, juzgar y actuar. El ver sería en este caso el escuchar; el juzgar, sería el discernir; y el actuar, sería la elaboración de decisiones en conjunto. Considero que es fundamental que, a través de las parroquias y comunidades de formación, de los seminarios y cualquier institución, se pueda formar de manera práctica y cotidiana en esta nueva visión de la sinodalidad, así estaríamos contribuyendo más allá del Sínodo a la formación de una Iglesia constitutivamente sinodal.
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P: «La sinodalidad traduce en actitudes espirituales y en procesos eclesiales la dinámica trinitaria con la que Dios sale al encuentro de la humanidad», ¿cómo aterrizar esto en un público puntual como son los jóvenes, quienes cada vez se aíslan más de los procesos en la Iglesia?
R: Los jóvenes hoy en día tienen una manera de interactuar que es a través de redes, a través de relaciones se van tejiendo y muchas veces los adultos hemos perdido espacio, porque creemos que conocemos ya todo y no debemos aprender. Si la pastoral de los jóvenes quiere actualizarse usando ese modelo trinitario, es decir, de construcción del “nosotros eclesial”, los jóvenes tienen que ser sujetos en la propia elaboración de su pastoral. En el informe de síntesis del mes de octubre de 2023 del sínodo, se dice con toda claridad esta nueva realidad que surge de la dimensión digital de la cultura del joven hoy en día.
P: ¿Y qué pasa si hoy en día los adultos no conectamos con ese lenguaje y ese ambiente digital?
R: Entonces no estaremos en conexión con ellos para poder ofrecerles la buena noticia de Jesús. Por eso, esa visión de la inclusión, del Dios trinitario y a la vez de la encarnación en las realidades actuales, eso nos debe llevar a encarnarnos en los desafíos que hoy tenemos de cara a la pastoral juvenil. Lo digital no puede seguir siendo una página web, en toda una manera de relacionarse la juventud y es toda una manera de comprender la realidad social, ahí tiene la Iglesia un desafío inmenso de poner este sínodo a repensar la pastoral juvenil.
No se trata de cambiar la doctrina, sino releerla
P: La síntesis presentada del Sínodo nos pide promover, iniciativas que permitan un “discernimiento común sobre cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas”. ¿Considera usted se deben tratar estos temas y darles claridad, sobre todo en un contexto como el actual en que todo es cuestionado?
R: La Iglesia a lo largo de su historia practicó dos veces el ‘Sensus Fidei’ o Voz de los fieles, en las dos oportunidades fue en relación a un dogma mariano, “La Asunción” y “La Inmaculada”, pero no hizo el proceso de consultas.
Eso hoy en día es una manera de entender que el ‘Sensus Fidei’ es el lugar a través del cual el espíritu nos va hablando, pero nos habla a través de la interacción, dialogando, escuchándonos, discerniendo en conjunto para ir descubriendo lo que el espíritu nos está diciendo.
En la carta apostólica ‘Episcopalis communio’ (La comunión episcopal), que dicta las normas sobre la estructura y el desenvolvimiento del Sínodo de Obispos, ahí el Papa Francisco nos dice con toda claridad que estamos invitados a la luz de este ‘Sensus Fidei’ a profundizar y dice también, a ayudar a que la doctrina evolucione.
No se trata de cambiar la doctrina, sino de releerla a la luz de los signos de los tiempos actuales, porque cuando pasan las culturas, pasan las maneras de entender, pasan los lenguajes, pasan las formas de vivir y la doctrina tiene que encarnarse en esa nueva época, inculturarse en nuevas realidades.
Una Iglesia en diálogo que escucha y discierne
P: Ciertos detractores ahondan en críticas a este proceso sinodal afirmando que con ello se va a cambiar la doctrina de la Iglesia, ¿Qué decir al respecto?
R: La doctrina como tal, cuando hablamos, por ejemplo, de tradición de la Iglesia católica, tradición significa también transmisión, profundización y aplicación más completa, eso lo dice el texto del “Lumen Gentium”, la constitución dogmática sobre la Iglesia, el número 12 nos aclara cómo lo que ha sido escuchado nos debe llevar a una profundización y luego a una aplicación más completa.
Si la Iglesia no discute, no abre el diálogo para cualquier tema, podemos estar limitando la misión de la Iglesia en el mundo de hoy. Por eso, lo importante es que en la Iglesia se hable, se dialogue, se haga discernimiento y se escuche, pero siempre en conjunto, nunca individualmente.
El punto de partida es siempre la tradición, el magisterio y la sagrada escritura, que van interactuando, desde ahí vamos discerniendo; por ejemplo, cuando escuchamos muchas de las críticas que tristemente se le hacen al Papa o también se le hacen al Prefecto de la Fe, son críticas de personas que no conocen el Concilio Vaticano II, porque el Papa y lo que ha sido su recepción actualmente, es una recepción de la eclesiología del pueblo de Dios del Lumen Gentium del Concilio Vaticano II.
Entonces, muchas veces lo que cuesta es precisamente recepcionar el modelo de Iglesia que los padres conciliares nos dejaron. Por otra parte, esa doctrina siempre tiene que responder a la realidad actual, es decir, no puede ser dicha del mismo modo siempre como si fuese algo estático, por eso es que la recepción es tan importante.
En el Sínodo se vio con mucha claridad esa diversidad de realidades, de culturas, de formas de Iglesia y de prioridades pastorales, por eso, no se descubre si no se hace un discernimiento en cada localidad. Eso es lo que está favoreciendo este Sínodo sobre la sinodalidad.
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