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Darío Vitali: «Sólo una Iglesia-Pueblo de Dios puede garantizar un ejercicio eficaz de la sinodalidad»

Darío Vitali es consultor del sínodo y profesor de eclesiología en la Pontificia Universidad Gregoriana, de ahí que coordinara el equipo internacional de teólogos constituido por cerca de 20 personas con la misión de leer los documentos que sirvieron de insumo para la redacción del Instrumentum Laboris, carta de navegación para la segunda sesión de la Asamblea General del Sínodo de los Obispos que se realizará en octubre.

Iglesia sinodal y en misión

Los documentos provenían de las conferencias episcopales, las reflexiones del encuentro internacional de párrocos para el sínodo, los conceptos de cinco comisiones teológicas y las observaciones que llegaron a la secretaría del sínodo desde universidades, asociaciones de fieles, religiosas y religiosos de todo el mundo.

Los frutos de esta experiencia se sintieron en los aportes que hizo Vitali durante la primera jornada del Congreso de Teología Sinodal. Evento que se realiza del 9 al 11 de agosto y reúne por convocatoria del Celam a casi 200 especialistas en la materia, procedentes de diferentes países del mundo.

El pueblo de Dios, sujeto de la sinodalidad, fue el título de la intervención en la que Vitali recordó que el tema del Instrumentum Laboris para la primera sesión “por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”; fue una solicitud expresa para reflexionar sobre la dimensión constitutivamente sinodal de la Iglesia, mientras que el documento para la segunda sesión  plantea una cuestión fundamental que termina dándole título al Instrumentum Laboris, que en esta oportunidad se enfoca en cómo ser una iglesia sinodal en misión.

Un complemento

Para el catedrático, una de las características del Instrumentum Laboris de la segunda sesión es que retoma la categoría pueblo de Dios. Un tema claramente expuesto en el documento preparatorio pero que en sus palabras, había perdido en medio de las etapas del proceso sinodal, cierta evidencia temática y argumentativa. Si bien, el sacerdote italiano afirma que entre los dos documentos hay una continuidad en las ideas que esbozan algo así como un adelanto de un tentativo marco para la sinodalidad, es claro que se distingue por abordar con firmeza esta categoría.

«El temor de muchos era -y sigue siendo – el de un uso instrumental del proceso sinodal, para reintroducir una categoría ideológica eliminada en su momento de la reflexión teológica y del lenguaje del magisterio», afirma.

Particularmente, porque desde su óptica, el resultado podría reanudar etapas que fueron conflictivas para la Iglesia,  cuando según recuerda, se presentó una interpretación polémica de la categoría Pueblo de Dios que planteaba cierta oposición entre el carisma y la institución, es decir, una «Iglesia de abajo, fundada en la participación de todos, y una Iglesia de arriba atrincherada en la defensa de la potestad jerárquica”.

Sujeto, base de la reforma

Así, el académico sostiene que la identificación de la Iglesia con el Pueblo de Dios es la mayor ganancia de todo el proceso sinodal, porque “es a partir del sujeto que se replantea la forma de la Iglesia, se abren nuevos escenarios, se implementan reformas”.

En esta línea el Instrumentum Laboris para la segunda sesión de la Asamblea del Sínodo presenta una Iglesia-Pueblo de Dios, un sujeto del que explica se puede predicar en las diversas dimensiones de la Iglesia que han surgido a lo largo de la historia, por lo que esta categoría no representa “la puerta abierta a una forma de Iglesia en la que se afirme el protagonismo del pueblo de Dios en detrimento de los pastores o que el redescubrimiento de las Iglesias locales y sus agrupaciones mortifique su dimensión universal”.

Un panorama de cara a la segunda sesión del sínodo ante el que indica que “la posibilidad de una reforma de la Iglesia en sentido sinodal, no depende de cuánto hablemos de sinodalidad sino de cuan coherente sea el marco eclesiológico que la sustenta y exige”. Al respecto afirma que será fundamental en este tiempo lograr un consenso sobre la comprensión de una Iglesia pueblo de Dios como sujeto de la sinodalidad.

Se trata de un cambio de raíz que insertará nuevas prácticas pastorales y desde el punto de vista histórico influirá en el recuerdo de un sínodo que cerró brechas, sano fracturas, mostrando que el Pueblo de Dios y comunión no están en conflicto, que sinodalidad y colegialidad están en una relación de fecunda circularidad porque es la forma de comunión en la Iglesia pueblo de Dios.

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