Un proceso que se prolonga durante más de un mes y que esta semana tiene su cuarta parada en Brasilia, donde de 6 a 10 de marzo se reúnen los representantes del Cono Sur: Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay.
Una Iglesia que sea siempre más sinodal
Son obispos, religiosas, diáconos, presbíteros, laicos y laicas que vienen “con sus experiencias eclesiales, traen la alegría de ser Iglesia y el sueño de que esta misma Iglesia sea siempre más sinodal», como decía en la acogida Mons. Joel Portella Amado, secretario general de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil. Una acogida que también hacía el arzobispo local, el cardenal Paulo César Costa, que insistió en que la Iglesia somos nosotros, llamando a ser en ella servidores en una realidad que desafía a encontrar nuevos ministerios en pro de la evangelización que respondan a lo concreto de la vida de la gente y de la propia Iglesia, desde su fidelidad al Señor, y destacó la importancia del Concilio Vaticano II como momento en que se inició el camino de la sinodalidad y da la comunión, un camino asumido por la Iglesia de América Latina y el Caribe.
La Vida Religiosa que en palabras de la Hna. Eliane Cordeiro, presidente de la Conferencia de los Religiosos de Brasil, quiere ser “portavoces de las demandas de cientos de pueblos amenazados por un crecimiento económico desenfrenado”, y junto al Papa Francisco, se suman en la construcción de “una comunidad de hermanas y hermanos capaz de acoger la vida, mirar su pecado, asumir sus errores, pedir perdón y reparar el daño causado a los más vulnerables”. Una Vida Religiosa que ha hecho el camino sinodal, que se ha “sentado a la mesa con otras y otros para escuchar y discernir la llamada del Señor Jesús, que nos habla a través de nuestra historia”.
Un encuentro del Pueblo de Dios, una categoría cuya incorporación al caminar de la Iglesia puede ser considerado el gran giro en la eclesiología durante el Concilio Vaticano II, afirmó Mons. Miguel Cabrejos, que insistió en “la igualdad de todos por medio de la dignidad bautismal como criterio estructurante para la configuración de la identidad de todos los sujetos eclesiales”. Esto lleva a la corresponsabilidad de todos y vincula el ministerio jerárquico con la comunidad.
Según el presidente del Celam, la escucha es más que una encuesta, es asumir una dinámica comunitaria y espiritual en el sensus fidei fidelium, es entender que “el depósito de la fe está confiado a la totalidad del Pueblo de Dios, quien lo conserva, profesa y transmite”. La escucha recíproca es vista por el prelado peruano como “elemento constitutivo de una Iglesia sinodal”. Son dinámicas que “crean el ambiente propicio para generar procesos de conversión”, buscando cambiar en los procesos decisionales y la construcción de consensos.
Verdaderos Pentecostés para la Iglesia
El Sínodo 2021-2024 y la Primera Asamblea Eclesial están “estrechamente vinculados en el tiempo, en sus objetivos y en el formato del evento”, según Agenor Brighenti, que los definió como eventos kairológicos, “verdaderos Pentecostés para la Iglesia”. Junto con el Sínodo para la Amazonía, los circunscribe a la Conferencia de Aparecida en 2007 y la elección del Papa Francisco en 2013. En el caso de la Primera Asamblea Eclesial es considerada como una novedad, por su formato, y una marca, por su agenda que reavivó Aparecida.
Una Asamblea que en el texto final recoge los aspectos significativos de los pueblos del continente en lo social y en lo eclesial, y que sugiere nuevos caminos a recorrer, en sus propuestas pastorales, líneas de acción, dimensiones y desafíos, sustentados en tres horizontes: una Iglesia sinodal, misionera y samaritana.
El encuentro tiene como metodología la conversación espiritual, un método dado a conocer por el jesuita Óscar Martín. La Conversación Espiritual es una metodología sencilla, basada en un diálogo entre Dios y su criatura, que acontece en el corazón humano a través de las mociones y que tiene como fundamento “la convicción de que existe un influjo del Espíritu Santo en los corazones de todos los cristianos y cristianas”. El discernimiento debe ser entendido como proceso espiritual que busca, que hace percibir, distinguir las mociones del Espíritu en nuestro corazón y en las realidades humanas que apelan nuestra libertad a una decisión o acción.
Un discernimiento que se lleva a cabo en tres ámbitos: personal, comunitario y apostólico. Por eso se puede decir que la conversación espiritual es una metodología para animar el discernimiento comunitario, un intercambio centrado en la calidad de la escucha, que atiende las mociones del corazón propio y de las otras personas.
El Espíritu sigue hablando
Los participantes cuentan lo que están viviendo y esperan. En el caso de la joven Leticia Barbúdez, de Paraguay, “que la Iglesia pueda contar también con nuestra contribución, a partir de nuestras realidades y también seguir sintiendo este gran Espíritu Santo que guía todo este momento”. Mariana Anabel García, religiosa argentina, mostro su seguridad de que “el Espíritu habla, sigue hablando y se manifiesta con fuerza en cada uno de los testimonios y experiencias que compartimos”. Una indígena brasileña destaca el llamado del papa Francisco para que la Iglesia mire a los pobres, en los que se incluyen indígenas y negros. Finalmente, Mons. Ángel Macín, obispo argentino destaca el “caminar de una manera diferente, en una Iglesia en la que podemos descubrir juntos lo que nuestro tiempo nos pide para testimoniar la presencia de Jesucristo”.
Un encuentro que es una nueva tarea del Celam, que Mons. Cabrejos ve “como instrumento de comunión sinodal y como signo profético en la Iglesia Latinoamericana”. Según el presidente del Celam “la sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia” y que “la Iglesia debe verse como una pirámide invertida”, ideas presentadas por el Papa Francisco. Por eso insistió en que “el pueblo de Dios es el sujeto de la Evangelización y de la comunión sinodal en la historia”, en una Iglesia que por ser peregrina y misionera, es sinodal.
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Mons. Cabrejos resaltó que “no se trata de una nueva ingeniería institucional de la Iglesia”, y que la dimensión sinodal expresa “el carácter de sujeto activo de todos los bautizados”, algo basado en la comunión, enfatizando que “el concepto de sinodalidad es más amplio que el de colegialidad, porque incluye la participación de todos en la Iglesia y de todas las Iglesias”.
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