Bogotá, 18 de abril de 2022
Birgit Weiler, HMM/ Equipo de Reflexión Teológico Pastoral del Celam
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) constató en su informe del 28 de febrero de 2022 que “el cambio climático causado por el ser humano está provocando una disrupción peligrosa y generalizada en la naturaleza y está afectando la vida de miles de millones de personas en todo el mundo”.
Eso vale, sobre todo, para las personas en condiciones de pobreza y pobreza extrema. En muchas partes, la tierra se degrada y empobrece cada vez más. Desde numerosos lugares a nivel global, se escucha “tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49); este clamor exige nuestra respuesta desde la fe cristiana.
Ya en el Sínodo Amazónico (2019) se había afirmado: “Ante la situación apre- miante del planeta y de la Amazonía, la ecología integral […] es el único camino posible, pues no hay otra senda viable para salvar la región” y, se puede añadir, la tierra como nuestra ‘casa común’ y lugar habitable.
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Relaciones naturaleza- sociedad
Una ecología integral se caracteriza por fortalecer nuestra conciencia de que en nuestro mundo “todo está conectado” (LS 16 y otros), tanto en sus sinergias positivas que generan y mantienen la vida en su gran diversidad como también en las sinergias negativas que se refuerzan mutuamente en sus impactos dañinos para la vida.
En Laudato si’, el Papa nos urge a asumir una ecología integral: esta nos permite comprender que existe una relación estrecha “entre la naturaleza y la sociedad que la habita. […] Estamos incluidos en ella [la naturaleza], somos parte de ella y estamos interpenetrados” (LS 139).
Por esta razón, ante la gran complejidad de la crisis ecológica y del cambio climá- tico, es imprescindible “buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental” (LS 139). Este enfoque debería orientar mucho más todavía nuestra misión y pastoral.
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