El 6.° Congreso Americano Misionero (CAM 6), celebrado recientemente, se consolidó como un evento de gran inspiración espiritual y reflexión profunda para la Iglesia en América. El padre Ricardo Guillén, director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de Venezuela, compartió un balance de este encuentro y destacó los desafíos y oportunidades para la misión en el continente y más allá de sus fronteras.
La delegación de Venezuela estuvo conformada por diez representantes, incluidos cuatro obispos, tres sacerdotes, dos laicos comprometidos con las OMP y el cardenal Baltazar Porras, legado del Santo Padre. Este grupo reflejó la diversidad y el compromiso de la Iglesia venezolana en la promoción de la misión universal.
“Cada Congreso Americano es un evento del Espíritu Santo, así lo creemos firmemente, se trata de ponerse a la escucha, como lo hemos hecho a lo largo de estos días, de lo que el Espíritu Santo quiere decirle a la Iglesia”, señaló el sacerdote misionero, afirmando que esto tiene que despertar de manera urgente la conciencia misionera Ad gentes.
Compromiso con la misión
“Cada Congreso Misionero tiene esa gran finalidad, que reflexionemos en profundidad sobre cuál es nuestro compromiso con la misión universal de la Iglesia, es decir, Ad gentes, entre nuestros territorios y nuestras periferias en el continente, pero también más allá de nuestras fronteras”, dijo el padre Ricardo Guillén.
Explicó que desde el bautismo “hemos sido constituidos corresponsables del anuncio del Evangelio”, y este encuentro misionero ha reiterado este apremiante llamado que el Señor a “ir con Él, a estar con Él, porque la misión nace del encuentro”.
“Ser discípulos es anunciar con alegría el Evangelio”, resaltó. Asimismo, aseguró que la misión es para todos y a todo, no solamente a todas las personas, sino a todo contexto: “La misión se realiza en el ámbito del cuidado de la Casa Común”, dijo, invitando a entender que Dios ha dejado su paso en la creación, y, por lo tanto, “la creación nos comunica el mensaje que viene de Dios, la vida de Dios, y el servicio supone también ser corresponsable con el cuidado de la creación”.
La misión en América
El continente americano, hogar de casi la mitad de los católicos del mundo, enfrenta retos significativos para intensificar su compromiso misionero. Según el padre Guillén, aún existe un “retardo” en la apertura hacia las periferias y territorios más necesitados: “Hay una responsabilidad de dar a conocer la experiencia de Dios que la Iglesia en América tiene, la vida de fe que ha venido cultivando; y eso exige generosidad, exige salir de la propia comodidad, de la tienda que a veces levantamos en nuestras comunidades cristianas para estar bien entre nosotros y tener el arrojo de compartir la fe entre otros”.
“Hay un gran desafío que es la Amazonía, la Amazonía que son vastas extensiones en las que hay comunidades que no tienen la presencia evangelizadora o donde todavía aún son muy débiles, y hay que caminar con ellos. Entonces, allí también hay un vasto horizonte misionero que igual estamos llamados, como Iglesia de América, a acompañar”.
Brasil sede del CAM, una experiencia de Sinodalidad
Asimismo, reconoció que la Iglesia brasileña, futura sede del próximo CAM, tiene mucho que aportar al continente gracias a su experiencia en Sinodalidad y proyectos misioneros, tanto dentro como fuera de sus fronteras.
“La Iglesia brasileña, en los últimos 30 años, ha comenzado un camino de Sinodalidad misionera, adelantándose a lo que hoy teorizamos, porque hay experiencias de diócesis que se han unido, sobre todo, en el Paraná al sur del país”, expresó el padre Guillén: “Creo que hay una ‘caminada’, como dicen los brasileños, no que nos preceden a algunos países del continente y que puede ser una gran riqueza para todos nosotros”.
También “darnos cuenta de que a la misión no vamos solos y que la Sinodalidad no es un fin en sí misma, sino que está orientada a la misión, está orientada a que juntos podamos sostenernos en el anuncio del Evangelio”, manifestó, remarcando que la Iglesia brasileña ha tomado muy en serio, el ver la misión en un contexto más global y más cósmico.
De camino al CAM7
La misión de la Iglesia no se limita a un anuncio doctrinal del Evangelio, sino que implica una transformación de la vida y la realidad, abriendo horizontes donde la justicia, la paz y el cuidado de la creación sean protagonistas. Así lo destacó el padre Guillén de cara al próximo CAM7. Afirmó que “de Brasil nos ha venido toda la sensibilidad para el respeto de la Casa Común y de la ecología integral”.
El director de OMP Venezuela reiteró que la Iglesia de Brasil será un aporte valioso para el CAM7, por la incorporación de otros sujetos en la misión, no solamente los que tradicionalmente conocemos, sino también “a nuestros pueblos originarios”, que tienen un patrimonio riquísimo que evangeliza al resto, y “un modo de ser y vivir que completa en nuestro modo de ser y de vivir”.
Además, reiteró que la misión debe incluir a todos los sujetos de la Iglesia. Sin embargo, persisten desafíos como la escasa visibilización de mujeres, afroamericanos e indígenas en espacios de decisión y testimonio: “Somos una Iglesia pluricultural, con sujetos variados, con riquezas que vienen tanto de la mirada del hombre, como de la mirada de la mujer; y creo que eso nos va a hacer también de mucho beneficio en el próximo CAM”.
Ser misionero en Venezuela, un testimonio de amor y signo de esperanza
“La misión de la Iglesia, y por lo tanto de cada bautizado en Venezuela, es la misma misión que el Señor nos confía: que Dios sea conocido y amado, y que podamos también amar a los demás. En definitiva, la misión es un desborde de amor”, reflexionó el padre Ricardo Guillén, destacando el llamado especial que enfrenta la Iglesia en el contexto actual del país.
En medio de los desafíos políticos, sociales y económicos que atraviesa Venezuela, el padre Guillén manifestó que ser misionero significa estar junto a las personas, acompañarlas en las diversas circunstancias y ser un signo de esperanza: “En Venezuela comunicar ese amor supone estar del lado de quien el Señor pone en nuestro camino, de ser capaz de tener una mayor empatía con las situaciones de las personas, una mayor cercanía, expresar nuestra compasión en actos concretos”.
“La gente, tanto en Venezuela, como en cualquier parte, no espera de los cristianos que resolvamos todos los problemas que pueda haber de orden político, social, existencial, etcétera. Pero sí, que estemos junto a ellos”, reiteró el director de OMP en Venezuela, extendiendo la invitación a la cercanía y acompañamiento de la vida desde la experiencia que se tiene de Dios.
“Ser signo de esperanza, que la gente no se sienta abandonada por Dios, esa es tarea de la Iglesia hoy en Venezuela, que la gente se sienta consolada por Dios”, dijo el sacerdote misionero, recordando también que la Iglesia debe tener la conciencia de que “construir el Reino supone tomar posición ante las situaciones de injusticia, de las situaciones que claman a la verdad o que atentan contra la verdad”, y llamó a crecer en esta conciencia misionera: “Donde quiera que estemos somos presencia de ese amor de Dios, estamos llamados a expandir esa presencia y a hacer que otros se sientan amados por Dios”.
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