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El Papa en el Ángelus sobre situación en Israel: “¡Basta con la guerra, basta con los ataques, basta con la violencia! Que haya paz”

Los fieles y peregrinos esperaban bajo un sol casi estival en la Plaza San Pedro, en el Vaticano, que se asomara a su famosísima ventana el Papa Francisco en el mediodía de este domingo 14 de abril de 2024. Cuando lo hizo estallaron los aplausos y después llegó ese silencio que propicia la escucha, incluso en medio de la ciudad. Y todos rezaron y escucharon juntos.

Evangelio del Día

En este Tercer Domingo de Pascua se reflexionó sobre el Evangelio de Lucas 24, 35-48 que nos presenta el encuentro de Jesús con dos discípulos en el camino de Emaús. Este pasaje relata que los discípulos estaban hablando de lo que había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Y que mientras hablaban de estas cosas maravillosas Jesús se presenta en medio de ellos y les dice: “Paz a ustedes”.

 

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Seamos motivo de encuentro con el Señor

Y se abrieron las cortinas, llegó el Papa Francisco hasta la ventana del Palacio Apostólico para rezar el Regina Coeli y comenzó este breve pero intenso encuentro de oración pública y su voz se escuchó así:

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buen día, buen domingo!

Hoy el Evangelio nos traslada a la noche de la pascua. Los apóstoles están reunidos en el cenáculo cuando desde Emaús vuelven los dos discípulos que relatan su encuentro con Jesús. Y mientras expresan la alegría de su experiencia, el Resucitado se aparece a toda la comunidad.

Jesús llega precisamente cuando están compartiendo el relato del encuentro con Él. Esto nos hace pensar que es bello compartir, reflexionar sobre la importancia de compartir la fe. Esta relación nos hace pensar en la importancia de compartir la fe en Jesús Resucitado.

Cada día nos bombardean con mil mensajes, muchos son superficiales e inútiles, otros revelan una curiosidad indiscreta o peor aún: nacen de cotilleos y malicia. Son noticias que no sirven para nada; es más: hacen daño.

Pero también hay noticias hermosas, positivas y constructivas, y todos sabemos lo que bien que se siente escuchar cosas buenas y cómo nos sentimos mejor cuando eso ocurre. Es hermoso también compartir las realidades, en lo bueno y en lo malo, que han tocado nuestra vida de modo que podamos ayudar a los demás.

Sin embargo, hay algo de lo que a menudo nos cuesta hablar. Se trata —paradójicamente— de lo hermoso que tenemos que contar: nuestro encuentro con Jesús. Cada uno de nosotros lo ha encontrado. Cada uno de nosotros podría decir tanto al respecto y ver cómo el Señor nos ha tocado y esto compartirlo, no haciendo de maestros a los otros sino compartiendo los momentos únicos en los cuales hemos percibido al Señor vivo y cercano, o enjugaba las lágrimas y transmitía confianza y consuelo, fuerza y entusiasmo, o perdón y ternura.

Estos encuentros que cada uno ha tenido con Jesús y cada uno tiene que transmitir es importante hacerlo en familia, en la comunidad, con los amigos. De igual modo que sienta bien hablar de las inspiraciones buenas que nos han orientado en la vida, de los pensamientos, que nos ayudan tanto a seguir adelante. Y también de los esfuerzos y las fatigas que hacemos para entender y progresar en el camino de la fe.

Tal vez también para arrepentirnos y volver sobre nuestros pasos. Si lo hacemos, Jesús, precisamente como sucedió a los discípulos de la noche de Pascua, nos sorprenderá y hará aun más hermosos nuestros encuentros y nuestros ambientes.

Probemos, entonces, a recordar ahora un momento fuerte de nuestra vida de fe, un encuentro decisivo con Jesús. Cada uno de nosotros ha tenido un encuentro con el Señor. Hagamos un pequeño silencio y pensemos: ¿cuándo he encontrado al Señor, cuándo el Señor se ha acercado a mí? Pensemos en silencio. (momento de silencio)

¿Alguna vez compartí este encuentro con el Señor para dar gloria al Señor? ¿He escuchado a los demás cuando nos cuentan de este encuentro con Jesús?

Que la Virgen nos ayude a compartir la fe para que nuestras comunidades sean cada vez más lugares de encuentro con el Señor”.

Guiados por el Papa Francisco, se rezó en latín el Regina Coeli y, al finalizar, impartió la bendición.

Preocupación y dolor del Papa por la situación en Israel que podría alimentar una espiral de violencia en la región

En su habitual comentario dominical, Francisco dijo:

“Queridos hermanos y hermanas:

Sigo con preocupación y dolor las noticias que han llegado en las últimas horas sobre el agravarse de la situación en Israel a causa de la intervención de parte de Irán. Hago un apremiante llamamiento para que se detenga toda acción que pueda alimentar una espiral de violencia con el riesgo de arrastrar el Medio Oriente en un conflicto bélico aún más grande.

Nadie debe amenazar la existencia de los demás. Que todas las naciones se comporten conjuntamente y se pongan del lado de la paz y ayuden a israelíes y palestinos a vivir al lado, uno del otro, en seguridad. Es un deseo profundo de ellos y es su derecho: dos Estados cercanos. Que se llegue pronto a un cese del fuego en Gaza y que se negocie con determinación, que se ayude a aquel pueblo precipitado a una catástrofe humanitaria, que se liberen los rehenes que se han secuestrado.

Cuánto sufrimiento. Recemos por la paz.

¡Basta con la guerra, basta con los ataques, basta con la violencia! Que haya diálogo y que haya paz”. (aplausos y vivas de la gente)

Saludos

Luego Francisco saludó a los peregrinos que lo visitaron personalmente en la Plaza San Pedro, destacó que el 25 y 26 de mayo se celebrará la 1° Jornada Mundial de los Niños —“tenemos necesidad de su alegría”—, y se despidió con su esperado “no se olviden de rezar por mí y buen almuerzo”.

¿Qué nos resonó fuerte de esta oración junto al Papa Francisco en esta mañana de domingo?

La importancia de compartir la fe en comunidad, de contarnos cómo fueron nuestros encuentros con Jesús y que recemos por la paz en Medio Oriente.

Desde la Redacción de Radio Vaticana en lengua española nos dedicaron un saludo especial como Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), que agradecemos y retribuimos.

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