De camino al Concierto Navideño Latinoamericano y Caribeño “Jesús entra a tu casa”, que se llevará a cabo este 23 de diciembre de 2024, tenemos el privilegio de presentar a Antonio Cardoso, una figura emblemática en la música católica de América Latina. Con más de cinco décadas dedicadas a la evangelización a través del arte musical, Antonio ha llevado su mensaje de fe, esperanza y compromiso social a diversos rincones del continente.
Desde sus raíces en un pequeño pueblo de Bahía, hasta convertirse en un misionero panamazónico reconocido internacionalmente, Antonio combina su talento musical con una profunda espiritualidad, entregándose por completo a su vocación. Su testimonio de vida, su capacidad para plasmar la esencia del Evangelio en sus canciones, y su incansable labor como catequista musical son fuente de inspiración para muchos.
Hoy, compartimos con ustedes una entrevista exclusiva donde Antonio nos habla de sus inicios, su conexión con la sinodalidad de la Iglesia, y su visión sobre cómo la música puede transformar corazones y construir comunidades más solidarias. Su historia es una invitación a abrir el corazón y descubrir cómo el don musical puede convertirse en un puente hacia Dios y hacia los demás.
“Combinar la fe con el don musical fue solo cuestión de abrir mi corazón”
Pregunta: ¿Cómo comenzó su camino en la música católica? ¿Qué lo motivó a combinar su fe con su talento musical?
RESPUESTA: Soy de un pequeño pueblo del Estado de Bahía. Emigré a la ciudad de São Paulo en 1975. Llevé conmigo el aprendizaje de mis padres en la música y en la edificación de mi fe. Mi padre era director de una pequeña filarmónica, él fue quien me enseñó música. Mi madre era parte de un movimiento en la Iglesia llamado Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús. Nunca olvidaré las muchas veces que mi madre caminó conmigo hacia la Iglesia, son cosas que un niño nunca olvida.
El don musical maduró cada día en ese ambiente de fe, pero fue en São Paulo, con mi migración en 1975 a esta capital, que todo sucedió. Durante este período conocí un grupo de misioneros llamado MEAC (Misioneros para la Evangelización y Animación de Comunidades). Viajé con ellos por Brasil durante dos años, amenizando su predicación con mis cantos. En vista de la repercusión de este servicio, me acerqué a las Hermanas Paulinas y pronto fui acogido por ellas para publicar mis obras. La mayoría de ellas están muy comprometidas con las diferentes realidades brasileñas, como los problemas de los migrantes, la Amazonía y las familias. Así empezó todo realmente. De repente, me encontré de ciudad en ciudad cantando en Iglesias, escuelas y plazas. Muchos empezaron a identificarme como una persona consagrada, un sacerdote o un religioso. Hasta el día de hoy existe esta conexión con mi trabajo.
Estoy feliz de que el Señor me acercara a personas que siempre me han ayudado en mi crecimiento vocacional. Uno de ellos fue el Padre Zezinho, SCJ. Él produjo buena parte de mi obra y siempre guió mi trabajo para que tuviera espíritu de catequista en mi misión. Por no hablar, por supuesto, de mi esposa y mi hija, quienes siempre han sido mi apoyo y apoyo a lo largo de estos viajes, por lo que combinar la fe con el don musical fue solo cuestión de abrir mi corazón.
Nuestra forma de ser Iglesia
P.: ¿Qué caracteriza el estilo musical de Antonio Cardoso y qué mensaje busca transmitir a través de sus canciones?
R.: Soy un compositor popular que se esfuerza por traducir para el Pueblo de Dios lo que pide la Iglesia. Estoy siempre atento a los documentos, a los llamamientos del Papa y a las diferentes realidades que enfrentamos en América Latina y el Caribe en particular. Me apasiona la música latina, nuestros ritmos y nuestra forma de ser Iglesia.
P.: Como músico brasileño, ¿cómo influye la rica cultura de su país en su música y en la manera en que evangeliza?
R.: Los brasileños son muy musicales. Siento especialmente que a ellos les gusta verme con una guitarra. La mayoría de mis actuaciones las realizo solo con la guitarra y mi voz. Es mi manera de cantar y decir el mensaje de una manera más ligera, pero, al mismo tiempo, más profunda.
