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Jornada de Oración para las vocaciones nativas, ¿para quién soy yo?

Un bonito tema y una bonita pregunta ¿para quién soy yo? Tomado de la exhortación “Cristus Vivit” del Papa Francisco a los jóvenes nos recuerda, tan necesario es preguntarse ¿quién soy yo? como ¿para quién soy yo?

Ciertamente en el marco de las Vocaciones Nativas, dos palabras que nos cuestionan. Vocación que es llamada, del verbo vacare, y nativa, que viene de nacer, hoy en la celebración de las confirmaciones iniciábamos con una llamada a los jóvenes y una respuesta de ellos, ante la llamada  personal  a cada uno contestaban :” aquí estoy Señor, porque me has llamado.”

Quisiera entender que todos en la vida somos llamados por Dios, y eso se llama vocación, en la Biblia, en ella encontramos muchos pasajes donde Dios llama a las personas, muchos cuentan su “llamada” como el inicio de la historia más personal y trascendente de su vida.

Quisiera pensar que la manera de responder cuando somos llamados por Dios, es diferente a las llamadas que podemos tener de otra gente, como amigos, familiares, u otros medios como otras invitaciones de prensa radio o televisión.

Vocación o llamada de Dios es para una misión especial, que atañe al ser de la persona e implica a lo más profundo de la persona, al pensamiento y al sentimiento, la vocación o llamada recibida de Dios no es para hacer cosas sino para ser, hacer cosas lo identificamos con una profesión, Ej.  maestro para enseñar, médico para curar, arquitecto para construir.

Cuando Dios nos llama, lo que Dios quiere es que seamos lo que el desea de nosotros, con una forma de vivir especifica, única, que atañe e implica para toda la vida, después, ese ser nos podrá llevar a realizar acciones concretas, saber hacer lo que nos pide.

La vocación o llamada que nos hace Dios debe ser contestada, su llamada no debe quedar en el aire sin respuesta,  pero debemos saber ¿ para quién somos? de ahí la importancia de dar  la respuesta, porque toda llamada es para cumplir una misión.

Pablo nos dice: en la vida y en la muerte somos del Señor, si vivimos, para el Señor vivimos “. Rom (14,8). Entonces ante la pregunta ¿para quién soy yo? Debemos pensar que nuestra vida es para el Señor, vivir para Dios, la tarea para la que nos llama Dios, es para hacer su voluntad, su proyecto, su plan de salvación, no el nuestro porque solo en él encontraremos lo que buscamos, ser felices.

Construir su Reino no el nuestro. Trabajar allá donde Él nos pida, ¿cómo sabemos dónde y cómo? Con su Espíritu, Él nos lo irá mostrando, nos hablará al corazón y de diversas maneras nos puede mostrar cómo vivir para Él, habrá signos en el camino de nuestra vida en que Dios se manifestará y debemos dejarnos guiar por su Espíritu.

El ser para Él, implica descubrirlo a Él en el necesitado, «lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños conmigo lo hicisteis” mt.25 .En definitiva nuestra vocación será servir a los demás, Él dirá: «no he venido para que me sirvan sino para servir a los demás” (Mt.20,28). «He venido  para llevar la buena noticia a los pobres».  (Lc.4,18) para que todos tengan vida y vida en plenitud, eso es para lo que somos llamados. Y como decía el poeta Tagore: “Dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y en el servicio encontré la alegría”.

Dios sigue llamando a sus discípulos para construir su Reino, Jesús , no ha dejado de llamar, quizá hoy, nos es más difícil de escucharle entre tanto ruido y publicidad como  bombardeo de llamadas del mundo .

Otro punto importante es la palabra “Nativas “cuando escuchamos la palabra “nativas” nos referimos a las personas de los que han nacido en el propio territorio en donde vivimos, los que han contestado entre nuestros propios pueblos, parroquias o colegios. Decía el Papa Francisco: “Sueño con un Iglesia con rostro amazónico, sueño con comunidades cristianas capaces  de entregarse  en la Amazonia , hasta el punto  de regalar  y de encarnarse en la Amazonia hasta el punto de regalar  a la Iglesia  nuevos rostros  con rasgos  amazónicos”. (QA. nº7).

Y el Concilio Vaticano II dice: “una Iglesia madura en cuanto de ella surgen los propios pastores que guíen a sus propias comunidades”. (LG). Hoy es necesario seguir orando al “dueño de la mies”, la mies es mucha y los obreros pocos, que envíe obreros a su mies”lc.10,2.

Como diría S. Pablo: “¿Cómo creerán si no han oído hablar de ÉL? ¿y cómo van a oír si no hay quien les anuncie el mensaje?  y ¿cómo anunciarán si no hay quien les envié? ¿Qué hermosos son los pasos de los mensajeros que traen la paz?” (Rom 10,14-17).

Hoy es nuestro compromiso como discípulos misioneros de Jesús, anunciar a otros la llamada urgente para que  escuchemos  y respondamos la invitación explicita a tantos jóvenes que quizá desorientados buscan dar sentido a su vida y no lo encuentran, las vocaciones nativas  no caen del cielo, surgen de comunidades  y familias cristinas sólidas de almas  generosas  y sacrificadas que pueden crecer con un acompañamiento en la fe con una ayuda  de discernimiento en el seguimiento  vocaciones nativas que nazcan en nuestra propia familia, en nuestra propia comunidad.

No podemos siempre pensar que vengan de fuera, somos nosotros los que debemos salir a llevar la buena noticia. Somos para Dios y para los hermanos donde Dios se manifiesta cada día, muchos esperan y tú ¿a qué esperas?  Las vocaciones nativas son un desafío para la Iglesia, un compromiso para todos.

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