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Hno. Jesús García: «Estamos llamados a ser gente cuidada y cuidadora, de los niños, niñas y adolescentes»

«No podemos quedarnos en la mera sensibilidad efímera del momento, sino que nos debemos implicar integralmente con la sanación de las personas,» fue la exhortación hecha por el Hno. Jesús García, durante la Eucaristía de envío misionero que hizo parte de las actividades con las que finalizó el Diplomado en Cuidado y protección de Niñas, Niños, Adolescentes y Personas Vulnerables este 24 de noviembre en la sede del Celam.

Tender puentes

El coordinador y tutor del espacio formativo que integró durante los últimos cuatro meses a la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), el Cebitepal y el Celam; presidió la Eucaristía de envío misionero y acción de gracias; tras el itinerario académico hecho por 22 estudiantes de diferentes países de América Latina y el Caribe.

Proceso que logró la adhesión de instituciones como la Oficina del Buen trato de la Arquidiócesis de Bogotá y la Agencia de Cooperación Internacional Porticus, que depositaron su confianza en esta apuesta formativa que busca hacer de esta porción de la Iglesia en América Latina y el Caribe, un lugar seguro por el que trabajarán decididamente los misioneros y discípulos al servicio del cuidado y la protección que ahora regresarán a sus lugares de origen a compartir lo aprendido.

Cuerpo y alma para la misión

Al culminar el Diplomado el Hno. Jesús García insistió en el pedido que nos hace Jesucristo de trabajar por una conversión integral, lo que explicó estableciendo una relación directa entre las actitudes de los discípulos misioneros del cuidado y algunos órganos vitales para la vida humana.

Una invitación para asumir la misión con plena conciencia de sus implicaciones ya sea al momento de acompañar a una comunidad o de ofrecer ayuda a quienes han experimentado el miedo y el dolor como rasgos constantes en su vida.

En palabras del religioso capuchino, asumir este envío de seguro implicará un “buen estómago”, un buen corazón, unos nuevos pies y unas nuevas manos. Estómago, para escuchar y acoger a las víctimas de abusos en la Iglesia y en nuestras sociedades, porque es necesario superar cualquier inclinación hacia la negación y el ocultamiento. «No podemos quedarnos en el escándalo, pero tampoco podemos rehuir el dolor estomacal de cada uno de los abusos,» advirtió. Igualmente dijo que será necesario tener un “buen corazón” para que la sensibilidad por el sufrimiento de los demás, nos lleve a vivir una empatía misericordiosa, actuando con una caridad reparadora.

Emprender la marcha

También indicó que serán necesarios unos «nuevos pies» para emprender la marcha, revestidos de actitudes de compasión, servicio, entrega y fraternidad, capaces de superar el rencor, las desavenencias, diversidades y resentimientos. «No podemos quedarnos en actitudes infantiles ni en la eterna adolescencia relacional, porque estamos llamados a ser gente cuidada y cuidadora, de los niños, niñas y adolescentes,» aseguró.

Del mismo modo dijo que se necesitarán unas «nuevas manos» que sirvan para abrazar a los heridos del camino. Manos que se unen en sinodalidad para abrazar la realidad con fraternidad y unir los corazones de quienes saben tejer redes de esperanza. «No podemos quedarnos en simples discursos de bienvenida, de clausura y de buena imagen, porque los niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables, esperan manos llagadas por la solidaridad y manos unidas en comunidades seguras y samaritanas,» advirtió.

El contar con un buen estómago facilitará sobrellevar los conflictos, tener un corazón para amar como Jesucristo, unos pies con actitudes humanizadoras y unas manos para tratarnos como hermanos, solo podrá lograrse con el Espíritu. Agregó.

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Habitar y actuar con el Espíritu

Para el misionero español más allá de la buena voluntad, de los propósitos esperanzadores y las competencias colectivas o individuales nada se logra fuera de vivir en el Espíritu, por lo que invitó a dejarse llevar. Se trata de discernir con el mismo Espíritu de Jesucristo para aspirar a ser un cuerpo armónico en donde todos los miembros sean dignos e importantes, porque todo es distinto si está impregnado por el Espíritu.

«Necesitamos conocimiento, pero con Espíritu, proyectos, pero con Espíritu, protocolos, pero con Espíritu y comunidades seguras, pero con Espíritu,» afirmó.

Refiriéndose a las personas que esperan a los recién graduados del Diplomado en sus hogares y comunidades de misión; invitó a los presentes a mantener en la memoria y el corazón la frase del Evangelio: «Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación».


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