¿La lógica actual de la cooperación concuerda con la dinámica de discernimiento que nos propone el actual magisterio social pontificio?, fue uno de los interrogantes que planteó Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina a los participantes del reciente encuentro con instituciones y organismos de cooperación internacional, sinodal y fraterna para América Latina y el Caribe, efectuado en Bogotá.
Analizando la realidad de la cooperación en el continente, la teóloga argentina propuso tres desafíos o necesidades latentes, si es que se desea aportar desde esta acción eclesial a la experiencia de la sinodalidad. Según afirma la investigadora en primer lugar, está la necesidad de «superar los proyectos individuales y comunitarios que son inconexos, los que se encuentran fuera de los procesos, es decir, los que tienen un desarrollo aislado».
Luego, está la prevalencia de «un sujeto de discernimiento social que se ve representado en las instituciones o individuos que son totalmente ajenos al pueblo o los territorios y más bien son afines a la exclusión, al descarte y la pobreza, decidiendo desde otros contextos», lo que en palabras del Papa Francisco, se relaciona con aquellos que prefieren estar «balconeando la vida, corrigiendo más que ayudando». En tercer lugar Emilce Cuda se refirió a los que no son muy claros en sus intenciones. «Aún tenemos lobos con piel de oveja y debemos discernir entre buenos y malos espíritus, porque el mal se presenta bajo especie de bien», insistió.
Desafíos que resultan coherentes con la reflexión que propone la catedrática al afirmar que «las personas no son mascotas» y hablando de cooperación, no es suficiente con dar a los pobres comida, agua y una vivienda precaria.
Organizar la esperanza
Para ella, la cooperación debe estar más allá de eso. Su llamado es un “No” al asistencialismo y un “Si” a la organización, lo que de manera práctica es adherir a la exhortación del Papa Francisco a «organizar la esperanza», favoreciendo la concepción según la cual, el trabajo debe ser expresión del cuidado y es necesario seguir empeñados en alcanzar un equilibrio entre las prácticas de consumo y la organización de las comunidades que en diversas ocasiones se hallan en terrenos contrarios.
Propuestas del Concilio Vaticano II que la teóloga trae a la memoria para explicar que el sujeto de discernimiento debe ser comunitario, es el pueblo de Dios en los pueblos de la tierra, lo que, en documentos fundamentales del actual magisterio, como Evangelii Gaudium, Laudato Si’, Querida Amazonía y Fratelli Tutti, proporcionan ese ver, juzgar y actuar en el ámbito pastoral de una Iglesia consciente de la realidad. Esto, afirma Cuda nos lleva a preguntarnos si ese acto de decidir se hace «en» y «con» los pobres sentados a la misma mesa, porque «caminar juntos es decidir juntos sobre los bienes vitales», esto implica un grado de responsabilidad en el acto pastoral y teológico que además es objeto de discernimiento que luego se materializa en una decisión.
“Nos escuchamos con un interés superior al de la investigación o el filantrópico,” afirma la docente. Ese anhelo de expresar aquello que se cultiva en la razón, busca una reflexión por encima del diván del psicoanálisis. Se trata de pensar entre todos cuál es el «destino universal de los bienes que nos habla el pensamiento social de la Iglesia».
Discernimiento comunitario
Un proceso que cuestiona la lógica actual de la cooperación. ¿Qué se decide? Pregunta la académica, en principio son los bienes vitales, pero entonces permanece abierta la pregunta por el destino del dinero de los impuestos, los estados, el Fondo Monetario Internacional, las colectas de los fieles, los fondos de inversión, las fundaciones empresariales católicas o no.
Cuestiones que de acuerdo con Emilce Cuda nos llevan a pensar en los responsables de las determinaciones. “¿Quién decide? ¿es uno, alguno o todos? Es más, ¿cuándo y dónde se toman las decisiones? ¿en la periferia o en el centro? ¿cómo se decide? ¿en modo cristiano, católico, liberal, libertario o socialista?”
Sin dejar de lado los propósitos, Cuda agrega otra pregunta ¿para qué se decide?. Lo que bien podría invitarnos a considerar dentro de los objetivos el interés de colocar los bienes en fondos, satisfacer necesidades primarias, comprar voluntades políticas o eclesiales, evitar que la gente migre o cumplir el anhelo de Aparecida, para que nuestros pueblos tengan vida en abundancia.
Así la teóloga define el qué, como el conjunto de los bienes creados y desarrollados con un destino universal, con un sujeto de discernimiento comunitario y decisiones desde el subsuelo del planeta o las periferias, como indica Fratelli Tutti. Sin perder de vista el cómo, es decir, sentados a la misma mesa, los del centro, la periferia, los de arriba y los de abajo, como propone “Querida Amazonía”; con el deseo de estar más cerca al ideal de Aparecida.
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Evangelizar con el testimonio
Aquí, aparecen en la intervención de Emilce Cuda, conceptos como la dignidad humana representada en el derecho al trabajo decente que propende por el acceso universal a los bienes creados y desarrollados, experimentando la solidaridad desde lo institucional y la subsidiariedad como fruto de la organización comunitaria.
En últimas, se trata de llevar a la práctica los principios consignados en el magisterio social del Papa Francisco, estableciendo una relación directa entre las virtudes teologales y las cardinales. La fe que se traduce en fortaleza y confianza política, el amor latente en la justicia social y la esperanza que se hace vida en la organización comunitaria, caracterizada por la templanza.
“Los católicos evangelizamos, transmitimos el mensaje de Jesús con actos, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo, porque Él es una palabra encarnada. Por lo tanto, le digo a todas aquellas agencias de cooperación internacional que quieren ayudar a nuestra América Latina que por favor no hagan una separación quirúrgica entre Laudato Si’ y Fratelli tutti. Laudato Si’ denuncia una crisis ecológica socioambiental, pero el qué hacer para atender el clamor de la tierra y de los pobres, está dicho en Fratelli tutti. No tenemos por qué buscar soluciones externas al magisterio social pontificio que responde a toda la doctrina social de la Iglesia”.
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