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Una canoa en lugar de burro: el Domingo de Ramos en la Amazonía clama por una conversión ecológica - ADN Celam

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Una canoa en lugar de burro: el Domingo de Ramos en la Amazonía clama por una conversión ecológica

En la aldea ribereña de Tamaniquá, municipio de Juruá, en la prelatura de Tefé (Amazonía brasileña), la celebración del Domingo de Ramos tomó una forma simbólica y profética. Ante la imposibilidad de caminar por tierra firme por las inundaciones causadas por un inusual comportamiento del río, una canoa se convirtió en el “burro” de Jesús, evocando el ingreso mesiánico a Jerusalén, pero esta vez, remando sobre las aguas que cubren una tierra herida por el cambio climático.

La escena fue relatada por el padre Miguel Modino en Religión Digital, y es reflejo vivo del lema de la Campaña de la Fraternidad 2025 impulsada por la Iglesia en Brasil: “Fraternidad y Ecología Integral”. El obispo de la prelatura de Tefé, Mons. José Altevir da Silva, decidió dejar la procesión habitual en la catedral para acompañar a los ribereños, quienes “están intentando salvar lo que el agua no se llevó, con el agua hasta el pecho”, según relataron los mismos pobladores al prelado.

En un gesto lleno de simbolismo, el obispo propuso realizar la procesión sobre canoas. La comunidad, afectada por la pérdida de sus cultivos de yuca por las súbitas crecidas y vaciados del río, un fenómeno hasta ahora desconocido en la zona, respondió con fe y creatividad. Una de las mujeres líderes, doña Ana, resaltó algunas canoas prestadas de vecinos diciendo: “La comunidad las necesita, pero pronto las devolverán”, recordando las palabras del Evangelio cuando Jesús pidió el burro para entrar en Jerusalén: “El Señor lo necesita”.

Bendición directa desde el río

Durante la liturgia, otro gesto cargado de sentido emergió: los monaguillos, fieles a la costumbre, prepararon una palangana de plástico para bendecir los ramos. Sin embargo, Mons. José Altevir sugirió una bendición directamente desde el río, elevando una oración sobre las aguas y haciendo del mismo río, amenazado por la explotación y el descuido ambiental, un signo sacramental.

Este acto mostró la fuerza espiritual de las comunidades amazónicas y, por otro lado,  también la urgencia de una conversión ecológica, como lo pide el Papa Francisco en Laudato Si’. Son precisamente las comunidades más empobrecidas y alejadas las que sufren primero y con más intensidad las consecuencias de la crisis climática. A pesar de ello, es también allí donde las personas encuentran fuerza en Dios y en la comunidad para resistir, cuidar la vida y seguir creyendo.

La mayoría de estas comunidades están sostenidas por mujeres humildes y valientes, como doña Rita, coordinadora de la comunidad de Nuestra Señora Aparecida, una mujer analfabeta de casi 70 años que lleva más de tres décadas guiando a su gente en la fe. Ellas son el rostro visible de una Iglesia sinodal, que camina junto a su pueblo, incluso en canoa, en medio del barro y la esperanza.

La celebración del Domingo de Ramos en Tamaniquá fue una denuncia profética y una proclamación de vida: la creación gime, los pobres resisten, y la Iglesia rema junto a ellos.

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