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Mons. Rafael Cob: «La Alegría de la Navidad no puede dejarnos indiferentes»

«La alegría de la Navidad es para celebrarla, en familia y en comunidad, como pueblo que caminamos unidos haciendo una Iglesia sinodal,” afirmó Monseñor Rafael Cob, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).

En su mensaje por este tiempo, el obispo del Vicariato Apostólico de Puyo en Ecuador, recuerda que esto se hace evidente en tradiciones sencillas pero llenas de valor que congregan a las familias en torno a la oración y la reflexión sobre los textos de la Sagrada Escritura que disponen nuestro pensamiento y corazón para celebrar la Navidad o noche buena.

Sentimiento que se refleja en los rostros de la gente, los villancicos y las comidas, por lo que el prelado insiste en que se trata de «toda una lección para aprender desde la sencillez y la pobreza” que en la Navidad no necesitamos de mucho para experimentar esta alegría, es un sentimiento que no puede dejarnos indiferentes. Una alegría para compartirla, porque es la manifestación del amor, la paz y la esperanza que nunca deben faltarnos y que solo encontraremos en Dios. Al respecto Mons. Cob indica que en la Navidad es posible sentir una triple alegría.

Causa de nuestra alegría

«Si Dios está con nosotros, estamos alegres, si la gracia de Dios está en nosotros no hay motivos para estar tristes, el Señor va con nosotros, no hay que temer,» afirma el obispo y esta asegura es la primera alegría que debemos vivir en la Navidad.

Anunciar e invitar a estar alegres, porque Dios está con nosotros, es el Emanuel que nace. Es la alegría de la Anunciación a la Virgen María. El anuncio de una buena noticia, un anuncio de alegría, que aparece en el evangelio de Lucas y nos recuerda el saludo del ángel a María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.

«Esta alegría -explica el prelado- que le desea el ángel a María es la que nosotros debemos desear en la Navidad, alegrarnos, entendiendo que cuando hay una invitación a la alegría también hay un motivo que lo provoca,” en este caso es el reconocimiento de que Dios que está en medio de nosotros.

Así la invitación del prelado es a que busquemos y comuniquemos esta alegría de María. «Que podamos decir a los demás, alégrate, Dios te ama, el Señor está contigo, y si no lo está, yo te lo traigo, déjale entrar como María, que en tu vida nazca Jesús, en tu corazón».

El objetivo es que su gracia llene nuestra vida, vivir la alegría como fruto del Espíritu Santo. «No podemos guardarnos el anuncio de la alegría que Dios nos da, busquemos y comuniquemos esta alegría de María,» afirma, porque recibiendo el anuncio del ángel, la llena de gracia se desborda y contagia porque dentro de ella está la vida que nos trae la alegría.

De este modo la invitación es a que su gracia llene nuestra vida, la alegría como fruto del Espíritu Santo, que contempla a María recibiendo el anuncio del ángel, lo que se demuestra con la visita a su prima Isabel.

Una promesa cumplida

La segunda alegría de la Navidad la recordamos en el anuncio de los ángeles a los pastores, un anuncio de alegría para todos, una motivación colectiva en medio de «la gente que vive el día a día con fe, en lo cotidiano de las cosas sencillas, sin ambiciones personales».

Por lo que el prelado advierte que no es solo una invitación personal, sino que supera las fronteras y diferencias, una noticia que debe llegar a todos los pueblos, una alegría de salvación, una alegría misionera.

En este sentido es importante según Mons. Cob, entender que la raíz y la causa de esta alegría es la promesa cumplida, por lo que la invitación es a vivir esta segunda alegría compartiéndola con todos. «Desterremos la violencia de nuestras vidas, busquemos la reconciliación en el diálogo y el perdón, los ángeles de Dios nos desean la verdadera paz que es causa de la alegría para todos,» precisó.

Nuestra tarea ha de ser «salir con un corazón misionero hasta Belén donde está el niño príncipe de la paz, el que trae la fuerza para parar la guerra, la fuerza de la luz que es el amor, la luz que nunca podrán apagar los enemigos».

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El signo de la estrella

La tercera alegría es la que proviene de la estrella de Belén, expresión de anuncio y sorpresa para los magos de Oriente. Para el prelado es importante que como ellos nos preguntemos por esos signos de alegría que Dios nos pone, para iluminarnos y guiarnos.

Sobre el tema Mons. Cob explica que en la vida humana hay muchas sorpresas y acontecimientos que nos admiran, son como estrellas que Dios pone en el camino para llamar nuestra atención, son las estrellas que iluminan intensamente nuestra oscuridad y no pasan desapercibidas a la vista de los que saben contemplar las maravillas creadas por Dios; así como en una noche estrellada, debemos sentirnos maravillados.

Si bien el mundo está perdiendo la capacidad de asombrarse debemos descubrir a nuestro alrededor los signos que Dios nos da para vivir la alegría de su encuentro.

El signo de la estrella nunca falta en ninguna decoración navideña, indica el obispo y esto nos debe cuestionar sobre como caminar en la luz que lleva a la alegría que permanece, no a la pasajera, la que nos deja vacíos, el placer mundano o el dinero. Así la estrella de la Navidad está para guiarnos, nos invita a ponernos en búsqueda y en salida para encontrar, es la alegría de la luz de este tiempo en el que Jesús ilumina nuestra vida y llena nuestros vacíos. “Dejémonos guiar como los reyes Magos, hombres sabios que supieron encontrar la verdadera vida, es decir a Jesús”. 


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