El informe de síntesis del Sínodo 2021-2024, publicado al cierre de la primera sesión en octubre de 2023, se ha estructurado en tres partes: El rostro de la Iglesia sinodal, todos discípulos, todos misioneros y tejer lazos, construir comunidad.
En esta entrega, ADN Celam ahonda en esta primera parte de este documento: El rostro de la Iglesia sinodal, el cual consta de 7 capítulos:
- La sinodalidad: experiencia y comprensión
- Reunidos e invitados por la Trinidad
- Entrar en una comunidad de fe: la iniciación cristiana
- Los pobres, protagonistas del camino de la Iglesia
- Una Iglesia “de toda raza, lengua, pueblo y nación”
- Tradiciones de las Iglesias orientales y de la Iglesia latina
- El camino hacia la unidad de los cristianos
Esta primera parte aborda los principios teológicos que iluminan y fundamentan la sinodalidad, por tanto, esta “aparece como un modo de hacer y de obrar en la fe, que nace de la contemplación de la Trinidad y valora la unidad y la variedad como riqueza eclesial”.
Todos los capítulos de la síntesis están divididos en tres partes:
- Convergencias, permiten orientarnos en el tema e identifican los puntos concretos surgidos de la reflexión. Los padres y madres sinodales aseguraron que son como un mapa para “orientarnos en el camino”.
- Cuestiones, son dimensiones sobre las que se debe profundizar: teológica, pastoral y canónica. Son como los cruces de camino “en los que es necesario pararse, para comprender mejor la dirección que hay que tomar”.
- Propuestas, se ofrecen pistas y recomendaciones para seguir avanzando en el discernimiento con posibilidad de dar mayor fuerza a temas que requieren una mayor atención y determinación.
Un camino ascendente
El cardenal Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá, presidente del Episcopado colombiano y participante del Sínodo, conversó con ADN Celam, para saber cómo aterrizar este “rostro sinodal de la Iglesia”.
Al respecto, el purpurado indicó que será importante ir a la práctica misma con gestos concretos empezando por las parroquias: personas, familias y pequeñas comunidades.
De tal forma sea “un camino ascendente, donde todos nos veamos llamados a ser corresponsables, estar involucrados en la comunión misionera de la Iglesia pueblo de Dios”, porque “la sinodalidad es la esperanza de Dios para la Iglesia en el tercer milenio”.
Entonces todo lo que “hemos hecho ya hace parte del cómo aterrizar, lo estamos aterrizando. Tanto que el Papa Francisco ha dicho que el fruto de las asambleas sinodales del 2023 y 2024 no es necesariamente un documento”, sino que todos asuman desde la dignidad bautismal el anuncio de la buena noticia.
Por supuesto, se publicará “el documento la exhortación postsinodal que es tradicional en todos los ambientes de trabajo sinodales, pero eso no es lo que esperamos como único fruto”.
De Colombia para América Latina
En cuanto a la experiencia sinodal que se ha realizado en Colombia, el cardenal Rueda ha explicado que en la 116.ª Asamblea plenaria que han realizado del 5 al 9 de febrero “nos hemos dado cuenta de varios elementos, primero que nosotros en Colombia tenemos en todas las jurisdicciones planes de pastoral bien elaborados”.
Estos planes permiten “la ministerialidad, permiten la formación de todos los miembros del pueblo de Dios y permiten, a la vez ,el compromiso misionero en todos los ambientes”.
En Colombia – destacó – vienen adelantando el sistema integral de nueva evangelización con el que “hemos aprendido la cultura de la planeación. Ese es un gran aporte que nos sirve como escuela para nosotros y poder compartirlo a toda América Latina”
Al estilo de Jesús
Consultado sobre su experiencia personal para vivir la sinodalidad, el Presidente del Episcopado colombiano – como buen padre sinodal – se remonta a sus años de seminarista y párroco cuando tuvo la oportunidad de “interactuar con laicos, con hombres y mujeres en las parroquias con los jóvenes con los niños con los adultos”.
Por ende, la sinodalidad formó (y forma) parte de su quehacer cotidiano, es decir, “sentirme pueblo de Dios” y ahora en su condición de Presidente de la Conferencia Episcopal y como arzobispo de Bogotá “estoy profundizando sobre todo en mi espiritualidad personal”.
Una autoridad que “no puede ser ejercida con imposición, sino tiene que ser al estilo de Jesús de Nazaret y es poniéndonos al servicio, comprometiéndonos, trabajando con todos y relacionándonos con todos como verdaderos hermanos”.
Foto: María Langarica
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