Un misionero Panamazónico y Sinodal
P.: ¿Puede compartir algún momento clave en su ministerio musical que haya marcado su ministerio?
¡Sí, definitivamente! En 2018 me sentía un poco cansado de viajar y me arrodillé pidiéndole a Jesús una jubilación, ya que no ganaba dinero con mis actuaciones. Si fuera un religioso consagrado enfrentaría muchos desafíos, pero al mismo tiempo tendría un respaldo para poder desarrollar más libremente mi labor misionera. Este año había un sacerdote que ya me había llevado varias veces a su parroquia en el Estado de Santa Catarina, en la ciudad que se llama Descanso. Debido a su edad, su congregación le pidió descansar en una casa preparada para sacerdotes ancianos. Al contrario, él le pidió a su superior que lo liberara para trabajar en la Amazonía. Todos quedaron atónitos por su carácter, pero eso es exactamente lo que pasó. Pasó a la Prelatura de Tefé para ser misionero en la ciudad de Itamarati.
En julio de 2018, después de muchos años sin hablarnos, recibí una videollamada de este “viejo” sacerdote para cantar en la fiesta del 60 aniversario de la Parroquia dedicada a São Benedito. Asistí a esta cita por petición suya de cantar el 18 de septiembre de 2018. Fue un tiempo de preparación y “escucha” para formular el documento que pasaría a manos de los padres sinodales en el Sínodo para la Amazonía. Después del día del espectáculo, me llevaron a dar un paseo en barco por el río Juruá; eran tiempos de reflujo, las aguas estaban bajas y por ello los ribereños aprovechaban las fértiles arenas para sembrar su sustento. Lo recuerdo como si fuera hoy cuando le pregunté al obispo de aquella prelatura que nos acompañó en aquel viaje, don Fernando, ¿cómo será esta siembra y cosecha si dentro de unos meses las aguas van a subir e inundar todas estas plantaciones? Don Fernando me respondió: ¡Descifraste el ciclo de la vida en la Amazonía, Antonio!
Cuando llegué al lugar donde me hospedaba, la canción que escribí para el Sínodo Panamazónico estaba lista e incluso la presenté en una velada de celebración presidida por don Sérgio Capistrani. Así respondió Jesús a mi llamado al retiro, es decir: con la renovación de mi obra misionera. Esta canción me llevó a Roma en pleno Sínodo Panamazónico. Fue un sueño hecho realidad visitar Roma no como turista, sino como misionero panamazónico, al fin y al cabo, mi segundo LP grabado en 1982 incluía una canción llamada “Mera paisagem”, y en aquel octubre de 2019 fue la canción “Ancestral Pan-Amazônia” que se convirtió, no en el himno, como algunos decían –después de todo, no hubo competencia para el himno de ese Sínodo–, pero ciertamente fue la canción que sacudió el Sínodo Panamazónico.
Impregnar a Jesús en el corazón
P.: En el contexto del Sínodo de la Sinodalidad, ¿cómo percibe el rol de los músicos católicos para fomentar la comunión, la participación y la misión en la Iglesia?
R.: Este es un tema muy serio y muy pertinente, pero lamentablemente poco comprendido en la vida parroquial de nuestra Iglesia, al fin y al cabo, es en la parroquia donde se desarrolla la verdadera Iglesia. La parroquia es la comunidad de fe que se reúne para orar, dar gracias e inspirarse para ser cada día más hermano, especialmente con los que más sufren. En tiempos de tanta vanidad provocada por las redes sociales que celebran el YO en detrimento del otro que siempre queda atrás, impregnar a Jesús en el corazón del otro es tarea de quien se deja impregnar primero.
