ADN Celam

Imdosoc: 40 años de saberes compartidos por “una sociedad más justa, plural e incluyente”

Luis Gustavo Meléndez Guerrero, hermano lasallista, es el coordinador de formación e investigación del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc). Son 40 años que lleva Imdosoc de camino, por ello, no ha dudado en afirmar que durante todo este tiempo “el Instituto ha mantenido sus puertas abiertas para albergar a todas aquellas personas que han querido no solo instruirse en cuestiones de Doctrina social de la Iglesia (DSI)”, sino que “se han formado miles de personas con un claro compromiso social, y una distinguida vocación que les ha movido a la acción, a la construcción del Reino en medio del contexto inmediato en donde están insertos”.

Por ello, este 22 y 23 de junio de 2023, el campus de la Pontificia Universidad de México, especialistas, investigadores, docentes, teólogos de México y el mundo tendrán un espacio de profunda reflexión sobre el pensamiento social cristiano en el Simposio internacional “Éxodo y compromiso social en América Latina”.

ADN Celam ha conversado con Meléndez en torno a los desafíos que tiene la Iglesia en la región y los aportes de Imdosoc en 40 años de trabaja ininterrumpido, que para el lasallista “40 es un número potentemente simbólico, los cuarenta años de travesía del pueblo de Israel en busca de la tierra prometida, los cuarenta días de Jesús en el desierto. En ambos casos podemos resaltar la travesía, la salida, la lucha y la esperanza. A lo largo de 40 años, el sueño y compromiso de aquel grupo de empresarios soñadores y preocupados por la realidad social, se ha ido configurando y transformando”.

Dinámica comunitaria

El corazón de Imdosoc es la formación a través de la investigación, la enseñanza y la difusión del pensamiento social cristiano, ¿cuál es su balance sobre este aspecto en 40 años de camino?

“Ahora bien, al reconsiderar tu pregunta, veo que, de hecho, el sentido mismo de uno de los pilares del Instituto, la enseñanza, se ha transformado. En los comienzos de los años 90 del siglo pasado, las tendencias educativas globales estaban viviendo cambios vertiginosos, de modo que la palabra enseñanza con la que se describía en aquellos años una de las tareas esenciales de Imdosoc, hoy tiene ya otro sentido.

Para no pocos pedagogos y expertos en educación, la enseñanza se puede entender como una acción hegemónica en donde el docente tiene la voz cantante en tanto poseedor de verdades y conocimientos que debe transmitir a sus estudiantes: nada más alejada de aquella dicha añeja noción de enseñanza se encuentra hoy la apuesta educativa que se lleva en el Instituto.

En Imdosoc queremos ser más que un centro educativo, una comunidad de aprendizaje, en la cual, docentes y estudiantes no son meras entidades que comparten un espacio académico, en donde unos enseñan y otros aprenden. Antes bien, nuestro Instituto es una casa abierta en donde el aprendizaje se torna una dinámica comunitaria en la que todas y todos compartimos experiencias significativas que nos permiten potencializar habilidades, competencias y actitudes que nos ayuden a ser mejores personas, comprometidas con la construcción de una sociedad más justa, plural e incluyente”.

En dinámica sinodal

¿Cuáles son las perspectivas de formación e investigación en estos tiempos de sinodalidad cuando desde la Iglesia católica llama a todos los bautizados a la participación?

“La sinodalidad es un tema sumamente revisado en los últimos años, si bien es cierto no es una expresión usada por el Concilio Vaticano II, en buena medida asume y se inspira en la enseñanza conciliar de la común dignidad y misión de los cristianos que fieles a su particular vocación y ministerio, se comprometen en la construcción del Reino.

Sin embargo, la sinodalidad conlleva implicaciones concretas en el modo de entender y llevar a la práctica la corresponsabilidad y la participación de todos los miembros del Pueblo de Dios en la vida de la Iglesia. Nótese aquí que estamos hablando de todo el Pueblo de Dios, laicas, laicos, clero, religiosas y religiosos, todos, porque todos somos ese Pueblo.

Refiriendo a esta dimensión esencial de la sinodalidad como lo es la corresponsabilidad y la participación en la vida de la Iglesia, cabe señalar que, desde los orígenes del Imdosoc, el carácter laical de sus miembros ha sido una nota particular, pero esto no debe entenderse de manera excluyente, antes bien, el hecho de que sean principalmente laicas y laicos los que operan desde la entraña del instituto, nunca ha sido ni podrá ser un impedimento para el trabajo en comunión con miembros de la Vida Religiosa y el Clero.

En este sentido, desde nuestros orígenes y hasta el día de hoy, me parece que todo nuestro trabajo ha ido orientado en esta dinámica sinodal, toda vez que creemos firmemente que, en tanto bautizados, todos los fieles de Cristo estamos llamados a ser sal de la tierra, y luz del mundo”.

Formación e investigación, un mismo engranaje

¿Qué temas de formación y líneas de investigación han venido priorizando en estos últimos años?

