Mons. Dante Gustavo Braida es uno de los elegidos por el episcopado argentino para ser miembro de la asamblea sinodal que tendrá lugar en Roma el próximo mes de octubre. El obispo de La Rioja, donde vive el legado de Mons. Angelelli, afirma que “la sinodalidad es una experiencia que vamos aprendiendo también en el camino”.
En una Iglesia muchas veces centrada en el ministro ordenado, llama a caminar con otros, porque “cuantos más aportan sus talentos, mejor se lleva adelante la misión”. A la asamblea sinodal quiere llevar elementos presentes en la Iglesia argentina, la opción por los pobres, generar espacios de dialogo y el aliento misionero. Y espera encontrar hermanos y hermanas que estén en proceso y una mayor valorización de los laicos como miembros de la Iglesia.
La sinodalidad es una palabra y una dinámica antigua en la vida de la Iglesia, que podríamos decir que durante un tiempo quedó en un segundo plano. El Papa Francisco quiere retomar esa dinámica, ¿qué es lo que representa para la vida de la Iglesia?
El primer recupero fue el del Concilio Vaticano II, buscando volver a las fuentes, y a partir de ahí se inició un proceso que ahora sí Francisco como que lo está poniendo más en valor, y esto está ayudando mucho a que nos hagamos cargo de la vida de la Iglesia entre todos, y sobre todo la misión que la Iglesia tiene.
La sinodalidad es una experiencia que vamos aprendiendo también en el camino. Estos días en Bogotá nos están ayudando a ponernos en sintonía con el Espíritu y descubrir como él se manifiesta realmente en cada persona cuando le damos lugar y cuando le podemos compartir con otros.
¿Y cómo un obispo vive eso en el gobierno pastoral de una diócesis?
Primero uno lo vive con mucha esperanza porque hoy día mucho está centrado en el ministro ordenado en la vida pastoral y esto implica un caminar con otros, es como compartir la tarea, y eso es un alivio y una mayor responsabilidad, porque también uno tiene que discernir los carismas de las personas, que cada uno pueda hacer su aporte a la Iglesia. Es una ayuda enorme, porque cuantos más aportan sus talentos, mejor se lleva adelante la misión.
Usted es obispo de La Rioja, diócesis donde fue obispo Mons. Angelelli, de quien, parafraseando las palabras de Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud, podemos decir que hizo todo lo posible para hacer realidad una Iglesia en la que caben todos, una Iglesia sinodal. ¿Cómo ese legado continúa presente en esa iglesia particular?
Es muy grande beber del legado que él nos ha dado, porque justamente él vivió el Concilio Vaticano II, y en 1968 cuando asume la diócesis buscó aplicarlo, y de modo concreto alentando a los laicos en su misión propia, en el mundo especialmente, y también ayudando a enfrentar las situaciones de pobreza que atosigaban la vida de mucha gente. También formando los consejos pastorales, organizando la diócesis por decanatos para que sea más participativa.
Realmente entregó su vida por una Iglesia sinodal y por eso cuando fue beatificado, el cardenal dijo que fue mártir de los decretos conciliares. Buscó eso, una persona que amó mucho a la Iglesia, y aunque no fue muy comprendido en su tiempo por algunos sectores eclesiales, sin embargo, siguió adelante, unido a la Iglesia y fiel a la misión que se le encomendaba. Hoy día estamos tratando de leer más sus homilías, de acudir más a su testimonio, porque es una luz enorme para los que queremos vivir la sinodalidad.
Usted es miembro de la asamblea sinodal en representación del episcopado argentino, ¿qué es lo que quiere llevar en nombre de sus hermanos obispos a una asamblea sinodal donde se hacen presentes las iglesias de todo el mundo? ¿Cuáles pueden ser los aportes del episcopado argentino a la sinodalidad en la Iglesia universal?
En Argentina como miembro de América Latina, la opción por los pobres es un acento fuerte en nuestra Iglesia y también en Argentina estamos tratando de vivirlo lo más fuertemente posible. También generar espacios de dialogo entre diferentes sectores, que también estamos tratando de llevarlo adelante en una sociedad muy polarizada. Después también el aliento misionero, se va buscando que cada comunidad tenga una impronta misionera en ir al encuentro de los que no están, ir a la escucha de aquellos que se han ido. Esos intentos va a estar bueno que resuenen en la sala sinodal.
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Hablamos de lo que usted quiere llevar, pero también ¿qué es lo que espera encontrar para su vida como bautizado y como obispo en esa asamblea sinodal?
Espero encontrar hermanos y hermanas que estén en proceso, que, aunque no tengamos las cosas claras estén en camino, buscando sintonizar con el Espíritu Santo en la vida interior. Hermanos y hermanas que busquen compartir la riqueza de su lugar y una mayor valorización de los laicos como miembros de la Iglesia, que es un paso que tenemos que ir dando, y una Iglesia que trata que los pastores estén al servicio del pueblo, una autoridad que nazca y esté al servicio del pueblo.
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