Del 17 al 18 de julio de 2023, líderes de la Unión Europea y América Latina y el Caribe celebran la tercera Cumbre UE- Celac. Desde Cáritas América Latina y el Caribe y Cáritas Europa hacen un balance de este foro intercontinental y lanzan la pregunta: ¿está dispuesta la UE a tomarse en serio a América Latina y el Caribe?
María Nyman, Secretaria General de Cáritas Europa y Nicolas Meyer, Coordinador Regional del Secretariado de Cáritas América Latina y el Caribe, detallan tres aspectos clave para responder a esta cuestión
Nueva era de cooperación
La lucha mundial por las materias primas críticas del Sur global – plantean los directivos – se está intensificando entre las principales economías como China, Estados Unidos y Europa, por ello, “en esta competencia desenfrenada, la Unión Europea (UE) pretende reforzar sus relaciones con América Latina y el Caribe (ALC) mediante una oferta nueva y atractiva”.
Esta cumbre busca generar una «nueva era de cooperación» centrada “en las energías renovables, las materias primas estratégicas (a favor de la UE) y la adaptación al cambio climático (a favor de ALC)”.
Sin embargo, para que “la asociación sea equilibrada” se debe garantizar “una financiación pública suficiente de la UE, abordar el consumo de materiales en la UE y apoyar las economías locales y la industrialización en América Latina y el Caribe”.
¿Inversiones con principios?
Los directivos de ambas Cáritas apuntan que la UE está centrando esfuerzos en la transición energética, por tanto, este bloque espera invertir “en cadenas de valor de materias primas críticas y en la producción de hidrógeno verde” a través del Global Gateway junto con el sector privado.
Lamentablemente – lo que se ve bien en forma – en el fondo este tipo de proyectos energéticos y de infraestructuras a gran escala “conllevan riesgos, de los que las organizaciones de Cáritas en la región son testigos en su trabajo diario”.
Por ejemplo, citando a Elizabeth Coca, coordinadora de ecoteología de Cáritas Ecuador, advierten de las secuelas de estos grandes proyectos de inversión: “La contaminación de las fuentes de agua, la deforestación, el acaparamiento de tierras y la violación de los derechos de los pueblos indígenas ocurren con demasiada frecuencia en la agricultura y la minería”.
Sobre la transición verde añaden que “los inversores en ‘energías limpias’ deben aplicar normas de responsabilidad corporativa; de lo contrario, simplemente perpetrarán la misma destrucción de biodiversidad y violaciones de los derechos laborales de siempre”.
Aún cuando la UE afirma “estar haciendo una oferta atractiva a los países de la región, en comparación con China, con los más altos estándares sociales y medioambientales”, no obstante, “está dando pasos muy concretos para responder a sus propios intereses”.
Entre estos: la planificación para establecer un ‘Club de Materias Primas Críticas’, la firma de un acuerdo sobre Materias Primas Críticas con Argentina o el lanzamiento de un Fondo de Hidrógeno Renovable para Chile, pero “el respeto de los derechos humanos y la protección del medio ambiente sólo pasan a un segundo plano”.
Además están preocupados, porque “la próxima Directiva de la UE sobre sostenibilidad empresarial y diligencia parece eximir a las instituciones financieras de muchas obligaciones”.
“Esta exención es preocupante, teniendo en cuenta que el Global Gateway depende en gran medida de instituciones financieras como los bancos de desarrollo. Como resultado, estas instituciones podrían invertir en empresas implicadas en el abastecimiento de minerales conflictivos o apoyar a empresas agrícolas implicadas en el acaparamiento de tierras sin tener que hacer frente a una responsabilidad significativa por tales acciones”, cuestionan.
Tres propuestas
Para hacer creíble la oferta de la UE, los directivos de Cáritas hacen tres propuestas. En primer lugar, la UE debe “poner su dinero donde está su discurso. Lo que la UE parece ofrecer es una narrativa – sobre valores democráticos, empleos decentes y preservación de la naturaleza – que la convierte en el mal menor en el escenario geopolítico, pero que carece de respaldo financiero”.
En segundo lugar, proponen que la transición energética de la UE “no debe replicar el modelo destructivo del sector de los combustibles fósiles, incrementando la industria extractiva en América Latina y el Caribe”, por consiguiente, “es hora de abordar el consumo en Europa y de cuestionar el modelo de desarrollo dominante; la oferta de la UE a la región no será ni ‘verde’ ni positiva si no aborda estas causas profundas”.
Como tercera propuesta, América Latina y el Caribe requiere inversiones “en modelos que permitan su industrialización y progreso social. Si bien las economías orientadas a la exportación y las inversiones extranjeras pueden apoyar algunas inversiones sociales a corto o medio plazo, no son capaces de resolver los factores estructurales de la pobreza y la desigualdad”.
“Una transición energética que pueda beneficiar a las comunidades locales requerirá modelos empresariales transformados. La UE puede tener un argumento de venta más atractivo apoyando sistemas energéticos descentralizados que permitan a las comunidades tener más control sobre cómo se produce y distribuye la energía”, apuntaron.
Experiencias consolidadas
Desde Cáritas América Latina y el Caribe aseguran que en la región “la economía social ha experimentado una mayor expansión, dando empleo a más de 13 millones de personas, desarrollando redes de apoyo mutuo enraizadas en la economía popular e informal (por ejemplo, la Red Latinoamericana de Comercio Comunitario – RELACC), creando sistemas de ahorro y crédito y suministrando energía a millones de personas”.
“Ya están funcionando diferentes modelos, como la economía social y solidaria, que reequilibra los objetivos económicos, sociales y medioambientales y es promovida por Cáritas en todo el mundo”, añadieron.
En definitiva, “estas formas económicas demuestran que las nuevas soluciones están ahí fuera, esperando la oportunidad de ser políticamente viables. La próxima cumbre de Bruselas puede representar esa oportunidad política, para elevar el listón a normas sociales y medioambientales más estrictas y apoyar las aspiraciones de los países y los pueblos de ALC”.
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