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Testimoniando la fe: padres y madres sinodales “en camino” a Roma rememoran la fase continental

Durante la tarde de este 29 de agosto, en el Encuentro de los participantes del Sínodo 2021-2024 convocado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), padres y madres sinodales hablaron de la experiencia en las asambleas regionales, realizadas entre febrero y marzo, de la fase continental.

Tres testimonios: el cardenal Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia; la hermana Rosmery Castañeda Montoya de Panamá y Érika Aldunate de Bolivia. Han destacado tres aspectos: fraternidad, escucha espiritual y apertura.

“Dejarnos sorprender por el Espíritu”

Card. Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá (Colombia)

El cardenal Luis José Rueda comentó su experiencia en la asamblea de los países de la región bolivariana que se realizó en Ecuador a finales de febrero e inicios de marzo: “Fue un aprendizaje en la escucha desde las diversas riquezas eclesiales, incluso desde las etnias de los indígenas, pueblos afro, mestizos”.

Sobre todo – señala el purpurado – aprender a calmar “la ansiedad antes de aportar, porque a veces se quiere aportar y lucir; aprender a no polarizar”. Fueron momentos de experimentación y acogida, de mucha fraternidad.

Agradeció la acogida que la Iglesia de Quito les hizo a los participantes: “Como es importante esa acogida en la sinodalidad, en todos los ámbitos de la Evangelización, una Iglesia que se dispuso a hacernos sentir en propia casa”.

De hecho, el cardenal Rueda siente que descubrió que las propuestas por lo general ‘maduran’ al tercer día “tal vez por aquello de la resurrección”, por supuesto, reconoce que en este espacio continental fue muy importante “estar abiertos, a de dejarnos sorprender por lo que el Espíritu nos ofrece”.

“Nuestra Iglesia tiene vivo el sentido profético”

Hna. Rosmery Castañeda (Panamá)

Por su parte, la hermana Rosmery Castañeda hizo un paralelismo con el judaísmo cuando “se ha detenido su camino de fe”, entonces  “el judío para la oreja y se pone atento. Así empezamos nosotros”.

La religiosa panameña, que participó de la asamblea continental de la región de Centroamérica y México, relata que a los pies del altar donde fue martirizado san Oscar Arnulfo Romero “tejimos su historia” cuya opción radical fe por el pueblo de Dios que “mas sufría”.

Así la hermana Rosmery rememora el acervo histórico de la Iglesia en América Latina y el Caribe, rica en experiencias sinodales, pasando por cinco Conferencias generales del episcopado hasta la reciente Asamblea Eclesial

“Nuestra iglesia latinoamericana y caribeña es una iglesia que tiene vivo el sentido profético, pero al igual que los judíos que también hacen una narración del tiempo atrás yo también siento que nosotros hoy necesitamos recuperar esta memoria”, añadió.

Otro aspecto que más marcó a Rosmery fue  el método de la conversación espiritual: “En esa conversación vimos posible el camino sinodal, nos ayudó a experimentar la ayuda y fraternidad mutuas”.

Por ahora, pide que “tengamos la fuerza y el coraje de contagiar a otros que quizá tienen resistencia, tienen miedo a las novedades que nos está mostrando el Espíritu, porque es verdad, el Espíritu nos va a llevar por caminos nuevos, y esto es positivo y necesario hoy”.

“Es el Espíritu que te mueve”

Erika Aldunate (Bolivia)

Erika Sally Aldunate es una madre sinodal de Bolivia. Es profesora en el seminario y hasta ya tiene exalumnos que son obispos. Su experiencia en la fase continental “ha sido enriquecedora”. El ver diversos carismas y vocaciones, diversas lenguas (incluidas las autóctonas) le ha llenado de esperanza.

“Participaron indígenas que solo hablaban aymara, quechua; diversas vocaciones, obispos, religiosos, religiosas, sacerdotes, laicos; eso me marcó porque ahí pude vivir la pluralidad de nuestra iglesia la experiencia de trabajo sacrificado de de gente de a pie”, añadió.

Otro momento que “me impactó fue el de la espiritualidad”. Relata que los obispos incluso “pidieron perdón a indígenas en nombre de toda la historia de coloniaje, de olvido, de marginación a estos pueblos”.

También recuerda cómo quedó impactada durante esta asamblea regional “el momento cuando una religiosa impartió la bendición en vez de un obispo o sacerdote, el  que se le haya dado la palabra a una religiosa para que nos bendiga es poner en práctica lo que dice el Papa Francisco que son nuestras madres las que nos dan la bendición y que los obispos la hayan elegido para eso fue significativo”.

Rescata el haber conocido mujeres que “tienen experiencias de lucha y hacerse paso en la iglesia no por poder sino por se sienten llamadas a poder hablar las cosas de Dios”, incluso “durante la conversación espiritual dije cosas que nunca pensé que iba a decir. Es el Espíritu que te mueve, hace que tú tengas esa palabra profética”.

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