«Me dirijo al Parlamento y a la Corte Suprema: el destino del país y del orden democrático está en manos de ustedes». Es el llamado del cardenal Álvaro Ramazzini Imeri, obispo de Huehuetenango (Guatemala), quien pasa por un momento difícil cuando desde las esferas de poder se trama una orden de captura en su contra.
Ramazzini se enfrenta a sectores “formalmente democráticos” de los últimos 25 años, que han hecho poco por barrer el dominio de las oligarquías, perpetuando prácticas de corrupción y privilegios. Pero también a los intentos de frustrar este esfuerzo, y de acallar por la fuerza incluso su voz, la más autorizada de la Iglesia guatemalteca.
En agosto pasado, el candidato del partido progresista «Semilla», Bernardo Arévalo, también de perfil moderado, se impuso en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en un escenario de enorme polarización (y tras una espera de no menos de tres semanas para conocer los resultados oficiales). La victoria en el balotaje decisivo del 20 de agosto contra Sandra Torres fue clara (alrededor del 60% de los votos), según el Tribunal Electoral y los observadores internacionales.
Pero desde entonces, con la larguísima «transición» prevista en el país (Arévalo debe jurar el cargo el 14 de enero de 2024), ha comenzado un claro intento de «golpe de Estado a cámara lenta», con un goteo de acusaciones y deslegitimaciones que implican a Arévalo, a la vicepresidenta electa Karin Herrera y al partido «Semilla». Una vez que el Tribunal Electoral decretó la victoria de Arévalo, se intentó deslegitimar a esta institución y, finalmente, la Fiscal General Consuelo Porras solicitó que Arévalo y Porras fueran despojados de su inmunidad judicial. Desde hace semanas se han dado manifestaciones en favor del presidente electo en las ciudades.
El llamamiento del Cardenal
¿Conseguirá Arévalo hacerse con la presidencia, teniendo en cuenta que le espera un camino muy difícil, ya que de todas formas no tiene los números de su lado en el Parlamento? Esta es la esperanza del cardenal Ramazzini, entrevistado por la agencia del noticias de la Conferencia Episcopal Italiana (SIR), hizo un llamamiento a todas las instituciones: «Las democracias viven en el equilibrio de poderes».
“La victoria de Arévalo fue unánimemente considerada regular, se manifestó la clara voluntad de los electores. Ahora, en mi opinión, todo está en manos del Parlamento, que deberá ratificar la investidura del nuevo presidente en enero, y de la Corte Suprema. Confío en que actúen para bien, de esta última institución espero una señal clara”, ha dicho.
El cardenal quiere subrayar que “no se trata de expresar posiciones políticas, sino de reconocer lo que todo el mundo ha visto, el resultado de unas elecciones limpias». Inmediatamente se agitaron los espectros, tenemos un dicho: ¡se le busca la quinta pata al gato, cuando todo el mundo sabe que sólo tiene cuatro! Nadie cuestiona los resultados de las elecciones municipales, por ejemplo. ¿Por qué ocurre esto? Se espera que el nuevo presidente aplique una política de ruptura con el pasado. El nivel de corrupción en el país es desvergonzado, hace décadas que no se aplican políticas para atajar el problema de la pobreza, que afecta a la inmensa mayoría de la población. Los que están en el poder hasta ahora temen que se abran los armarios. Por ejemplo, el presidente saliente, Alejandro Giammattei, había hablado de la llegada al país de 1,2 millones de dólares como parte de la ayuda para atajar el Covid-19. Pero nunca se supo adónde iban a parar. Pero nunca se supo a dónde fue a parar. Es una pregunta, que quede claro, no una acusación».
El obispo está impresionado por la «furia judicial» que ha caído sobre los ganadores, en un país conocido por conceder «impunidad» a los poderes fuertes. «La fiscal Porras es una católica practicante, me sorprende que se comporte de manera contraria a sus principios, se corre el riesgo de avanzar hacia el descrédito del sistema judicial, y me preocupan las reacciones de la opinión pública, la mayoría de la gente percibe los reflejos de esta situación, sin tener las herramientas para un análisis crítico».
Las posiciones adoptadas por la Iglesia y los organismos internacionales
La Iglesia guatemalteca, empezando por la Conferencia Episcopal, se ha pronunciado reiteradamente en favor de respetar la voluntad popular. “Nos interesa el futuro del país y del pueblo – dice el Card. Ramazzini – , los temas de la lucha contra la pobreza, la corrupción, el narcotráfico, que, como veo personalmente, está desbocado en la frontera con México y gestiona el tráfico de migrantes. La gente huye del país, pero esto se aliviaría si la situación mejorara. De momento, lo que nos mantiene en pie son las remesas del extranjero de los emigrantes a EE UU. El nuevo presidente no podrá hacer milagros, sólo podemos avanzar por pequeños resultados, Arévalo me parece que es consciente de ello».
Está claro que no son posturas “partidistas”. Además, todos los organismos internacionales se han pronunciado en defensa de la elección de los electores guatemaltecos: la ONU y la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea y el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ha denunciado “el ejercicio abusivo de poder por parte del sistema judicial”.
Incluso 28 ex presidentes de España y de países latinoamericanos de ideología conservadora se pronunciaron pidiendo que se respete la victoria de Arévalo. “También me reuní con la delegación de la UE, y en Estados Unidos mantuve conversaciones con círculos del Departamento de Estado. Son posiciones importantes, pero ahora espero aún más presión, sobre todo desde el punto de vista económico y comercial. Creo que este es el camino a seguir a nivel internacional”, declara el Cardenal.
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