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Monseñor Miguel Cabrejos: “La oración es el reflejo del corazón de una persona”

“La oración es el reflejo del corazón, de la vida, de la fe de una persona”. Es el mensaje central de la prédica de Monseñor Miguel Cabrejos, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) en el Domingo XXX del tiempo ordinario.

Basado en la parábola de hoy, recogida en el Evangelio de Lucas (18, 9-14), el prelado explica que “los protagonistas del cuadro de hoy son dos figuras emblemáticas. De un lado está el fariseo, erguido en posición solemne de la oración; de otro lado hay un odiado recaudador de impuestos, un publicano, encorvado y distante no solo exteriormente, sino en la sinceridad de su alma”.

“Aquello que aparentemente une a los dos es el hilo de la oración”, explica. Es así como en el caso del fariseo “la oración apunta a la raíz de todo pecado: la soberbia. La ilusión de salvarse solos con los propios méritos, sin necesidad de Dios”.

Mientras que “la oración del publicano nace del fango, pero es como un rayo de luz que sube hacia el infinito llegando hasta el Señor. Es el Eclesiástico que nos repite una vez más que “quien venera a Dios será acogido con benevolencia, su oración llegará hasta las nubes”.

Por sus oraciones los reconocerán

Don Cabrejos asegura que “es por esto que la parábola es sellada por Jesús con una frase lapidaria que ilustra la inversión de los destinos de los dos: «Quien se humilla será exaltado»”.

“A los ojos humanos el personaje ilustre del fariseo seguirá siendo estimado, mientras el publicano será detestado como antes. Y, sin embargo, a los ojos de Dios ha ocurrido una mutación capital. Aquella aureola con la cual el primero se cubre es en realidad tiniebla y la miseria del otro es sanada y su rostro es radiante”, acota.

Aunque “ambos oran, es muy distinto su modo de orar, tan distinto que se convierte en el espejo de su realidad más auténtica y profunda”, por lo que “podríamos parafrasear un dicho de Jesús así: «Por sus oraciones los reconocerán»”.

Pero en este punto hay otro mensaje que recoger. Está implícito en el relato mismo pero ha sido explicitado por San Lucas en la introducción de la parábola: “Jesús dijo esta parábola por algunos que presumían de ser justos y despreciaban a los otros”.

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