“Además de la oferta formativa que a lo largo de estas cuatro décadas se ha impartido en las aulas del Imdosoc, tanto la revista Cuestión Social, como Signo de los Tiempos son un claro catalizador que nos permiten ver los temas y las preocupaciones sociales que han sido abordadas en la historia del instituto: la dignidad humana, la pobreza, el trabajo digno, la globalización y el análisis de las tendencias neoliberales (recordemos que los orígenes del instituto se dan en medio del auge de estos últimos temas); de igual modo la teología política, la eclesiología y la pastoral urbana fueron temas recurrentes en las primeras dos décadas del Imdosoc.

Si bien estos temas siguen siendo parte de nuestros intereses, la renuncia de su Santidad Benedicto XVI y la intempestiva llegada de Francisco al ministerio petrino hicieron que la Iglesia entera estuviera atenta a las inquietudes y orientaciones pastorales del nuevo Papa. Así, el Imdosoc no tardó en comenzar a estudiar las encíclicas de Francisco, y a proponer líneas de acción en las cuales se pudiera llevar a la práctica las ciertamente nuevas, pero también retadoras orientaciones magisteriales.

Tal ha sido el ahínco con el que el Instituto ha procurado el conocimiento, la reflexión y la práctica del magisterio de Francisco, que fue el Imdosoc la sede latinoamericana para la presentación de la Laudato Si’, o que recientemente haya sido designado como Hub de la Economy of Francesco en México.

En este sentido, fieles al llamado que el Papa Francisco nos hace, en el Imdosoc nos damos a la tarea de trabajar en temáticas que buscan no solo analizar la realidad, sino incidir en ella.

De manera particular, en los últimos años hemos centrado nuestros esfuerzos en atender y responder a fenómenos sociales como la migración, las economías solidarias, la ecología integral, las políticas públicas y la participación ciudadana, así como el diseño y acompañamiento de proyectos de impacto social, sin perder nunca de vista nuestro eje vertebrador: el pensamiento social cristiano.

Ahora bien, a la luz de tu pregunta, me parece importante extenderme un poco más para resaltar algo que me resulta importante aclarar. En tu pregunta hablas de formación e investigación, y esta separación pudiera parecer, al menos a primera vista, que éstas sean realidades autónomas, cuando en realidad no lo son. La formación y la investigación no deben considerarse como dos entidades distintas; no se trata de impartir cursos, por un lado, y de producir pensamiento por otro.

Ambas cosas son parte de un mismo engranaje. Los contenidos que configuran los cursos de nuestra oferta formativa son, en buena medida, fruto del arduo trabajo de estudio, análisis y trabajo constante por parte de quienes estamos involucrados en la investigación.

En este sentido, la producción de pensamiento generada desde el Instituto encuentra distintos canales de salida, desde artículos de investigación publicados en nuestros propios medios como lo son las revistas Cuestión Social y Signo de los tiempos, hasta revistas de alto impacto de otras instituciones nacionales y extranjeras, como también los libros que bajo el sello propio o en coediciones con otras casas editoriales se han publicado a lo largo de los años.

A su vez, esta producción académica no podría ver la luz sin la riqueza del intercambio académico que se da en los distintos espacios formativos, es por ello que, formación e investigación no son sino las dos alas con las que la paloma puede emprender el vuelo y elevarse a los cielos”.

¿Qué alianzas vienen realizando en materia formativa y de investigación?

“Desde sus inicios, Imdosoc ha sido una comunidad abierta al diálogo y al trabajo conjunto. A lo largo de los años, el instituto ha establecido diversos nexos académicos con universidades como la Gregoriana de Roma y la Pontificia de Salamanca, España.

Hoy en día contamos con distintos vínculos universitarios como puede ser nuestra cercanía y trabajo conjunto con algunas universidades, tales como: la Iberoamericana, La Salle, UPAEP, la Universidad Rafael Landivar de Guatemala, y de manera particular, la Universidad Católica Lumen Gentium, con quien tenemos en conjunto un programa de posgrado en Pensamiento Social Cristiano.

De igual modo, nuestros nexos se extienden con distintas instituciones y redes de trabajo como lo son la RedLapsi y red Clamor (adscritas al Celam), por nombrar algunos. Para nosotros, el trabajo colaborativo e interinstitucional es esencial, no solo por la sinergia y el impacto que ello permite, sino por las distintas posibilidades de poder ser y vivir en comunión con otros”.

Cambiar paradigmas

¿Cómo incidió la pandemia en los procesos formativos y de investigación de Imdosoc?

“En el mejor de los casos, tanto para el Imdosoc como para otras instituciones educativas, las aulas virtuales facilitaron la continuidad de nuestra oferta educativa, sin embargo, pronto nos dimos cuenta de un enorme problema al que nos enfrentábamos (y seguimos enfrentando, aunque ya con arduos esfuerzos y estrategias para mejorar), el problema es que simplemente trasladamos el contexto presencial a una modalidad virtual, y esto no ha sido necesariamente la mejor estrategia.

