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Mons. Víctor Fernández: Hacer posible una Iglesia más misionera y en salida

¿Cómo superar las deudas con Aparecida? Esta fue la pregunta que respondió Mons. Víctor Manuel Fernández en diálogo con el Centro de Gestión de Conocimiento del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), a propósito de los 15 años de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

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Poner en práctica Aparecida

Lo primero que señala el prelado argentino tiene que ver con la tentación de “pensar en una nueva Conferencia Latinoamericana”, dado que, como ha dicho el Papa Francisco, “si no aplicamos Aparecida, para qué vamos a hacer otra”. Y esto quiere decir, además, que la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe “tampoco pretendía sustituirla” sino, más bien, se trata de “un intento por relanzar Aparecida, por retomar sus grandes temas y ayudar a que se recobre la conciencia y se aplique Aparecida”.

Entonces, “para superar los desafíos, la única manera es sentarse a realizar las reformas, los cambios que hacen posible una Iglesia mucho más misionera y en salida, que provoque una experiencia de Cristo, y genere un proceso de crecimiento en las personas”, explica el teólogo. “Un proceso donde se valora a la persona entera y nos duele su angustia, su pobreza, sus límites, y buscamos, de alguna manera, estar al lado”.

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Dar el paso

Para las parroquias, las diócesis, los movimientos, las escuelas y otras instancias eclesiales, la clave está en preguntarse “cómo cambiamos, qué nos hace falta para que, realmente, podamos dar este paso”. Por eso Mons. Fernández insiste en la importancia de reunirse “en asamblea” para definir “cómo hacemos para reformar la vida [parroquial, diocesana, escolar…], revitalizarla y volverla efectivamente una comunidad en salida, misionera, capaz de provocar, de suscitar, una experiencia honda al encuentro con Cristo en todos, y no solamente en algunos”.

Se tratra, por tanto, de “crear los cauces concretos, las formas concretas como vamos a poder hacer efectivo esto, hacerlo realidad”. Más allá de lamentarse por las situación del mundo “que está alejado de Cristo” o “cayéndose a pedazos”, el prelado pregunta: “¿y qué hacemos con eso?, ¿qué aporta?, ¿dónde está el fuego?, ¿donde está la llama que quema y transforma?”, la misma que movió a San Francisco de Asís, a San Vicente de Paul, a San Cayetano y a otros grandes reformadores de la Iglesia. “La gente que se encierra a lamentarse, lo único que hace es agregarle más enfermedad, más debilidad a la iglesia, y eso no va a producir nada”, apostilla.

El camino “es sentarse con la decisión de un cambio profundo”, subraya de nuevo. “Y si hay desafío, y si el mundo nos crítica y nos persigue, o no nos escuchan, si nos humillan… las reacción es dar más, entregar más, decidirse a entrar en un camino nuevo, porque siempre que hay crisis surge algo nuevo distinto, no se repiten las mismas recetas cuando hay una crisis, se abren aquí con toda la riqueza histórica de nuestra fe”, argumenta Mons. Fernández, consciente de que quien decide transitar por nuevas sendas de cambio también puede ser objeto de críticas e incluso de persecución.

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Provocar experiencias

Con relación al Documento Final, manifiesta que si bien “toda la primera parte que habla de la realidad, es algo que evidentemente hoy lo tenemos que enriquecer, porque han pasado muchas cosas en estos 15 años, y pasó la pandemia”, por otra parte, el llamado a “transformarlo todo para volvernos más misioneros” permanece y debe seguir siendo profundizado y puesto en práctica “para estar al lado de la gente, para no ir a imponer cosas, sino a provocar experiencias”.

“Es un proceso que llevará su tiempo, pero lo importante es ese fuego de la experiencia, de la relación personal con Cristo. Y entonces, sí habrá un camino de desarrollo, de maduración y crecimiento”, concluye.

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