El Papa Francisco, en mayo de 2024, nos advirtió de la necesidad de escuchar con el corazón y hablar desde el corazón. Fue su palabra para el Día Mundial de las Comunicaciones Sociales. La sinodalidad ocurre cuando abrimos nuestro corazón a los demás. No escribí una canción específica para este Sínodo, pero canté mucho una que ya había escrito, llamada “Iglesia que se hace”. Aquí están las letras:
IGLESIA QUE SE HACE
(Antonio Cardoso)
Cuánta historia se hizo
Con la lucha de los pobres por ser iglesia
Cuántos lucharon por tener un lugar
En esta mesa de celebración
Cuánta memoria se hace
Con aquellos que fueron tan martirizados
Y cuánta gente que dio su vida
Para tener un pedazo de pan
Iglesia es solo Iglesia
Cuando el corazón se da
Iglesia sol se hace
Con la verdadera comunión
Iglesia somos todos
Cuando la vida es oración
Somos Iglesia que hace
La morada para el Dios
De la justicia y la paz
Les doy mi paz
Les dejo esta paz como signo de unidad
Estar unidos en la fe
Y también en esta lucha de la liberación
Muchos hermanos se dividen
Porque no comieron el pan compartido
Este signo de los cristianos que libera a los cautivos
De toda opresión
Quien no escuchó el llamado de los pobres
No vio que Jesús ya llegó
Quien no escuchó el grito de los que sufren
Tapaó sus oídos a Dios
Es imposible orar y no preocuparse
por el dolor del hermano
La religión es el puente que muestra el camino
de quien se perdió.
“Cantaré aún más sobre estos temas que son tan importantes para la humanidad hoy”
P.:¿Cuál es su experiencia de ese Sínodo y el aporte de este Sínodo de la Sinodalidad?
R.: Como conté anteriormente, el Sínodo de la Amazonía fue un hito en mi carrera como compositor y misionero. Traigo conmigo la experiencia de quienes cantaron y celebraron de cerca el “Oficio de los Mártires”, escuchando y conmoviéndose con cada testimonio allí dado.
Este Sínodo, para el Sínodo de la Sinodalidad, era el ejercicio que faltaba para que el Papa Francisco universalizara lo que ha escuchado desde 2015, cuando pidió a los obispos de la Amazonia prepararse para estos nuevos tiempos y con estos nuevos aerópagos.
P.: La música es una herramienta poderosa de evangelización. ¿Qué desafíos enfrenta hoy como músico católico para llevar el mensaje del Evangelio?
R.: Los desafíos como músico católico son los de siempre, es decir: conciliar la vida familiar, con todas sus necesidades, con una iglesia comprometida con quienes más lo necesitan. Utilizando una expresión popular, “no es para aficionados”.
P.: De cara al 2025, ¿qué proyectos o sueños tiene Antonio Cardoso para seguir evangelizando a través de la música?
R.: Al realizarse la COP 30 en Belém do Pará en Brasil, y en línea con la Campaña de Fraternidad llevada a cabo por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil sobre Ecología Integral, me siento renovado por este llamado. Sin duda cantaré aún más sobre estos temas que son tan importantes para la humanidad hoy.
“Ninguna persona es una isla”
P.: ¿Qué significa para usted participar en este Concierto Navideño Latinoamericano y Caribeño, organizado por el Celam?
R.: ¡Primero que nada, gratitud! Agradecimiento al hermano Fabrício Preto, que me recomendó al Celam, y al Celam que me acogió con tanto cariño. Me siento halagado de participar en “Jesús entra a tu casa” este 23 de diciembre de 2024.
P.:¿Qué palabras de esperanza o aliento le gustaría compartir con quienes lo siguen y con quienes participan en este evento?
R.: COMPARTIR. Esta es la palabra más bella e importante de hoy. La palabra “compartir” tiene un significado profundo que trasciende las simples acciones cotidianas. Nos remite a la idea de dividir, repartir, ofrecer, pero también de crear conexiones y fortalecer vínculos. En el acto de compartir hay generosidad, empatía y apertura hacia los demás, elementos fundamentales para construir sociedades más solidarias y humanas. Cuando compartimos una idea, plantamos una semilla de inspiración en cada uno de nosotros. Cuando compartimos nuestros sentimientos, nos volvemos más cercanos y comprensivos. En el contexto de las redes sociales y la era digital, la palabra “compartir” cobra aún más relevancia. Hoy, con un clic, podemos difundir mensajes, ideas e historias a millones de personas en todo el mundo. Esto conlleva una gran responsabilidad: la de pensar en el impacto de lo que compartimos. Además, compartir está estrechamente vinculado a la idea de comunidad. Ninguna persona es una isla. Todos nos necesitamos unos a otros para crecer, aprender y superar desafíos. Al compartir, permitimos esta interdependencia en el Amor de Cristo.
¡Feliz navidad!
¡Esa Paz!
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