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Te Deum por aniversario del nacimiento de la Nación Argentina: Un gracias por la Patria y deseos de verdadera fraternidad

Los 25 de mayo en Argentina son sinónimo de Patria y con razón: 214 años pasaron desde aquel día de 1810 en el que se inició la Revolución de Mayo con el fin de lograr la independencia de la metrópoli española y dar nacimiento a un nuevo país.

Como ya es tradición, los distintos gobiernos nacionales —sin importar el signo partidario— piden en esta fecha el Te Deum que significa: “A ti, Dios”. Es un gracias, una alabanza a Dios por la Patria que da el presidente y el vice junto con el gabinete nacional. Además, tiene connotaciones interreligiosas ya que se trata de una ceremonia de ese carácter que se realiza en la Catedral de Buenos Aires (podría ser en otra ciudad del país, como ya ha sucedido) con presencia de representantes de otros credos.

Hoy por la mañana el presidente Javier Gerardo Milei junto con la vicepresidenta Victoria Eugenia Villarruel  y el jefe de gobierno porteño Jorge Macri asistieron al Te deum que se realizó en la catedral capitalina junto con la comitiva gubernamental oficial: el gabinete de ministros en pleno, funcionarios, miembros del cuerpo diplomático.

 

 

Palabra de arzobispo, Escucha de presidente

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, presidió el Te Deum y pronunció una homilía en la que, desde el primer párrafo, marcó su intencionalidad: “Quiere ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido que entre todos construimos la Patria, más allá de saber que, luego, puedan ser tomadas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”.

 

Hizo un breve repaso de los significados del Te Deum y se detuvo en el agradecimiento: “Es un canto que ayudó, y ayuda, a mantener viva la certeza de que todas esas situaciones [miseria, humillación] no tienen la última palabra. El Te Deum es también el canto obstinado de aquellos que no quieren dejar morir la esperanza. Estamos invitados a probar la fuerza subversiva de la gratitud que no se sustenta en la violencia ni el desprestigio del otro, que no construye en base a la denigración ni manipulación, sino que es capaz de despertar la fuerza de la solidaridad como forma de construir la historia, y de la creatividad como dimensión esencial para generar nuevas posibilidades”.

Un Dios que cura y preserva

 

“Nos ponemos delante de Dios como Nación, y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro que construye fraternidad, las manos paralizadas para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, las manos paralizadas para ser solidarios con los que menos tienen; y también le pedimos a Dios nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, las manos sucias de la corrupción y la coima, las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia. (…) Sabemos que hay parálisis que no se pueden procrastinar. (…) La malnutrición en la primera infancia; la falta de escolarización y accesibilidad a los servicios de salud; los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad, son algunos de esos ejemplos impostergables”, describió sin ambages el arzobispo.

 

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Actuemos por los pobres

García Cuerva, apoyado en el Evangelio, inquirió con fuerza cuando se refirió a qué actitud tomamos frente a los pobres: “En el contexto actual, y con mucha humildad, quisiera pedir a todos que sintamos también hoy sobre nosotros la mirada fuerte de Jesús que nos interpela, que nos cuestiona, que nos alerta sobre nuestra insensibilidad con los más desprotegidos, que nos reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren. Que cada uno, y todos a la vez, desde la responsabilidad que tenemos en la comunidad, podamos dejarnos mirar por Dios, dejándonos cuestionar por la conciencia, y nos preguntemos: en estos tiempos tan difíciles ¿qué estoy haciendo por los más pobres?”.

 

Denunció en concreto

“Nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande no podemos nosotros ‘hacernos los tontos’; hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese enorme esfuerzo; por eso siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados ‘auto aumentos’ de sueldos de hace algunas semanas.”

Palabra de Francisco

“Hace unos días el Papa Francisco nos decía a los argentinos: ‘que la grieta se termine, no con silencios y complicidades, sino mirándonos a los ojos, reconociendo errores y erradicando la exclusión’ e invitaba también al mundo a una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica. Para eso, y entre otras cosas, deberemos desterrar la conocida ‘doble vara’ que no nos permite ser ecuánimes, porque nos expresamos desde el prisma partidista que nos empaña, nos obnubila y nos hace injustos, y terminamos defendiendo lo indefendible”, dijo García Cuerva.

 

Un poquito de futuro

Al finalizar, el arzobispo Jorge levantó la mirada y puso proa al horizonte: “Desde este momento y hasta el Te Deum del año próximo queremos comprometernos delante de Dios a generar todas las acciones de gobierno y políticas públicas necesarias para que la acción de gracias de hoy no quede encerrada en la catedral y congelada en este día, sino que continúe en las calles y en la vida de todos los argentinos que se descubren sanados en su dignidad, dignificados en su trabajo, esperanzados en el futuro de sus hijos y nietos, hermanados en la tan ansiada unidad nacional, reconstruyendo la Patria, nuestra Argentina que tanto amamos y, a la vez, tanto nos duele”.

 

Oración interreligiosa y música sacra

La asamblea junto con los dignatarios de los diferentes credos —en su mayoría ortodoxos— guiados por el arzobispo García Cuerva rezaron la Oración a San Francisco y el Padrenuestro,  cantaron el Himno Nacional Argentino y dieron un lugar especial a la Patrona de la Argentina, Nuestra Señora de Luján. Luego hubo varios momentos de música sacra interpretados por el Coro de la Capilla de la Catedral que dirige Matías Cano. También acompañó el organista Enrique Rimoldi.

 

El arzobispo porteño estuvo acompañado por el vicario general monseñor Gustavo Carrara, y los obispos auxiliares Joaquín Sucunza y Alejandro Giorgi, el nuncio en Argentina monseñor Miroslaw Adamczyk, y el rector de la Catedral presbítero Alejandro Russo.


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