Agustín Salvia coordina del Observatorio socio-antropológico pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) y este jueves, 24 de agosto de 2023 presentará los avances de la investigación “Las sociedades de América Latina y el Caribe en el contexto de la postpandemia (2021-2022)”, un estudio descriptivo que da cuenta del impacto de la crisis de 2020 a causa de la pandemia de covid-19 a lo largo de 2021, 2022 y parte de 2023.
Además es director del Observatorio de la Deuda Social Argentina en la Universidad Católica Argentina. Director del programa Cambio Estructural y Desigualdad Social con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.
Desde su experiencia docente en pregrado y postgrado en Metodología de Investigación Social, Agustín responderá a todas las inquietudes en el programa Lives Investigaciones Celam que podrán sintonizar por las redes sociales del Celam tanto en Facebook como en Youtube, a las 6:00 p.m. (18:00 horas) de Colombia. ADN Celam ha conversado con él para ahondar en algunos puntos clave de esta investigación apartando el trigo de la cizaña sobre todo con lo relacionado a las polarizaciones políticas, populismos y supuestos ideológicos que «nos separan» incluso en el seno de la Iglesia.
Una revisión periódica
¿En qué contexto surge esta segunda entrega del estudio, cuánto tiempo se llevó su desarrollo?
“Es importante entender la relevancia de estos estudios periódicos, van acompañando los cambios de coyuntura social, política y económica de América Latina. Actualizando los datos a la mayor cercanía actual en donde se desarrollan los debates públicos y sociales, donde la Iglesia debe tomar posición.
En el caso de este informe, el contexto fue buena parte del año 2022. Ya el momento de salida de la crisis postpandemia, de la recuperación de la pandemia, en donde las economías latinoamericanas tuvieron un fuerte rebote económico y de demanda agregada de empleo.
Así bien, al mismo tiempo, arrastrando una secuela de alta inflación y el escenario de la guerra de Ucrania. Esto generó nuevas situaciones conflictivas y problemáticas en materia macroeconómica y de intercambio comercial con el mundo, generando un aumento en los costos de alimentos y de los combustibles.
¿Cuánto tiempo llevó su desarrollo? El año, un año intenso, recuperando información de distintas fuentes de datos a nivel internacional, regional y nacional que nos permitieron reconstruir esta situación. Desglosando por región y abriendo por región Celam, incluso identificando datos de países cuando esto era suficientemente robusto y confiable”.
Factores de riesgo
¿De los datos recabados y analizados cuáles cree son los que hay que prestarle «mayor atención» tanto en la Iglesia como en la sociedad?
“Creo que fundamentalmente, si bien el dato de coyuntura más importante es el aumento del nivel de inflación que encareció los alimentos y el costo de vida de población aumentando la pobreza, hay que tomar el dato de la demanda agregada de empleo y se recuperaron los empleos generados, su balance son empleos más precarios que los que existían previamente.
Más precarios en materia de relaciones laborales, remuneraciones, condiciones de trabajo, y que parte del aumento de la pobreza en América Latina en el contexto post pandemia está asociado, justamente, a esta doble situación: aumento del costo de vida por inflación y reducción de la productividad y capacidad de los trabajos de generar buenas remuneraciones.
Otra problemática adicional es, justamente, la relativa recuperación que tuvo la asistencia de niños, adolescentes y jóvenes al sistema escolar que, sin embargo, deja un remanente de jóvenes en situación de exclusión educativa.
Son los temas de agenda más importantes, lo que abre el aumento de la pobreza, la inseguridad alimentaria y el deterioro de las condiciones de trabajo, sobre todo en los segmentos más pobres y vulnerables de la sociedad.
Con un aumento de las condiciones de exclusión de los adolescentes y jóvenes, sin que se desarrollen políticas públicas en materia de inversión y desarrollo, capaces de dar un salto cualitativo a este estado de subdesarrollo crónico empeorado por los efectos de la pandemia”.
Políticas de Estado
En el estudio recomienda a los gobiernos invertir en programas sociales e infraestructura, ¿pero cómo lograr este cometido sin la influencia de los populismos, intereses partidistas y la corrupción?
“Hoy por hoy la política de inversión en infraestructura social, en asistencia económica y en promoción de desarrollo de economías alternativas, como la economía social, economía de Francisco, cooperativas, implican hoy no un gasto del estado sino inversión.
Tienen que ser políticas de Estado, en el marco de acuerdos y consensos parlamentarios entre los oficialismos y oposiciones. Requiere un debate democrático que ponga en agenda y ese es el esfuerzo que hacemos desde el Celam y el Centro de Gestión del Conocimiento.
Se pone en agenda los temas que son prioritarios, relevantes y que la política y las dirigencias, políticas, sociales y religiosas, deben tener en mira. Se trata de desarrollar políticas a largo plazo, no de coyuntura, sino en visión de las siguientes generaciones. Implica cambiar las condiciones de vida, crear condiciones de trabajo y reproducción social para un mayor desarrollo humano con mayor integración social”.
Construir puentes de diálogo
También en el estudio se propone hacer «un nuevo pacto social», no obstante, en América Latina y el Caribe la polarización política se acentúa, visto así, ¿cómo se logran consensos?
“Parte de la pregunta anterior y esta hacen referencia a cómo la grieta sigue atravesando el escenario político y social. Sin embargo, las grietas ideológicas son falsas cuando las verdaderas grietas son las sociales.
Sí, creo que hay que seguir empeñados en poner en agenda los temas de la vida social y convocar al diálogo, al acuerdo, a pensar en clave al encuentro de los hermanos. Aunque pensemos distinto hay que encontrar el denominador común que es el aumento del bienestar, el progreso y desarrollo de nuestras sociedades.
Esto es un nicho de oportunidad, un área de vacancia para que la Iglesia tome este tema como central en su agenda y pueda construir los puentes de diálogo que, hoy por hoy, la política no puede por sí misma. No solamente la iglesia, sino que sea una institución que acompañe los procesos y los fomente”.
Ser guías de los dirigentes
Con los principales indicadores económicos y sociales en mano en este estudio, ¿qué recomienda a los obispos de la región para que refuercen sus planes pastorales?
“Hay que poner en juego una agenda de participación política, en el mundo de la construcción política. Superando la grieta, convocando a las dirigencias económicas, políticas y sociales, a un diálogo permanente que construyan y atiendan las principales demandas de la sociedad.
Los problemas concretos de la gente no son los problemas de la dirigencia y la política. La política tiene una tarea, y la Iglesia puede ser un faro, una guía, un llamado de atención, en cómo las dirigencias sociales deben encarar los desafíos de una América Latina del siglo XXI que parece no haber ingresado en el proceso de modernización y transformación con mayor equilibrio social, económico y ambiental”.
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