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Mons. Ojea: La ley nueva es más simple, pero mucho más exigente para su cumplimiento”

El Evangelio del VII Domingo del Tiempo Ordinario nos presenta un texto del Sermón de la Montaña en donde “Jesús expone la ley nueva, la ley del corazón, frente a la ley antigua”, señala Mons. Oscar Ojea en su comentario semanal. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “la ley antigua tenía muchísimos preceptos, la ley nueva es más sencilla, es más simple, pero mucho más exigente para su cumplimiento”.

 

Negar el rencor y la venganza

Citando las palabras del Evangelio que dicen: “Amen a sus enemigos, recen por los que los persiguen y así serán verdaderamente hijos del Padre Celestial que hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injusto”, el prelado afirma que “esto es una superación de la justicia, no niega la justicia, pero sí niega el rencor y la venganza”.

Desde ahí se cuestiona: “¿Cuántas veces nos detenemos en nuestro corazón para tocar continuamente las ofensas que nos ha hecho nuestro prójimo?”. A ello responde que “a veces de la propia familia, del propio grupo, como una quinta columna dentro de nuestra vida. Entonces tocamos la herida, revolvemos, ponemos distintos escenarios y nos quedamos allí”.

 

El mal es vacío de bien

Para el obispo de San Isidro, “Jesús en el fondo nos va a decir, el mal es vacío de bien y no se puede combatir un vacío con otro vacío, sino que el vacío se combate solo con la plenitud y, la plenitud está en el perdón”. En ese sentido insiste en que “la plenitud está en la comprensión de por qué el otro, dentro de su historia, ha terminado con este acto. Para esto me tengo que alejar, tengo que tomar distancia y esto no es fácil, es difícil, tengo que intentar ponerme en ese lugar, sino el rencor y la venganza necesariamente se me van a volver en contra”.

Citando las palabras de Jesús en las que dice: “sean perfectos como es perfecto el Padre del cielo”, el prelado argentino hace ver que “no nos quiere decir que seamos perfectos igual que el Padre”, y sí “que seamos perfectos según todo lo que nosotros podemos”. Para Mons. Ojea, “perfecto quiere decir acabado, completado, pleno”. Por eso hace una invitación: “que dentro de nuestros límites y de nuestra fragilidad, podamos dar todo lo que podemos para poder alcanzar esta plenitud que se encuentra escondida en el perdón”.

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Como ejemplo de perdón recuerda al “Santo Papa Juan Pablo II cuando perdonó al agresor que nada menos le había pegado un tiro cuando él estaba comunicándose con la multitud”. A partir de ese hecho afirma “qué importante que es en realidad este ejemplo que nos ha dado el Santo Papa en estos últimos tiempos”. Desde ahí llama a que “pidámosle al Señor que nos enseñe a comprender y a perdonar a los enemigos, es una clave para poder construir un mundo nuevo y es una clave para la paz. Es imposible que haya paz si estos sentimientos profundos expresados en el Sermón de la Montaña no se llevan adelante”.

 

 

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