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Teólogos del mundo visitaron Venezuela para analizar el actual Sínodo de la sinodalidad

¿Qué está sucediendo con el Sínodo de la Sinodalidad? Bajo esta interrogante teólogos y teólogas del mundo visitaron Venezuela – el 1.º y 2 de julio – para analizar el actual proceso, convocado por el Papa Francisco en pos de una Iglesia en comunión, misión y participación.

Es así como Alphonse Borras (Bélgica), Serena Noceti (Italia), Carlos Schickendantz (Argentina) y Carlos Galli (Argentina) han participado en unas Jornadas teológico- pastorales, organizadas por la Conferencia Episcopal Venezolana, Conferencia Venezolana de Religiosos (Conver), el Instituto Nacional de Pastoral (Inpas) y el Centro de formación Cebitepal del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).

Junto a los invitados internacionales se les han unido una batería de referentes eclesiales locales como monseñor Juan Carlos Bravo, obispo de Petere, Alfredo Infante Silvera SJ, provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, Arturo Peraza SJ, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, la Hna. María Fatima, madre sinodal.

Además han intervenido las laicas Anarelys Ugas y Lisbeth García, ambas integrantes del Consejo pastoral diocesano de La Guaira, el teólogo venezolano Pedro Trigo SJ. y fray Eddy Omar Polo, presidente de la Conver.

Teólogos y teólogas de Venezuela y el mundo reflexionaron sobre sinodalidad en la sede de la Universidad Monteávila

Un modo de ser Iglesia

Monseñor Lisandro Rivas, obispo auxiliar de Caracas, destacó, en declaraciones a Vale TV, la importancia de este encuentro para pulsar la realidad eclesial del país en torno al Sínodo 2021-2024 y “reflexionar cómo está aconteciendo la sinodalidad en Venezuela, en las diferentes diócesis, arquidiócesis, vicariatos apostólicos”.

Sobre todo saber – apuntó el prelado – cómo el pueblo de Dios “se está involucrando, como los presbíteros, diáconos, vida consagrada y laicos comprometidos estamos asumiendo este reto que el Papa Francisco coloca y lo coloca para que todos como Iglesia podamos asumirlo”.

Por su parte, Rafael Luciani, asesor del Sínodo, del equipo de teólogos de Celam y organizador de este evento, recordó que “el Papa nos ha insistido tanto en que la sinodalidad es escucha, conocernos, es discernimiento, poder expresarnos y construir juntos decisiones”.

Para el teólogo venezolano este camino sinodal implica “tomar decisiones en las que cada uno y cada una participen, no solamente la jerarquía”, por ello, cuando “hablamos de sinodalidad es tan importante que un laico, una laica, una religiosa, un religioso participen junto con el presbítero, con el obispo porque es una Iglesia en la que todos tenemos la misma responsabilidad”.

Mientras que la teóloga italiana, Serena Noceti ha insistido que la sinodalidad “no se reduce a un acontecimiento, sino que es una dimensión constitutiva de la Iglesia. También es un modus vivendi y operandi de la Iglesia”.

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El papel de la Iglesia local

Monseñor Raul Biord Castillo, recién nombrado arzobispo de Caracas, ha participado activamente de estas jornadas. Ha resaltado que la sinodalidad es un camino que se forja al calor de las propias parroquias.

Citando al cardenal Bernard Jan Alfrink, arzobispo de Utrecht (Países Bajos) e integrante Consejo de Presidencia del Concilio Vaticano II, monseñor Biord ha remarcado que la Iglesia local, es el único lugar donde el único misterio de la Iglesia de Cristo “se encarna concretamente en nuestra historia”.

De allí insistió que la sinodalidad “no es un principio ni va a ser tampoco un decreto, no es porque el Papa diga que se hagan los consejos pastorales, diocesanos o el obispo diga que se constituyan consejos parroquiales, no es por un decreto, es más bien por la voluntad de caminar juntos”.

Además considera que la Iglesia de América Latina ha dado un aporte sustancioso al actual camino sinodal, primero, el Papa Francisco por ser latinoamericano ha dejado una impronta como todo el legado del Episcopado latinoamericano en sus Conferencias generales.

“El Concilio Vaticano II abogó por esta multiplicidad de situaciones, de expresiones y por una diversidad de procedimientos y de ritmo. Y esto se refería no solo al uso de las lenguas vernáculas en la liturgia, sino sobre todo al derecho a una espiritualidad, disciplina y dinamismo propios, y a una reflexión propia sobre el misterio de la salvación”, explicó.

 

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