En el Evangelio del vigésimo primer domingo del Tiempo Ordinario, nos hace ver Mons. Oscar Ojea, le preguntan a Jesús que va camino a Jerusalén: “¿serán muchos o pocos los que se salvan?”, a lo que según el presidente del episcopado argentino “el Señor no responde por la cantidad, no importa la cantidad, si muchos o pocos, sino por el modo, por dónde, cómo”.
Entren por la puerta estrecha
Cuestionando sobre “¿Por dónde pasa la salvación?”, hace ver la necesidad de que “entren por la puerta estrecha”, señalando que “Él es la puerta”, recordando lo que dice el Evangelio de San Juan: “el que entre por mí, se salvará”. En palabras del obispo de San Isidro, “detrás de una puerta hay una casa, una casa con calor de hogar, una casa con seguridad, una casa confortable. Jesús nos conduce al Padre, al dueño de esa casa, el que crea el clima de esa casa. Jesús es camino para llegar al Padre, por eso él es la puerta”.
Mons. Ojea se pregunta en relación con la puerta: “¿Por qué estrecha? ¿Jesús es un maestro exigente que le gusta probar a sus discípulos a ver cuánto aguantan en una competencia o en una ascética ridícula?”. A ello responde que “no, Jesús no es así, la puerta es estrecha porque debe contener y reducir nuestra soberbia, nuestro orgullo, nuestra indiferencia, nuestro egoísmo”.
La puerta está siempre abierta
Junto con ello, resalta que “la puerta debe hacernos ligeros de equipaje para poder encontrarnos seguros en la casa, en el Reino. Por eso es tan importante entender bien lo que significa la puerta estrecha, porque se estrecha, pero está siempre abierta, de par en par para que entren todos, para que puedan entrar todos, para que nos podamos dejar abrazar por la misericordia de Dios, entrando con la actitud humilde con que se entra en una puerta estrecha, ligero de equipaje”.
Haciendo ver que “nuestra vida no es una película, ni es un videojuego, sino que es muy seria y la puerta se cierra, hay un momento en que la puerta se cierra”, dice preguntarse, sobre todo en relación con las veces en que tenemos que tomar actitudes, pensando en actitudes sociales importantes para preservar la vida, para cuidar la vida: “¡Cuánto nos cuesta como personas y como sociedad!”
Construir juntos un mundo verdaderamente justo y fraterno
Analizando lo vivido en la pandemia, Mons. Ojea recuerda que “se duplicaron las extracciones en el Amazonas, el extractivismo avanzó, y por lo tanto avanzó la contaminación del agua, creció la temperatura global”. También ha recordado que “este año en el verano europeo se dio un calor insoportable, y, sin embargo, al mismo tiempo, las playas estaban llenas”, viendo eso como un pensar “que podemos mirar para otro lado, pero también tenemos que atender, según nuestra responsabilidad, aquello que tiene que ver con el cuidado de la vida, porque tal vez la puerta se cierra”. En ese sentido recuerda el dicho popular: “Dios perdona siempre, el hombre perdona a veces» pero la naturaleza no perdona nunca”.
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Finalmente invita a pedir “al Señor poder estar atentos a nuestra realidad para que podamos construir juntos un mundo verdaderamente justo y fraterno, que nos permita a todos pasar por la puerta estrecha para poder encontrarnos con el Padre en la casa, atravesando la puerta que es Jesús”.
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