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Mons. Santiago Silva: “No existe una Iglesia perfecta, existe una Iglesia que se siente vulnerada”

En Chile, el proceso de discernimiento eclesial ha estado fuertemente ligado con la crisis de los abusos en la Iglesia, que hizo con que la vida de muchos y de muchas quedó quebrada. Ante eso, los representantes de la Iglesia de Chile en la Asamblea Sinodal del Cono Sur, que reúne en Brasilia de 6 a 10 de marzo a casi 200 personas, llevaron a cabo un sincero pedido de perdón en la Eucaristía presidida por los obispos chilenos. Perdón por no saber descubrir a tiempo las raíces del abuso y del pecado, por no saber abrir oportunamente sus oídos al clamor de los vulnerados, por su demora en seguir los pasos de Jesús, Señor de la Gloria y Siervo sufriente.

 

Ensanchar tu tienda tiene que ver con el Éxodo y con la Alianza

En su homilía, Mons. Santiago Silva Retamales, partiendo del texto que inspira la Etapa Continental del Sínodo 2021-2024, comenzó afirmando que “el texto de Isaías 54 anima nuestro caminar sinodal, ensancha la tienda”. Un texto que pertenece al segundo Isaías y que tiene como contexto el siglo VI antes de Cristo, el exilio en Babilonia, donde Dios hace una promesa cuando el pueblo está a punto de salir del Exilio, ensancha tu tienda. Un ensanchar tu tienda que tiene que ver con el Éxodo y con el contexto teológico de la Alianza.

El obispo de Valdivia recordó que en aquella cultura nómade, ensanchar la tienda tiene tres significados: la tienda es móvil, van de un lado a otro, no están estacionados siempre en el mismo lugar; ensancha la tienda porque ensanchaste tu familia, tu familia es numerosa, tu tienda de antes ya no sirve, ensánchala, tiene que ver con la fecundidad, ensancha tu tienda porque te hice fecundo y te concedo vida; ensancha tu tienda para que puedas recibir a otros, la ley de la hospitalidad, que en aquellos pueblos nómades que viven en el desierto es vital, es fundamental, al que llega se lo recibe.

La tienda tiene que ver con la movilidad, la tienda tiene que ver con la familia, la fecundidad y la vida, la tienda tiene que ver con la hospitalidad, es decir con la comunión o fraternidad. La tienda habla entonces de un bienestar integral como promesa del Dios de la Alianza, que libera, “es una tienda de liberados, no de esclavizados, es una tienda de un Dios que da vida, no de un Dios que provoca la muerte, es una tienda de un Dios que se compromete con la fraternidad, no una tienda para albergar a hermanos que se pelean y se dividen, porque sino no hacen honor ni a la Alianza, ni a la tienda que Dios les regaló”, destacó Mons. Silva Retamales.

 

¿Cómo tiene que ser nuestra tienda?

Para poder construir una tienda se necesitaba en aquel tiempo por lo menos tres cosas: el toldo, la lona, la cuerda, que hace posible sujetar y la estaca que se clava en el suelo, para poder defender esa lona, esa tienda de los vientos, de las tempestades, para mantenerla segura. Desde ahí se preguntó “¿cómo tiene que ser nuestra tienda?, la Iglesia en cuanto tienda, ¿qué elementos estructurales tiene que tener? Hoy, ¿cómo tiene que ser nuestra lona, nuestra cuerda y nuestras estacas, para poder construir una tienda en dónde podamos ofrecer vida nueva, que es Jesucristo, comunión, fraternidad, donde podamos ofrecer lo que el Dios de la Nueva Alianza nos estregó, nos dio bienestar integral, cómo tiene que ser hoy nuestra tienda para poder ofrecer bienestar integral?”

Desde el Evangelio del día dijo que “tenemos algunas condiciones clarísimas que Jesús señala en esta crítica ácida que les hace Jesús a los fariseos”. Desde ahí insistió en que “nuestra tienda dará bienestar integral si nos preocupamos de que nuestras obras coincidan con nuestro pensar”, algo que tiene que ver con la autenticidad de la vida, “unas comunidades donde lo que se piensa, se hace, una comunidades donde las acciones manifiestan nuestras certezas de fe”.

Comunidades, resalto Mons. Santiago Silva, “donde se busca la voluntad de Dios y no las normas. No se hacen normas para vivir, pensando que esas normas reflejan necesariamente la voluntad de Dios”. Por eso, insistió en que “no siempre la norma manifiesta la voluntad de Dios, y lo que el Señor de la vida nos pide no es seguir normas, es descubrir, discernir la voluntad de Dios”. Una tienda en la que, según el obispo de Valdivia, “lo central sea Jesucristo en cuanto revelación, manifestación de la voluntad del Dios de la Alianza”.

 

No privilegiar la imagen sobre el ser

Mons. Silva Retamales hizo ver que “aquellos fariseos privilegian la figura, privilegian la imagen sobre el ser”, se preocupan en aparecer. Por eso, “una tienda donde la identidad crística de la Iglesia sea clara, sea transparente, sea manifiesta para todos”. Sabiendo que “somos la comunidad del Resucitado, desde allí no temer aparecer con nuestras debilidades, con nuestras fragilidades, con nuestros pecados”, pues “es Él el que salva, y salva a pecadores”, insistiendo en que “nosotros lo somos, por qué no manifestarlo, por qué no mostrarlo”.

“No existe una Iglesia perfecta, existe una Iglesia que se siente vulnerada, que se siente con la tragedia del pecado y la maldad”, afirmó Mons. Santiago Silva. Desde ahí, “en medio del mal la vida, pero no cualquier vida, la vida que resuena con fuerza, la vida del Resucitado que ya venció al mal. Por tanto, una Iglesia que sabe que está llamada a la Resurrección”.

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Recordando que aquellos fariseos buscan el honor, los privilegios centrados en la función, que “su autoridad es para imponerse, para ser reconocidos, que los llamen maestros”, propuso una Iglesia humilde, una Iglesia sencilla, una tienda en donde podamos vivir la autoridad como servicio, no como imposición”, una Iglesia sencilla, que tiene por centro a Jesucristo y desde la sencillez anuncia a su Salvador. Haciendo ver que, en esa tienda, nosotros también somos tienda, afirmó que “necesitamos estas mismas características en nuestro cuerpo, corporalizar la sencillez, la humildad, la autoridad como servicio, corporalizar la vida y la comunión, eso se llama testimonio”, buscando así mostrar que “nuestro cuerpo está lleno del Dios de la vida”, lo que hace fuerte y denso nuestro grito.

 

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