Carlos Ajón, el recordado líder de la comunidad residente en la Amazonía ecuatoriana descansa en paz en su territorio, junto a su pueblo.
El líder indígena del pueblo Kichwa falleció inesperadamente el pasado 7 de diciembre en Ginebra en donde participó en la 11ª edición del Foro Anual de la ONU sobre las Empresas y los Derechos Humanos. Tras una dolorosa gestión que permitió la repatriación de su cuerpo, este 3 de enero se realizó el funeral del defensor de los derechos humanos en la comuna de San José, perteneciente al Vicariato de Aguarico.
La ceremonia fue presidida por el compañero de viaje del joven desaparecido y quien adelantó las gestiones para la repatriación del cuerpo, Mons. Adalberto Jiménez, obispo de Aguarico. El prelado estuvo acompañado por Monseñor Rafael Cob, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y Mons. Jesús Esteban Sadaba, obispo emérito de Aguarico.
A la ceremonia inculturada y de carácter solemne acudieron las familias que integran el pueblo, una gran cantidad de sacerdotes y misioneros, además de una delegación de Cáritas Nacional. Presencia que fue valorada y agradecida tanto por la familia del joven padre de familia como por Mons. Adalberto Jiménez en medio del dolor que generó la intempestiva muerte del líder de la comunidad.
Las palabras de la REPAM
Por su parte Mons. Rafael Cob, presidente de la REPAM dirigió su mensaje a la Iglesia de Aguarico con su Obispo Mons. Adalberto Jiménez a la cabeza y a todos los consagrados y laicos que unidos construyen una Iglesia fraterna misionera y sinodal. “Que Dios les bendiga a todos, la misión continua,” indicó.
“Queremos expresar nuestra solidaridad ante la partida de su alma a la eternidad de uno de nuestros testigos predilectos de la defensa de la Naturaleza y su amor a la Amazonia, un valiente y gran luchador de los derechos de los pueblos amazónicos,” indicó Mons. Rafael Cob al expresar su cercanía con la familia de la víctima.
“Queremos unirnos a toda la familia de Carlos Ajón y a la Iglesia hermana de Aguarico, en este día en que su cuerpo regresa a su comunidad después de la ardua y dolorosa gestión que Mons. Adalberto su Obispo amigo y compañero de viaje hiciera para repatriar su cuerpo a la tierra amazónica donde nació,” continuó el prelado.
Dios sabe más
Reconociendo que, al recibir la noticia de la muerte de Carlos, costaba creer que fuera verdad en medio de esta importante misión que habia desarrollado por Europa, advirtió que es importante comprender que su alma voló al cielo en el silencio plácido de la noche, apenas sin sentirlo y sin hacer ruido, así nos dejó Carlos: “Nos cuesta aceptar la muerte de personas jóvenes y valiosas como Carlos que terminen su carrera cuando creemos que más les necesitamos,” agregó.
Ante este momento de profundo dolor, el prelado recordó que alguien le dijo que viviendo situaciones dolorosas como esta, cuando la mente y el corazón se resisten a entender y aceptar la dura realidad del sufrimiento, es necesario recordar que “Dios sabe más”.
“Dios tiene sus planes, su actuar nos desconcierta, pero entra en sus planes, necesitamos la fuerza de Dios para aceptarlos y vivirlos, por ello hoy resaltamos la fe y la esperanza que siempre tuvo Carlos como su familia, su padre Ubaldo al que hace años he conocido como gran servidor de la Iglesia en su comunidad, necesitamos de la sabiduría de Dios para que la fe en Cristo resucitado nos haga ver que el amor es más fuerte que la muerte,” precisó.
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Firmes en la defensa de la Amazonía
Para el prelado es necesario que la luz pascual de Dios ilumine la oscuridad que a veces envuelve a los pueblos y gobiernos, para saber que la justicia y la paz sostienen los derechos humanos por los que personas como Carlos y muchos obispos luchan y defienden. “Sabemos que su voz profética de denuncia como la de Cristo ha sido escuchada en muchos foros, pero también sabemos que no basta la escucha, hace falta la unión para hacer cumplir las leyes que protejan a nuestros pueblos amazónicos él desde la otra vida nos seguirá ayudándonos”.
Finalmente abogó para que la muerte de Carlos Ajón como la de otros entre los que recordó a Alejandro Labaca y la Hna. Inés Arango no sean inútiles pues su actitud en defensa de la vida, deben ser ejemplo y semilla, que motiven para no callar la voz en defensa de la Amazonia.
“Carlos sigue viviendo en ese cielo al que todos queremos llegar. Sigamos como él sembrando con esperanza, cultivando con amor con la certeza que recogeremos los frutos con alegría,” agregó el prelado confiando en que Cristo Resucitado vencedor de la muerte, será consuelo y fortaleza en estos momentos difíciles, siempre, conscientes de que el grano de trigo que muere en la tierra da fruto, por ello invitó a soñar con una tierra nueva donde no hay dolor ni muerte y el camino para llegar es el mismo Jesús que nos dice: yo soy el camino la verdad y la vida y todo el que cree en mí no morirá eternamente”.
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