En una Iglesia sinodal es importante establecer puentes, redes, entender que la Iglesia es una, que se hace presente de diferentes modos. El XX Congreso Latinoamericano y del Caribe de Caritas, que está siendo realizado en Aguas Buenas (Puerto Rico), es un ejemplo de que mirar hacia fuera de los propios organismos, contemplar la realidad eclesial y social, fuera de nuestros propios ámbitos es imprescindible para construir el futuro.
Escuchar los clamores
Somos desafiados a escuchar los clamores, todavía más cuando esto llegan desde la base, desde la gente de a pie. La Iglesia de América Latina y el Caribe ha hecho un gran ejercicio de escucha en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, en cuyo proceso de escucha, a pesar de las dificultades surgidas por el momento en que se llevó a cabo, en plena pandemia de COVID-19.
La Hna. Birgit Weiler recordó algunos de esos clamores que surgieron, partiendo de que el Papa llamó a tener presente la escucha y el desborde, pidiendo “escucha a la voz del Espíritu que emana del santo Pueblo de Dios”. La religiosa afincada en Perú citó entre los clamores el llamado a la conversión personal, comunitaria e institucional, a vivir desde la paciencia, la comprensión mutua, la disponibilidad a pedir perdón y perdonar, reconocer el protagonismo juvenil, superar el clericalismo, fomentar una mayor participación de todos, especialmente de las mujeres, en los procesos de discernimiento y decisión, ser una Iglesia en salida a las periferias.
Entre los clamores también citó el acompañar a las comunidades afectadas por proyectos mineros y de hidrocarburos, ser una Iglesia más acogedora y abierta, acoger a los pueblos indígenas y afrodescendientes, a las personas LGTBQI, a las víctimas de abusos, a las personas con discapacidades. Finalmente, la religiosa destacó el vínculo estrecho entre sinodalidad y misión, que aparece en el proceso.
Tendencias en América Latina y el Caribe
Por su parte, Francisco Campos, del Centro de Gestión del Conocimiento del Celam, partiendo de un análisis de las estadísticas, fue mostrando las tendencias que se presentan en América Latina y el Caribe. Su punto de partida fue que las sociedades latinoamericanas están atravesadas por deudas sociales históricas, que llevan a desigualdades y privaciones injustas, porque afectan derechos económicos y sociales consagrados por la Doctrina Social, Constituciones Nacionales y pactos internacionales, y a un devenir insustentable para una ecología integral. Desde ahí defendió el Derecho Social a un justo buen vivir y a formar parte de una sociedad de iguales.
Campos colocó como característica la fragilidad y heterogeneidad económica, iluminando todo esos con números estadísticos con relación a la pobreza, inseguridad alimentaria, cobertura sanitaria, informalidad laboral y desempleo, acceso a la energía, a internet. Desde ahí mostró las barreras estructurales al desarrollo humano con integración social, llegando a la conclusión que “la dificultad del cambio no está en el modelo económico ni en el ánimo de la sociedad, sino en el sistema político-dirigencial, cada vez más alejado de la sociedad de los pobres y del bien común”.
Cambiar la lógica
Analizando la realidad eclesial y de Cáritas, Emilce Cuda llamó a entender lo que significa la pobreza en el continente y lo que la figura del Papa Francisco ha hecho para universalizar el Magisterio latinoamericano. En sus palabras destacó la importancia del discernimiento evangélico social comunitario, y de la organización eclesial que se tiene en el continente, en la que todos participan. Desde Laudato Si y Fratelli tutti, destacó la nueva lógica nacida de Laudato Si, que lleva a “cambiar la lógica de la productividad en función de la renta y la acumulación exclusiva, por una lógica que es la del cuidado”. Desde Fratelli tutti hizo un apelo a coordinar la solidaridad.
En esa solidaridad, citando al Papa Francisco dijo que tenemos una brújula, que es el Evangelio, una herramienta, que son las redes eclesiales, y un ancla, que es la esperanza. Su secretaria afirmó que “la CAL está para el cuidado de la vida y el desarrollo”, que se tiene que hacer de manera coordinada, en sinodalidad concreta, buscando construir puentes.
En el XX Congreso Latinoamericano y del Caribe de Cáritas las 8 Comunidades de Vida, ocupan un lugar destacado, siendo un espacio de escucha y análisis de la realidad. Los debates llevados a cabo en cada una de ellas deben convertirse en elementos que ayuden a establecer los pasos que deben ser dados en el próximo cuatrienio.
Entrega en el altar y entrega a los hermanos
Precisamente aquel que va a presidir Caritas Latinoamericana y del Caribe en el próximo cuatrienio, Mons. Gustavo Rodríguez, arzobispo de Yucatán (México), presidió la Eucaristía en el día en que la Iglesia celebra la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. En la homilía destacó la importancia de los sacerdotes “buscar la santidad en el ministerio de santificar a sus hermanos”, insistiendo en que esta fiesta es de todos, haciendo ver que “Jesús nunca fue llamado sacerdote mientras estuvo en la Tierra, nunca vistió vestiduras sacerdotales, nunca oficio en el Templo”, y sí haciendo la voluntad del Padre.
Recordando que “la desobediencia con soberbia fue el gran pecado original de nuestros primeros padres”, insistió en que “la obediencia es la gran lección de la humildad del Hijo de Dios, que así nos salva”, y desde ahí en que “la obediencia nos lleva a construir la Iglesia, la soberbia y la desobediencia nos llevan a destruir la Iglesia y cualquier grupo humano”, llamando a ser obedientes y humildes a la voluntad del Padre para construir la unidad y la paz.
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El presidente de Cáritas América Latina y el Caribe señaló que “el sacerdocio común de los fieles también debe ser celebrado hoy”, un sacerdocio que se vive obedeciendo la voluntad del Padre. “De nada nos sirve entregar a Cristo en el altar, si no nos ofrecemos a nosotros mismos al servicio de nuestros hermanos”, afirmó, viendo la Cáritas como “un espacio ideal para encontrar a Cristo y servirlo en la persona de todos los necesitados, vivir ahí el sacerdocio”. Finalmente, dijo que la Eucaristía no es solamente para que el sacerdote la celebre, sino para que la comunidad cristiana la celebre, la goce y participe de esta entrega del Señor que nos compromete a entregarnos a nosotros mismos”, colocando a María como ejemplo de humildad y de obediencia.
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