Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, presidente de de la Red Eclesial de migración, trata y refugio Clamor y presidente de Cáritas América Latina y el Caribe, arzobispo de Yucatán (México), participa del encuentro internacional representantes de las Conferencias Episcopales de Centroamérica, México, Norteamérica y el Caribe, con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, en el que se está analizando la situación migratoria de la región.
Sobre este evento que se realiza en El salvador, del 21 al 25 de agosto, mencionó que los prelados y representantes del Vaticano “es una reunión ordinaria que se hace con cierta regularidad, porque es necesario ir actualizando siempre la realidad de los migrantes y buscar las acciones convenientes para atenderlos mejor”.
Explicó que evalúan las acciones de la Iglesia en los distintos corredores migratorios y que tiene a Centroamérica-México como el de mayor afluencia. En este aspecto son dos temas prioritarios: denunciar las situaciones de violaciones de derechos y promover la cultura del encuentro, basándose en los cuatro verbos del Papa Francisco: acoger, proteger, promover e integrar.
Tender puentes
Monseñor Rodríguez ha destacado que la migración representa una oportunidad de crecimiento y aporte: “Reiteramos que los migrantes no son delincuentes, pueden estar indocumentados, pero no son delincuentes; en su mayoría son gente buena, que no tiene otra intención que la de buscar una vida mejor, por eso, muchas veces lo arriesgan todo”.
Recordó que son también nuestros hermanos, “vienen a trabajar, a aportar al país, no podemos tratarlos con desprecio o con miedo o con acciones que vayan contra su dignidad”. Es muy importante el acompañamiento, en ese aspecto, elogió el trabajo de las casas de acogida.
Allí se recibe a “todos los que se puede recibir, a todos los que acuden. Hay muchos que se escapan de las posibilidades de la Iglesia o que no llegan por ahí, pero se hace se hace lo posible”. Lo dice la voz de la experiencia, pues don Gustavo fue obispo en la frontera en Nuevo Laredo, donde pudo acompañar una casa de migrantes. Para el prelado, el llamado es a ser solidarios, tender puentes, porque es un fenómeno que “seguirá en aumento”.
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