«Considerar el documento final, enmendarlo y votarlo», son las principales responsabilidades de los miembros de la asamblea sinodal durante la presente semana de cara al cierre de esta fase del proceso sinodal.
Tema que Fray Timothy Radcliffe escogió para iniciar su meditación en la jornada de retiro espiritual que dispuso el ánimo de quienes tienen esta importante tarea en el marco del sínodo. «Nos preparamos para ejercer esta pesada responsabilidad», dijo enfatizando en la forma o método como la principal cuestión… «¿Cómo lo haremos?», inquietud que respondió con profundidad y sencillez: «Con libertad».
Respuesta que constituye la base de su meditación y que fundamentó con un aparte de la carta del apóstol Pablo a los Gálatas «para la libertad nos ha liberado Cristo. Nuestra misión es predicar y encarnar esta libertad», actitud que califica como una doble hélice en el ADN cristiano.
Hablar con valentía
Desde su perspectiva, esta libertad se hará visible en la propiedad para decir aquello en lo que se cree, escuchar sin miedo lo que dicen los demás y vivir en el respeto mutuo. «Es la libertad de los hijos de Dios para hablar con valentía, con parrésia, como los discípulos declararon audazmente la buena nueva de la resurrección en Jerusalén», afirmó.
Radcliffe explicó que el ejercicio de esa libertad tiene su raíz en una más profunda, «la libertad interior de nuestros corazones al descubrir las decisiones que se toman». Un proceso en el que es posible experimentar una especie de decepción o desazón por las eventuales determinaciones que tome el sínodo, las mismas que otros considerarán desacertadas e incluso erróneas. Situación ante la cual el fraile dominico aclara «tenemos la libertad de quienes creen» y como escribió San Pablo a los Romanos es “Dios quien hace todo para el bien de los que le aman».
De esta forma Radcliffe no duda «esperamos esperanza, incluso por los que no lo hacen» y es preciso estar tranquilos, porque «nada puede separarnos del amor de Dios, ni siquiera la incompetencia o los errores», puntualizó.
Decir nosotros
Para el dominico es gracias a esa libertad que podemos atrevernos a pertenecer a la Iglesia y decir «nosotros» al referirnos a ella. Así como definió la libertad como la doble hélice del ADN cristiano, dijo que el corazón de nuestras decisiones es la doble hélice de la libertad agraciada, particularmente porque considera que «la libertad de Dios, opera en lo más profundo de nuestro libre pensar y decidir».
Concepto que reforzó recordando las enseñanzas de Santo Tomás y su pregunta a los magos sobre su rapidez para llegar a Belén. Oportunidad en la que respondió que se debía a la gracia de Dios y la velocidad de los dromedarios, lo que nos lleva a pensar que “todo es gracia”. Al respecto, el religioso desarrolló las diversas dimensiones de la denominada «libertad agraciada».
En primer lugar invitó a los presentes a entender que creer en el Espíritu Santo no nos excusa de utilizar nuestra inteligencia en el proceso de búsqueda de la verdad. Circunstancia que explicó recordando la historia de un sacerdote que sin haber destinado tiempo para preparar la Eucaristía tuvo que confiar en el Espíritu Santo…entonces su frase fue «ahora he tenido tiempo de pensar por mí mismo y espero hacerlo mejor».
En realidad sostiene que “no tenemos derecho a callar”, lo que explicó recordando varios autores, entre ellos Tomás y la afirmación con la que advirtió que sería un insulto para el Espíritu Santo no pensar en las decisiones y dejar todo a la suerte o lo que Vivian Boland, dijo en su momento. “Somos hijos de Dios de modo que en nuestro pensar, deseando, temiendo y prefiriendo, también actúa el Espíritu Santo”.
Postulado que bien se relaciona con la experiencia de estos días y que además aparece en la obra titulada “Un hombre para todas las estaciones” de Santo Tomás Moro, en la que implora a su hija que honre la capacidad de pensar que Dios nos ha dado, porque Dios hizo al hombre para que le sirva con ingenio.
Pensar, hablar y escuchar
O como lo que le sucedió a Yves Congar del que recuerda fue silenciado por Roma, luego exiliado en Inglaterra; destino que Radcliffe además de creer desafortunado para un francés, pese a los dolores escribió de forma personal que la única respuesta a esta persecución era «decir la verdad, con prudencia, sin escándalos provocadores e inútiles; pero seguir siendo y llegar a ser cada vez más un testigo auténtico y puro”.
Ejemplos que le permiten al dominico decir a la asamblea sinodal “no debemos tener miedo al desacuerdo” porque el Espíritu Santo actúa en medio. “Esta es nuestra libertad: pensar, hablar y escuchar sin miedo. Pero esto no es nada, si no tenemos la libertad de los que confían en que Dios obra todo para el bien de los que aman”.
De esta forma, advirtió a los miembros del sínodo, estarán en paz de forma independiente al resultado, como en el siglo XIV lo afirmó Julián de Norwich, «Todo irá bien; todas las cosas irán bien». La providencia de Dios actúa suave y silenciosamente, incluso cuando las cosas parecen ir mal.
En sus palabras “aunque el resultado del Sínodo decepcione», es preciso, no caer en la desilusión porque “la providencia de Dios está actuando en esta Asamblea, llevándonos al reino por caminos que sólo Dios conoce. Su voluntad para nuestro bien no puede frustrarse”.
Confiar en la providencia
Lo que continúa explicando es que generalmente no tenemos idea de cómo actúa esa providencia de Dios en nuestras vidas. Hacemos lo que creemos correcto y el resto está en manos del Señor y en esta oportunidad es igual. “Éste es sólo un sínodo. Habrá otros. No tenemos que hacerlo todo, sólo intentar dar el siguiente paso” porque a imagen de Santa Teresa de Ávila
«Somos nosotros los que hemos comenzado la obra; corresponde a los que nos siguen, seguir comenzando” algo que ciertamente “no sabemos cómo”, pero sucederá. Por lo que advierte que si sólo tenemos la libertad de defender nuestras posiciones, nos veremos tentados por la arrogancia de quienes, en palabras de De Lubac, se ven a sí mismos como «la norma encarnada de la ortodoxia».
Aquí señala el inminente riesgo de acabar tocando los tambores de una ideología, ya sea de izquierdas o de derechas. “Si sólo tenemos la libertad de quienes confían en la providencia de Dios, pero no nos atrevemos a entrar en el debate con nuestras propias convicciones, seremos irresponsables y nunca maduraremos”, afirma, solo así asegura que como hijos libres de Dios, podrán atreverse a decir cada uno «yo» y decir juntos «nosotros», porque en la montaña el Señor proveerá y aún en medio de ese “pensar, deseando, temiendo y prefiriendo, también actúa el Espíritu Santo”.
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