Mtra. Dennise María Arana Escobar, enlace desde la Dimensión Episcopal para Laicos en el Núcleo de Paz, donde confluyen con la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), los jesuitas en México y la Confederación de Religiosos en México (CIRM), comparte sobre la labor y misión del Núcleo de Paz. Arana da su visión sobre el estado de la paz en México, el papel de la Iglesia y la necesidad de una corresponsabilidad social para construir un futuro con esperanza.
Esta conversación con ADN Celam, se da en el marco de los encuentros regionales en Costa Rica, iniciativa con la que busca “ensanchar la tienda” y afianzar lazos de cooperación con las Conferencias Episcopales del continente.
El encuentro comenzó con la región Centroamérica y México, con la participación de 43 representantes entre: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas, de diversas iniciativas pastorales, reflexionando sobre el caminar misionero y pastoral de esta región.
Perspectiva laical con esperanza
“Como laica, me llena de esperanza tener un encuentro donde podamos escucharnos, dialogar y abordar los temas desde las diferentes perspectivas de la Iglesia”, expresó Arana. Para ella, la riqueza de la Iglesia radica en su diversidad: sacerdotes, laicos y obispos aportan visiones únicas que, al compartirse, se multiplican en esperanza.
Dennise Arana señaló que, en este camino sinodal, la clave está en “escuchar con humildad y permitir que sea cada vez más Dios quien guíe los pasos y destinos”. Este enfoque refleja la misión de la Iglesia de ser respuesta y aporte en un mundo necesitado de paz y reconciliación.
La violencia en México y el asesinato de los Jesuitas
México ha experimentado un ciclo de violencia que ha dejado huellas en el tejido social. Arana recordó un momento que marcó un punto de inflexión en la percepción de la violencia en el país: el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la Sierra Tarahumara hace dos años y medio: “Todo lo que hacían ellos era vivir para un pueblo, entregarse por amor a Dios, por amor a ellos”.
“Esto vino a cimbrar al país, porque se hablaba ya de una línea, en un imaginario colectivo donde, aún en la violencia más grave, había un respeto humano a los sacerdotes y a esta gente de bien en las comunidades”, afirmó Dennise con evidente dolor.
Este hecho, que traspasó fronteras, sacudió a la Iglesia y al pueblo mexicano. Ante esta tragedia, la Conferencia del Episcopado Mexicano mostró un gesto de unidad al acercarse al provincial de los jesuitas en México y ofrecer su apoyo incondicional. “Fue un signo de humildad y de caminar juntos, que logra tocar los corazones del pueblo mexicano”.
Articulación por la paz
El asesinato de los sacerdotes, además de ser un doloroso recordatorio de la violencia, marca el inicio de un proceso de articulación social en México. Dennise Arana, quien en ese momento era secretaria ejecutiva de la Dimensión Episcopal para los Laicos, comenzó a trabajar para unir a todos los actores sociales de buena voluntad que anhelaban la paz.
“Empezamos a trabajar con la escucha para conocer cómo nos sentíamos como pueblo ante esto que estaba pasando”, explicó. Este proceso de escucha se realizó a través de las diócesis y las redes funcionales de la Iglesia en México, alcanzando a las 19 provincias y más de 90 territorios eclesiales.
Con esta base de conocimiento, se organizaron conversatorios y se involucró a la sociedad civil, logrando así una articulación social sin precedentes: “En el trabajo por la paz, siempre hay un camino ya recorrido y de donde recogemos frutos, incluso que nosotros no sembramos”.
Agenda nacional por la paz
En septiembre de ese mismo año, se celebró un encuentro nacional que permitió elaborar una narrativa y una “Agenda Nacional por la Paz”. Esta agenda abarcó temas como la corrupción, la inseguridad, el sistema penitenciario, la familia y las condiciones de vida en México.
Uno de los logros más significativos fue el diálogo con instancias gubernamentales para firmar acuerdos por la paz, en un esfuerzo conjunto por generar condiciones que promuevan la convivencia pacífica: “Se dialogó con las instancias gubernamentales para llegar a firmas de acuerdos por la paz”.
“Sabemos que la paz no es algo que vamos a lograr con una varita mágica ni con tres acciones. Es un trabajo lento, que requiere de todos un cambio de vida, de lenguaje, de expresiones, un cambio de juegos en los niños, de muchas cosas que involucran. Y gracias a Dios hemos logrado trabajar juntos”, aseguró.
La muerte del Padre Marcelo Pérez, encendió una llama de justicia
El asesinato del padre Marcelo Pérez fue otro golpe devastador que reveló la crisis de violencia en México. Dennise compartió cómo este hecho impactó a la Iglesia y a la sociedad civil, despertando una mayor conciencia sobre la necesidad de justicia y paz.
“Lo del padre Marcelo viene a revelar circunstancias muy complejas”, afirma Arana. “Se quiso silenciar, se le quiso apagar ese fuego que él tenía de su amor por las almas y amor por el pueblo, en el nombre de Dios”, agrega.
Asimismo, el asesinato del Padre Marcelo Pérez expuso la brutalidad de la violencia y la necesidad de una justicia basada en el diálogo, la creación de oportunidades y el respeto a la dignidad humana.
Redes de esperanza y reconciliación
En respuesta a esta realidad de violencia, la Iglesia en México estableció Nodos de Paz en el 90% de los estados de la República. Estas redes de paz trabajan en colaboración con la sociedad civil y las autoridades locales para generar condiciones que permitan la reconciliación y el desarrollo social.
Dennise Arana explicó que estos Nodos de Paz buscan transformar la cultura de violencia en una cultura de paz mediante un enfoque integral. Esto incluye programas educativos, espacios de diálogo y el fortalecimiento de las comunidades locales.
Es un trabajo conjunto y constante. Hoy, más que nunca, se necesita caminar juntos y reconstruir el tejido social desde la fe y la esperanza, declaró Dennise Arana, motivando a “construir condiciones de paz”.
El mensaje del Núcleo de Paz de la Dimensión Episcopal para los Laicos de la Conferencia Episcopal Mexicana, va de la mano con la última exhortación de los obispos mexicanos, que en su reciente mensaje recuerdan que, incluso en medio de la adversidad, la esperanza puede florecer cuando se trabaja en unidad y corresponsabilidad.
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