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Cardenal Aós reflexiona sobre la dignidad humana ante el Consejo Constitucional de Chile

Chile continua con su proceso constituyente, una dinámica a la que la Iglesia católica está queriendo hacer sus aportes. Como informa la Conferencia Episcopal de Chile, el cardenal Celestino Aós, arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia Episcopal, ha participado este 30 de junio en la audiencia pública ante el Consejo Constitucional, en un acto realizado en las dependencias del Campus Santiago de la Universidad de Talca.

 

La Iglesia defiende y promueve los derechos fundamentales

Acompañado por Valeria López, secretaria general adjunta del episcopado chileno, insistió en que siendo esencialmente religiosa la misión de la Iglesia, esta incluye la defensa y la promoción de los derechos fundamentales de la persona humana. Una labor en la que se debe llevar a cabo un esfuerzo para abrirse a la colaboración oportuna con los organismos gubernativos y no gubernamentales, al diálogo ecuménico, y con las demás religiones, así como en contacto con organizaciones civiles.

El purpurado reflexionó sobre la dignidad de la persona a partir de la Doctrina Social de la Iglesia, valorando el trabajo y esfuerzo que se está realizando para lograr “una buena Constitución para Chile”, añadiendo que “nosotros queremos a Chile, y queremos aportar nuestra visión acerca de la Dignidad de las personas humanas”.

 

Qué se entiende por dignidad humana

Resaltando que a la dignidad humana “se le atribuyen valores diversos y contrapuestos”, fue explicitando diversas acepciones sobre este concepto, que, en opinión de algunos, enfatizó, “puede variar de acuerdo con los contextos en los que se desarrolla. Por todo esto debe determinarse qué se entiende por dignidad humana, y creo mejor hablar de dignidad del ser humano”.

Para el arzobispo de Santiago “todo ser humano posee dignidad”, dado que el ser humano tiene valor en sí mismo. Desde ahí se deduce que “los derechos humanos residen en la persona, en cuanto sujeto del poder y origen del Estado. Por lo tanto, los derechos humanos no son concesiones de los Estados, sino que son de cada persona en virtud de su dignidad. Los Estados deben garantizar, promover y defender el conocimiento y el ejercicio efectivo de los derechos de todos los ciudadanos”, enfatizó.

 

Dignidad, libertad y responsabilidad

Teniendo en cuenta que “la dignidad va unida inseparablemente a la libertad y a la responsabilidad”, el cardenal mostró que los católicos “afirmamos la inviolable dignidad de la persona humana, que es intrínseca al ser humano por ser imagen de Dios, y por ello, la vida de todo ser humano es sagrada e inviolable, por lo que cada persona tiene valor absoluto. La dignidad de cada ser humano posee una especial identificación con el derecho a la vida y con aquellas exigencias elementales de justicia: las condiciones materiales y espirituales básicas para la realización de la vida”, proponiendo modificaciones concretas en el texto constituyente.

Junto con eso, el arzobispo de Santiago insistió en que la “dignidad del ser humano es inalienable” por lo que el reconocimiento de la dignidad humana de unos no puede provocar el menoscabo de la dignidad humana de otros, ni es sacrificable en aras de intereses estatales o colectivos. Además, destacó que “la dignidad del ser humano se realiza y se vive en sociedad”, sociedad que será tanto más justa en cuanto favorezca la realización de todos los individuos “no sólo en el ámbito material, sino también en el espiritual, e interpele al reconocimiento de dicha dignidad como base para las decisiones políticas y económicas y la edificación de la comunidad humana”.

 

Presencia del Estado en las periferias

En sus palabras denunció “situaciones que atentan contra la dignidad del ser humano” en Chile, urgiendo trabajar por las personas que se encuentran en las periferias territoriales, socio económicas, y existenciales, recordando así un llamado siempre presente en el Papa Francisco, y haciendo ver que “es el Estado quien tiene allí una responsabilidad esencial, atendiendo a los sectores más vulnerados de la sociedad”.

Sobre la libertad religiosa, abogó por “la autonomía de las entidades religiosas, la igualdad de trato entre ellas, el reconocimiento del régimen jurídico que les es propio, y la objeción de conciencia; quedando establecido en el cuerpo constitucional que el Estado no puede coaccionar a persona alguna para actuar en contra de sus convicciones o creencias religiosas y que toda persona puede abstenerse de realizar conductas contrarias a ellas”.

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Finalmente llamó a esclarecer el concepto de “Dignidad del ser humano” y a que no haya artículos en la futura Constitución que recorten o condiciones ese concepto. Al mismo tiempo reconoció que “es hermoso y alentador verlos a ustedes trabajar juntos por una Constitución que nos lleve a un Chile más justo y mejor; es hermoso constatar cómo hay tantos ciudadanos y ciudadanas que, como nosotros lo hacemos ahora, ofrecen su aporte para bien de todos”.

 

 

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