«Hay muchos países donde aún, contando con un número significativo de sacerdotes afro, no se cuenta, al menos, con un obispo afrodescendiente”. Este es uno de los desafíos que plantea la pastoral afroamericana y caribeña con miras a la segunda sesión de la asamblea del sínodo de la sinodalidad.
La afirmación aparece en el texto de los aportes que el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) entregará a la secretaría del sínodo antes de la cita que, en octubre, volverá a congregar a la Iglesia universal para hablar de sinodalidad.
Ser pueblo de Dios
Entendiendo la pastoral afroamericana como la acción evangelizadora que promueve integralmente al pueblo afro para que, desde su identidad cultural, viva el proyecto del Reino de Dios; el anhelo de una inclusión plena los lleva a destacar los avances, plantear los retos y abogar entre otras cosas, por un pronunciamiento del Papa Francisco respecto a la situación de la población afro del continente. Gesto que, en su opinión, ofrecerá una orientación certera para el camino.
Al cuestionarse sobre la mejor forma de ser una Iglesia sinodal y en misión, el texto de los aportes de la pastoral afroamericana al proceso sinodal sienta sus bases en tres documentos del magisterio de la Iglesia contemporánea: la carta apostólica Novo Millenio Ineunte (NMI40), la exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (EG115) y el documento de Aparecida (DA90,91).
Los tres coinciden en la necesidad de promover una Iglesia que cuente con un rostro propio desde la realidad del pueblo afrodescendiente. Es trabajar para que muchos comprendan que «ser Iglesia, es ser pueblo de Dios», el mismo que se encarna «en los pueblos de la tierra y sus culturas». Un rostro bello y pluriforme que se expresa en las Iglesias particulares y sus prácticas culturales.
La riqueza de la diversidad
Propuestas que desde la misión evangelizadora de la Iglesia, han de promover y motivar «el diálogo entre la cultura negra y la fe cristiana, así como sus luchas por la justicia social». Aspectos imprescindibles al momento de hacer vida el proceso de inculturación del Evangelio en las comunidades autóctonas. En este caso particular, el pueblo Afrodescendiente y toda la riqueza que tiene para aportar a la construcción de la sinodalidad.
Realidades que interpelan y que el pueblo Afro presenta como desafíos, sendas por emprender entre los que figuran temas relacionados con la formación sacerdotal y la necesidad de formar «equipos pluriculturales que posibiliten un mejor diálogo y comprensión de los candidatos y sus contextos»; porque según la experiencia, subsiste el riesgo de «homogenizar la formación» con patrones únicos y preestablecidos al interior de la iglesia.
La idea es ofrecer en el proceso formativo de sacerdotes y religiosos «una mirada integral que permita ver la riqueza de la diversidad».
Lenguaje inclusivo
Igualmente, la pastoral afroamericana aboga por la utilización de un lenguaje más inclusivo «donde se mire más allá de los simples colores, para que lo blanco y lo negro signifiquen lo que son y no la asociación recurrente con lo bueno y lo malo». Lenguaje que va más allá de las palabras y se hace tangible en situaciones cotidianas como la elección de un Papa y el momento que la multitud expectante asocia el color negro de la fumata con un resultado negativo, la incertidumbre, la no existencia de un Pontífice.
Mientras que la fumata blanca es la asociación directa con la finalización de las deliberaciones, lo positivo, la certeza de un nuevo sucesor de Pedro, el comienzo de otro capítulo en la historia de la Iglesia. Es el tipo de lenguajes a los que se refiere la pastoral afroamericana y que en una Iglesia sinodal deben superarse, por lo que el tema hace parte de las tareas pendientes.
En el segundo apartado del texto la Pastoral Afroamericana se refiere a los ministerios laicales que, en sus palabras, constituyen una base fundamental en tanto son impulsados y apoyados por las mujeres. Aquí los contenidos están soportados en fragmentos de la Sagrada Escritura.
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Fuerza y ternura
«La presencia de la mujer es de vital importancia, por tanto, debe tener mayor protagonismo en los órganos de decisión y que sus ministerios sean aprobados por la Iglesia institucional», afirma la pastoral afroamericana, segura de ofrecer a las mujeres con esta decisión un espacio a «los saberes y enseñanzas que pueden brindar en la transmisión de la fe y la cultura propia». No es un invento reciente sino una experiencia vivida a lo largo de la historia de la salvación.
Ejemplo de ello es el relato del libro de los Jueces y la historia de Débora, que siendo jueza y profetisa anunció que una mujer destruiría a los enemigos de Israel y este sería liberado de la esclavitud. De la misma forma, aparece la elección de María como madre de Jesucristo y su estrecha relación con el linaje de David. Así para el pueblo afro «sin las mujeres la Iglesia se derrumba, ellas hacen su aporte según su modo propio, prolongando la fuerza y la ternura de María, la Madre».
Así el documento de aportes de la Pastoral Afroamericana al camino sinodal concluye recordando un fragmento de Querida Amazonía: “la Iglesia es garante de la defensa de la vida y los derechos humanos en sus territorios” una razón de peso para que estos temas sean materia de análisis, durante la segunda sesión del sínodo y se avance con determinación hacia la construcción de la sinodalidad como único horizonte.
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