ADN Celam

Spengler-Fretes-Trigo: Sínodo de la Sinodalidad para la misión, la opción por los pobres y aplicar el Concilio Vaticano II

En estos días que estamos viviendo como Iglesia universal reunida en Vaticano con motivo de la Segunda Fase del Sínodo de la Sinodalidad —y hasta el 27 de octubre— desde América Latina y el Caribe hemos sintonizado voces para hacerlas resonar desde ADN Celam, miradas atentas a nuestro tiempo que nos comparten sus esperanzas, perspectivas y reflexiones.

Hoy invitamos al neo cardenal brasileño y presidente del Celam, Dom Jaime Spengler; a la Hermana Nancy Raquel Fretes, ODN, Directora Nacional de Fe y Alegría en Paraguay; y al teólogo y sacerdote jesuita hispano-venezolano Pedro Trigo.

 Jaime Spengler: Expectativas de misión

¿Qué expectativas tiene sobre la Segunda Fase de la Asamblea del Sínodo?, le preguntamos a Dom Jaime y esto respondió: “Mis expectativas son las mejores. Nos encontraremos hombres y mujeres de diversos continentes, para compartir nuestras convicciones y juntos construir indicaciones posibles y viables para la actuación de la Iglesia en el mundo de hoy. Esto crea una gran expectativa para que la iglesia pueda llevar a cabo más intensamente su propia misión de ser sal de la tierra y luz del mundo, fermento en la masa.

Aportes de la sinodalidad: escuchar, hacerse escuchar, ser escuchados

“Yo destacaría dos aspectos”, explicó el neo cardenal brasileño, “primero traer propiamente el tema de la sinodalidad para un debate entre nosotros, un tema relegado a un plano menor hasta hace poco. El segundo aspecto: en el ámbito de la pastoral es la provocación de que todo el camino que estamos haciendo juntos nos involucre a nosotros. ¿A qué me refiero? A que si los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, consagrados, nuestros coordinadores comunitarios, los diversos consejos escuchan, se hacen escuchar y son escuchados. Creo que aquí estamos ante uno de los grandes indicios que la sinodalidad trae a nuestra Pastoral hoy”.

 

Nancy Fretes: En el centro, la opción por los pobres, aspectos teológicos

“Me ha llamado mucho la atención que en la Síntesis de la Primera Fase se habla de que los pobres son sujetos no solo ‘objeto de caridad’. Esto me ha hecho pensar, porque también forma parte de uno de los ámbitos de mi investigación personal en el ámbito teológico. Por eso escogí ‘el grito de los pobres’ que son dos cosas: recuperar la categoría opción por los pobres que es muy querida, parte de un rasgo de nuestro modo de ser Iglesia en América latina desde el CV II, desde Medellín hasta ahora, nos caracteriza.

Por otro lado, la urgencia del grito. Si hacemos una memoria desde Medellín a Puebla se hablaba de que el grito sube, el clamor sube hasta el cielo, decían los obispos. En Puebla se percibe que el grito se hace cada vez más fuerte, más clamoroso, y se sigue reflexionando en las distintas conferencias episcopales sobre esta realidad que clama y por la cual la Iglesia tiene que responder”, desarrolló la hermana Nancy.

La religiosa subraya que “en esa opción por los pobres es importante recuperar el ‘desde dónde’, el porqué, cómo en la Iglesia hablamos de la opción por los pobres que no es tanto una opción ética o sociológica o política o moral, sino que es una opción teológica, cristológica porque en realidad quien se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza fue Jesús”.

 

Nuestro tiempo es hoy: los pobres en el proceso sinodal

“Si en un primer momento, como Iglesia nacida ya, fue como una urgencia salir, descentrarnos, descolocarnos para ponernos junto con ellos, los pobres, ahora, en este Tercer Milenio, permanecer con ellos se trata de la presencia de los pobres en el proceso sinodal. O sea: por la dignidad bautismal todos somos sujetos eclesiales. Todos y todas, mujeres, jóvenes, los pobres, los invisibilizados de la sociedad, los que están al margen, los que habitan las periferias también son sujetos eclesiales”, explica la hermana Fretes.

Y continúa dando espacio a una condición que se da de la mano en los procesos sinodales: también los pobres tienen su corresponsabilidad. “Una corresponsabilidad en el caminar sinodal en el proceso de discernimiento, tienen que participar activamente porque están ungidos por el Espíritu Santo desde el bautismo. Todos tenemos ese sentir en el Espíritu y el Espíritu habla a través de nosotros para este discernimiento eclesial. nuestra opción por los pobres sería que optamos porque Jesús está allí y nos llama a escuchar en el grito de los pobres y el grito de los territorios. Escuchar qué nos dice, a qué nos llama el Espíritu, qué dice a las iglesias hoy, a qué nos invita y cómo reflexionar desde ese grito para descubrir el querer de Dios para nuestra Iglesia en la actualidad”.

