Poner la cruz en un sitio visible de la casa, hacer signos de reconciliación con las personas que nos rodean y orar para que Colombia encuentre caminos de reconciliación; son los tres signos visibles que propone Monseñor Luis José Rueda Aparicio, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia para celebrar el 3 de mayo como el Día Nacional por la Reconciliación.
Jornada que se viene realizando desde 2017, tras la visita del Papa Francisco al país recordando que varias de sus intervenciones estuvieron centradas en la importancia de aportar a la construcción de paz, trabajando en procesos que desde lo espiritual favorezcan el perdón y la reconciliación, pese a las heridas de un conflicto padecido por décadas con todas las consecuencias sociales, culturales, económicas y políticas que esto implica.
Tres signos
Recordando que el 3 de mayo se celebra el día de la Santa Cruz, el presidente del episcopado indicó que la propuesta busca que cada hogar en Colombia sea un lugar y una escuela permanente de reconciliación en Cristo. Igualmente recomienda que los colombianos se unan haciendo gestos sencillos de reconciliación con las personas que rodean los ámbitos en los que se desarrolla su vida personal y comunitaria.
A esto se une el llamado a la oración por el país que de muchas formas se encuentra afectado por el rencor y la polarización entre quienes piensan diferente, lo que para el prelado debe ser una invitación a pensar en la reconciliación como una necesidad constante por la que existen muchos motivos para emprender el camino y sanar las heridas.
Finalmente Mons. Rueda aboga para que toda la humanidad encuentre a Cristo Jesús; porque solo Él nos reconcilia con el Padre y nos convierte en instrumentos de perdón, reconciliación, paz y vida nueva para quienes nos rodean.
Una devoción con historia
Tradicionalmente el 3 de mayo en Colombia se celebra el día de la Santa Cruz al igual que en otros países del continente. Se trata de recordar el emblemático lugar en el que murió Jesús y todo su significado para los creyentes. Países como España, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago, Argentina y Venezuela también se unen a esta celebración.
De acuerdo con los cronistas esta fiesta se celebra desde el siglo IV, tiempo en el que presumiblemente se recuperaron las reliquias o vestigios de la cruz, la Veracruz, es decir, aquella en la que murió Cristo y que por este tiempo estaba en manos de los persas.
El 3 de mayo es un día para recordar la humildad con la que debemos acercarnos a Cristo, reconociendo que en la cruz él venció la muerte para darnos vida. De acuerdo con la tradición colombiana en esta fecha la cruz es elaborada en laurel o con cáscaras de mazorca, luego es adornada con flores naturales o de papel además de granos, esto con el propósito de expresar nuestro agradecimiento a Dios por los dones recibidos cada día. Esta cruz se coloca en un lugar visible de la casa.
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Mil veces Jesús
Además de la cruz elaborada parte de la tradición colombiana lleva a los creyentes a recitar la oración de los mil Jesús durante este día. Devoción en la que se invoca el nombre de Jesús mil veces con el fin de alejar el mal de las casas en donde se coloca la cruz en un lugar visible. «Santísima Cruz, mi abogada has de ser, en la vida y en la muerte me has de favorecer. Si a la hora de mi muerte el demonio me tentare, le diré: Satanás conmigo no contarás, ni tendrás parte en mi alma porque dije mil veces Jesús,» dice la oración.
La reconciliación nace del misterio de la Cruz y en el caso del conflicto colombiano, esta fecha también se asocia con acontecimientos emblemáticos de violencia y muerte, como es el caso de la masacre de Bojayá ocurrida el 2 de mayo de 2002 y uno de tantos motivos por los cuales la Iglesia recuerda la importancia de trabajar por la reconciliación y la oración por la sanación de las víctimas.
En la masacre de Bojayá existe un cálculo aproximado de 80 personas muertas de las cuales 48 eran menores de edad. Los hechos se presentaron en medio de un enfrentamiento armado entre la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y un grupo de paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Los miembros de la guerrilla lanzaron un cilindro bomba contra la Iglesia de Bellavista ubicada en el casco urbano de Bojayá, donde la población civil se refugiaba del conflicto entre los dos grupos al margen de la ley.
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