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Testimonios de sinodalidad en la Asamblea Regional CAMEX

Ha concluido este 17 de febrero, en El Salvador, la primera de cuatro Asambleas Regionales coordinadas por el equipo del Celam para la fase continental del Sínodo de la Sinodalidad. Este fin de semana retornan a sus países los 91 participantes de esta inédita experiencia de escucha mutua, discernimiento y oración ‘en clave sinodal’.

Algunas reflexiones y testimonios, a modo de balance sobre lo vivido en esta semana, posibilita una aproximación a lo que se vivió en la Asamblea Regional Centroamérica-México (CAMEX). Para ello, tres laicos, dos religiosas, un sacerdote y dos obispos, han compartido sus experiencias y testimonios ‘en clave sinodal’.

Experiencia de inclusión

“Esta asamblea ha sido de mucha bendición para mí”, comenta Amador Pérez López, coordinador de la dimensión de laicos de la diócesis de Tehuacán, en México; para quien su condición de discapacidad “no es motivo para dejar de estar dentro de este trabajo que está haciendo la Iglesia”. Durante la Asamblea CAMEX, fue notable el entusiasmo de Amador al desplazarse en su silla de ruedas a los diversos espacios de compartir y de diálogo, siempre con el apoyo de sus compañeros de delegación y de otros asambleístas.

Amador está convencido de que la misión que viene es “seguir llevando esperanza a todos los cristianos católicos y también a aquellos que no son católicos, porque trabajar en sinodalidad es trabajar unidos, compartir los dones y los carismas, sin importar el impedimento que se tenga”.

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Participación viva y dinámica de las mujeres

Por su parte, la Hna. Rosmery Castañeda, quien hace parte de la comisión nacional para el Sínodo, en Panamá, manifiesta su alegría por lo vivido en esta semana: “he encontrado una riqueza preciosa entre los que hemos participado en esta Asamblea CAMEX”, dice, resaltando “la participación de mujeres consagradas y laicas que hemos reafirmado que nuestra participación en la Iglesia es viva y dinámica”.

Además, añade la Hna. Rosmery, “en este camino sinodal vamos viendo que las mujeres también tenemos voz y podemos participar en las decisiones, porque conocemos la Iglesia, vivimos en ella y trabajamos en nombre de la Iglesia”. “Siempre la mujer, como decimos en la vida religiosa, es el ala profética de la Iglesia”, concluye la religiosa de la delegación panameña.

“La escucha es un don”

Santiago Ruíz es laico y hace parte de la pastoral garífuna de Honduras. En su experiencia, “esta Asamblea ha sido un ejercicio espiritual de escucha, de desarrollo de la competencia y al capacidad de escucha al otro, sabiendo que cuando se escucha es posible al complementariedad, la corresponsabilidad y la comunión”. Al subrayar que “la escucha es un don”, asevera que “es fundamental para articular todo nuestro trabajo por el Reino de Dios”.

A partir de su vivencia en estos días, Mons. Daniel Francisco Blanco, Obispo Auxiliar de San José de Costa Rica, expresa que “en este encuentro hemos podido conversar, nos hemos escuchado y hemos comprendido que el camino de la Iglesia debe hacerse en sinodalidad, donde la apertura al otro, la escucha del otro, siempre será indispensable para tomar decisiones en favor de la misión y del anuncio del Evangelio”.

Mons. Daniel destaca la importancia de “compartir con hermanos laicos, de distintas pastorales y acciones misioneras dentro de la Iglesia”, al tiempo que anima a todos los comunicadores y comunicadoras en la Iglesia para que continúen “la misión de seguir colaborando para que el camino sinodal siga adelante y sea todo un éxito”. “Es muy importante que lo que se está realizando en esta fase continental, sea conocido en toda la Iglesia”, apostilla el obispo, quien también es el referente del episcopado costarricense para la comunicación.

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Sinodalidad en las parroquias

“Creo que el Señor nos está llamando, realmente, a caminar juntos y juntas, y para ello, es necesario que experimentemos también en las parroquias, en las diócesis, y a nivel de Iglesia, en general, todo este proceso de sinodalidad que es, realmente, volver al origen del Evangelio”, dice la Hna. María Elena Díaz, MM, de la Conferencia de Religiosas/os de Honduras (Confereh).

De igual forma, la religiosa afirma que “el Señor nos está llamando a aportar desde lo que somos, porque como bautizados tenemos el compromiso de ser corresponsables en la misión de la Iglesia”, toda vez que “este proceso que está emprendiendo la Iglesia es del Espíritu, y nos invita a renovarnos y a transformar la sociedad”.

La presencia del sínodo digital

Desde la experiencia del Sínodo Digital, el mexicano José Manuel De Urquidi califica la Asamblea CAMEX como “una experiencia muy rica, muy única, en la que hemos buscado representar al continente digital y compartir lo que hemos hecho en la etapa anterior del sínodo, trayendo a esta etapa continental nuestra perspectiva y lo que hemos vivido”.

“Necesitamos seguir caminando juntos, comprendiendo que el continente digital es un nuevo areópago donde podemos evangelizar a las periferias”, continúa De Urquidi, subrayando el imperativo de “acompañar a los evangelizadores digitales para que no caminen solos”.

Diálogo entre hermanos y hermanas

Mons. Juan Manuel Cua, Obispo Auxiliar de los Altos, en Guatemala, destaca que lo más especial de la experiencia de la Asamblea Regional Centroamérica-México ha sido “el encuentro con los hermanos y hermanas y el diálogo a través de la ‘conversación espiritual’, que ha sido un método fabuloso”.

A propósito de lo vivido, el obispo guatemalteco llama la atención sobre dos aspectos. “Lo primero es que conformamos equipos comunitarios, y nos sentimos tan hermanos entre nosotros que hablamos desde la metodología de la ‘conversación espiritual’ que fue propuesta. Lo segundo –continuó el obispo– es que hemos querido en el grupo escuchar la voz del Espíritu y desde ahí plantear los horizontes que puedan servirnos en este caminar sinodal”.

Gratitud y libertad

Finalmente, el P. Octavio Cruz, Vicario del Arzobispado de San Salvador, manifestó una “gratitud muy grande” a Dios y a sus hermanos y hermanas del grupo de trabajo. “Teníamos en mi grupo un obispo, estábamos dos sacerdotes y tres laicos, y la experiencia fue muy buena porque teníamos libertad a partir de nuestro bautismo y del sentido de ser, como Iglesia, responsables de llevar adelante nuestros sueños”.

Con miras a las próximas Asambleas, el sacerdote salvadoreño anima “a los hermanos de las otras regiones de América Latina y el Caribe y, por qué no, de las otras regiones del mundo que están en otra partes del mundo, a que nos entusiasmemos, nos ilusionemos, y a dar lo mejor para llevar adelante este sínodo”.

 


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