 




 

 

Padre Pedro Trigo SJ: Tres desafíos para el ejercicio teológico en América Latina y el Caribe

“Yo insisto a todos los cristianos y a la institución eclesiástica que por fin lleguemos a poner en práctica el Vaticano II porque fue un Concilio realmente trascendente, que cambió cosas inveteradas en la Iglesia y por eso esa resistencia tan grande a ponerlo en práctica”, contextualizó su punto de vista el padre Pedro y luego destacó tres aspectos del Vaticano II “que me parecen muy relevantes para hoy y que no se aplican”: La iglesia somos todos, conocer a Jesús para saber imitarlo en mi tiempo y estar dentro del mundo y no en una Iglesia aislada.

 La Iglesia en que yo nací era la institución eclesiástica, por eso el primer mandamiento de la santa madre Iglesia era oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. Entonces, ¿qué tiene que hacer el fiel? Oír. ¿Quiénes hacen todo en la santa madre Iglesia? Los curas. El Vaticano II insistió en que todo el pueblo de Dios, todos los bautizados éramos sujetos, éramos miembros activos, todos teníamos el Espíritu Santo y por eso, para acertar en lo que Dios quiere, todos teníamos que escuchar al Espíritu y escucharnos también unos a otros qué nos iba diciendo el Espíritu”, afirmó con claridad el jesuita.

Un poco de historia

Siguió Trigo: “Esto estaba muy consolidado porque lo contrario viene desde Constantino, en el s. IV… son muchos siglos, por eso hay una resistencia muy grande. Es muy relevante que todos nos consideremos hermanos, que todos caminemos juntos, que todos nos ayudemos unos a otros y que la jerarquía deje de ser jerarquía: que los que están arriba sean servidores que es lo que Jesús dice, el que quiera ser el mayor de ustedes sea servidor de todos, como el Hijo del Hombre que no ha venido a que lo sirvan sino a servir”.

Evangelios, encarnación, primera comunión

 “El segundo reto es todavía más radical —aseguró— “para ser cristiano o seguidor de Jesús necesito saber lo que hizo Jesús en su época para ser yo lo equivalente en la mía”. Y se preguntó yendo directo al punto: “¿Cómo logro saber lo que Jesús hizo en su época? Únicamente por los evangelios pero no basta con saber lo que Él hizo, también tengo que encarnarme en mi situación como Jesús encarnó en la suya. ¿Pero qué pasa? La institución eclesiástica ha prescindido de ellos. El caso más elemental para mí es la catequesis de primera comunión. ¿Para qué es esa catequesis?”.

Escuchando al padre Trigo se palpan las lagunas que pueden crearse en la iniciación cristiana: “Para que el niño, el joven, el muchacho reciba a Jesús. Si la catequesis está encaminada a recibir a Jesús, ¿en qué tendría que consistir? En enseñar a Aquel a quien voy a recibir, o sea, en enseñar los evangelios, cuál es la vida de Jesús para hacer yo lo mismo. La primera comunión no es así en ningún sitio. Cuando yo digo eso a los párrocos nadie me dice nada porque no me pueden responder, nadie cambia, todo sigue siendo lo mismo. Ahora está de moda en muchas parroquias la hora de oración al Santísimo. Si yo no conozco los evangelios, ¿a quién estoy adorando? A mi Jesús pero no a Jesús de Nazaret que es el único que existe. Esto es muy elemental pero no se hace”.

Su propuesta no se hace esperar: “Por eso la Iglesia tiene que abrirse a la Lectura Orante de los Evangelios, es decir: a contemplarlos como discípulos y discípulos en la oración personal y comunitaria”.

 Un Concilio para la renovación, encarnado adentro del mundo

Trigo, enfocado en el CV II, nos mete de lleno en el básico “para qué”: “¿Qué dijo Juan XXIII cuando convocó el Concilio? Que era para el aggiornamiento. Cuando yo nací la institución eclesiástica sostenía que el mundo estaba en pecado y que el cristianismo tenía que sacar a la gente del mundo para llevarlo a la Iglesia que era el ámbito de salvación. Frente a eso, ¿qué dice el Concilio Vaticano II? Jesús se encarnó en la humanidad, Dios quiere que todos se salven, Dios no quiere que nadie se condene, Dios quiere que todos nos salvemos y Jesús resucitado derramó su Espíritu sobre toda carne, sobre todos los seres humanos. Entonces, ¿qué tiene que hacer la Iglesia? Pues encarnarse en el sitio donde está para ser sal de la tierra, luz del mundo y levadura. La levadura tiene que estar dentro de la masa, no puede estar fuera”.

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