Necesitamos cambiar paradigmas si en verdad queremos seguir aprovechando las ventajas que la educación virtual trae consigo, la más evidente y palpable al menos para nosotros, ha sido el hecho de que lo virtual ayuda a aminorar las distancias, así, nuestro estudiantado se ha diversificado: años atrás quizá solo en verano era posible tener en nuestras aulas personas de otros estados de México, y ciertamente también algunos extranjeros, sin embargo, al día de hoy, las aulas virtuales nos permiten recibir estudiantes de distintas latitudes tanto nacionales como internacionales.

Ciertamente la cercanía y la interacción cara a cara no puede suplirse con la virtualidad, sin embargo, me parece que, si no aceptamos que estas nuevas modalidades educativas han llegado para quedarse, nos estaremos rezagando y perderemos vigencia y liderazgo frente a aquellas instituciones que sepan adaptarse y diversificarse.

Desde el ámbito de la investigación ha sido esencial estar atentos a las distintas dinámicas que se dieron a raíz de la pandemia y la virtualidad escolar, ya que otra de las grandes consecuencias de la pandemia –palpables en el ámbito educativo y laboral– ha sido, sin lugar a duda, el incremento de casos de ansiedad y tendencias depresivas a nivel global . Quizás, algunos de nosotros tenemos estudiantes que han pasado por estas etapas depresivas, o tal vez nosotros mismos lo llegamos a padecer.

El estrés, el exceso de trabajo e interminables reuniones en horas poco amigables (y en ocasiones rayando en la vulneración de los derechos del trabajador) hicieron que nuestro mundo girara en torno a una pantalla, olvidando o dejando para después el micro mundo en el cual se insertaba nuestro espacio -muchas veces improvisado- de trabajo: nuestro hogar”.

Distintas aristas

¿Qué repercusiones considera usted tendría la Inteligencia artificial en los ámbitos de la vida social y más en el pensamiento social cristiano?

El tema es complejo, y difícilmente puedo establecer algo concreto en las breves líneas que me permite este formato. El mundo de la inteligencia artificial (IA) es amplio y debe ser considerado desde distintas aristas dado el impacto que puede y de hecho está teniendo ya en nuestra vida.

Siempre que la IA ayude a mejorar la calidad de vida de las personas, ésta deberá ser vista con buenos ojos, pero si lo que supone ser una herramienta para lo humano, se convierte en un terrible (aunque seductor) verdugo, habrá entonces que poner atención y ser cautelosos para que no terminemos siendo esclavos de nuestra propia “creación”. Y aquí, creo yo, aparece la mayor repercusión en lo social: la esclavitud como una no solo probable sino tangible consecuencia de lo digital.

Por todos lados podemos ver que los teléfonos y tabletas son las nuevas sonajas y chupones en los bebés y niños pequeños; pero no solo los menores, nosotros mismos estamos esclavizados a los teléfonos inteligentes. ¿Cuántos de nosotros perdemos toda capacidad de escucha cuando estamos frente a la pantalla del teléfono móvil, ¿cuántas personas nos ignoran (o a cuántas ignoramos) por completo -porque no nos escuchan o no escuchamos- porque estamos viendo Facebook, Instagram o TikTok?

En nuestros mismos trabajos, la comunicación suele funcionar por medio de WhatsApp, aunque en no pocos países comienza a regularse el uso de los dispositivos personales para fines laborales, incluso en México está ya vigente la ley del derecho a la desconexión fuera del horario laboral .

Esta práctica laboral de la comunicación vía WhatsApp, aunque se busca y gusta por lo inmediato de la respuesta a ciertas dudas o eventualidades del día a día, termina invadiendo la privacidad de la persona, exigiendo, a tenor de las dos palomitas azules, una respuesta inmediata, sin respeto alguno a los tiempos y quehaceres de la otra persona. En esta dinámica, pretendemos que la persona esté siempre disponible, y con ello, la estamos ya cosificando.

Otra terrible repercusión se presenta en la incapacidad para comunicarnos y establecer relaciones interpersonales. En el caso de las redes sociales, tan solo en México, 100 millones de usuarios pasan en promedio tres horas y media del día conectados a las redes desde sus dispositivos .

Sin embargo, este nivel exagerado de interconexión en redes nos refleja una paradoja: nuestros niños, adolescentes y jóvenes, pueden pasar horas conectados en sus redes sociales y, sin embargo, pueden ser incapaces de sostener la mirada prolongadamente con su interlocutor, y todavía más, muchas de las veces, son incapaces de relacionarse en persona incluso con niños o jóvenes de su misma edad.

Ahora bien, usted me pregunta también sobre las repercusiones de la IA al Pensamiento Social Cristiano, y en este caso, yo diría que más que una repercusión de aquella a ésta, el PSC debe ser capaz de seguir dialogando con el mundo contemporáneo, no desde una postura beligerante, sino dialogal, el PSC, debe más bien, poder incidir en la vida cotidiana, para hacer de este mundo –por más inteligente y tecnificado que sea¬– un lugar más acogedor y propicio para lo humano”.

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