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Mons. Miguel Cabrejos: «Cada pastor y discípulo de Cristo, debe anunciar con su testimonio la esperanza del Evangelio»

En el cuarto domingo de Pascua, el domingo del Buen pastor, Mons. Miguel Cabrejos nos recuerda que el Evangelio de Juan propone tres enseñanzas que nos permiten entender la importancia de este rol en nuestro camino de fe. La figura del pastor bueno, la relación de conocimiento que debe establecerse entre pastores y ovejas y el sentido que tiene ofrecer la vida.

En su reflexión semanal el presidente del Celam nos invita a ser ese Pastor Bueno que menciona las escrituras. El Sacerdote, el padre de familia, el maestro, el responsable de una comunidad. Situación que no solo se dirige a los hombres, porque en el caso de las mujeres se equipara con el rol de la madre de familia que actúa como pastora de su hogar, es decir que «todos estamos invitados a ser esperanza, ser alegría y futuro para los demás».

Tres enseñanzas

Profundizando en esas enseñanzas que nos propone la Palabra Santa el prelado asegura que en primer lugar está la figura del Pastor bueno, que de acuerdo con el griego es un término relacionado con la plenitud del bien, lo justo, el amor y la belleza espiritual porque «él pastor bueno está listo a morir por proteger a la grey «.

En este mismo relato aparece la figura del mercenario, que comúnmente se asocia con la imagen del lobo que prevalece en la frase de Jesús: «Yo los envío como ovejas en medio de lobos». Pero de acuerdo con el presidente de la Conferencia Episcopal peruana, más allá de la identificación del mercenario, lo decisivo es la confrontación que se presenta en dos actitudes que califica de radicalmente opuestas.

En primer lugar, está ese Pastor Bueno para quien la grey es su vida. Él se consagra totalmente y el mercenario solo está preocupado por sí mismo, para él la grey solo es una posesión que utiliza en beneficio propio, la explota, «una grey que está en las manos de falsos pastores, calculadores, egoístas, prácticamente está arrojada a la ruina sin piedad,» advierte.

Una comunión intensa

Situación ante la cual el arzobispo de Trujillo trae a la memoria el saludo de San Pablo a los pastores de Éfeso que podemos leer en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en el que advierte sobre sobre ese contexto de dificultad que puede rodear la acción de los pastores. “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes, para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo. Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos feroces que no tendrán piedad del rebaño” (Hch 20, 28-29). El pastor entonces ha de estar fortalecido en Dios.

Pasando a esa segunda enseñanza del Evangelio, el prelado nos sitúa al interior de la grey. La relación entre pastores y ovejas, es decir entre pastores y fieles, en sus palabras debe cultivarse como una estrecha relación de conocimiento. Esto parte del concepto del verbo conocer, un término que en el lenguaje bíblico tiene muchos significados que pueden ir «desde la sabiduría al corazón, desde la comprensión, al amor y del afecto a la acción». Por eso, explica el obispo peruano se trata del verbo que usamos para nombrar esa profunda relación que se establece entre los miembros de una pareja.

Así, argumenta Mons. Cabrejos entre los fieles y Cristo existe un intercambio, una comunión real e intensa que no se rompe, ni siquiera por los errores de la grey. Relación que no es anulada ni por la soledad o el aislamiento de las ovejas rebeldes. De hecho, es Jesús quien abre otro horizonte, que se extiende hacia aquellas ovejas lejanas que no pertenecen al primer redil de Dios. En este sentido el Evangelio delinea así la apertura de la Iglesia al mundo pagano, exaltando la misión hacia los lejanos y los hombres de buena voluntad que buscan con corazón sincero a Dios.

Ofrecer la vida

Para el presidente del Celam la Iglesia «debe ser un redil abierto a todo el bien que está en el mundo, a todo el bien que está en el corazón de cada pueblo, y a todo el bien que está en el alma de toda persona». Así explica que Cristo como modelo del Pastor supremo, ha de suscitar en discípulos y pastores el anuncio de la esperanza del evangelio con su testimonio, para conducirlos a la paz y la alegría del encuentro con Cristo y la solidaridad con todos, especialmente con los más necesitados y vulnerables.

Pasando a la tercera enseñanza del Evangelio dominical, Mons. Cabrejos se centra en la reflexión sobre el sentido que tiene «ofrecer la vida». Frente a lo que recuerda que la reunión de todas ovejas, los fieles que pertenecían a la misma grey solo se concretaron al momento de la donación completa de la vida a través de la cruz. “Cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí,” se lee en el Evangelio de San Juan.

Se trata por ejemplo de leyes que permanecen en la historia, entre ellas la del grano de trigo que debe morir para no quedarse estéril, para producir mucho fruto, la de la maternidad que pasa por el dolor incesante del parto para dar a luz a la nueva criatura. La ley del amor auténtico que invita a dar al vida por la persona que se ama profundamente; como en su momento lo hizo Jesús al morir y volver a tomar la vida con la resurrección: un principio y la experiencia de la vida en plenitud.

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Iguales en importancia

Al respecto, el prelado insiste en que es necesario comprender que cada fiel ya sea dentro o fuera del redil es importante, porque para Dios no existe multitud, la masa sino el conocimiento personal. «Para Dios existimos uno a uno y es, el uno que cuenta infinitamente,» Como afirma la parábola del Evangelio de Lucas: “¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?”

Situación que también se vive en la vida de los creyentes porque, por ejemplo, en las familias cuando un padre o una madre tiene varios hijos. «Todos puestos juntos no pueden llenar la pérdida de aquel que se fue, ningún otro hijo puede recompensar el abismo de aquel vacío, de aquella vida perdida».

Mons. Cabrejos cierra su reflexión citando a un escritor de la edad media que hace un llamado totalmente actual al pensar en la relación entre pastores y fieles. La exhortación es a que “escuchemos hoy la voz del Pastor supremo, Cristo, que nos llama, dejémonos conducir por él, conozcámoslo su misterio, no nos dejemos engañar, ilusionar de las voces falsas de los mercenarios, confiémonos solo a Él, porque Él, fijando la mirada sobre nosotros, nos repita sus palabras de amor; dejémonos salvar por Él, porque Él es vida y resurrección”.


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