Este 1º de mayo se conmemora el Día de trabajador, junto con este la fiesta de san José Obrero y aún cuando siguen pendientes muchas demandas con el pueblo trabajador desde la Iglesia hombres y mujeres siguen apostando por el bien común.
Es el caso de monseñor José Reginaldo Andrietta, obispo de Jales, San Pablo (Brasil) y referente de la Conferencia Nacional de Obispos para la Pastoral Obrera, quien ha repasado con ADN Celam algunos apuntes sobre esta emblemática fecha.
¿Cuál es el origen del Día del trabajador?
El 1º de Mayo tiene un gran significado histórico. Hace 150 años, trabajadores y trabajadoras de muchos países comenzaran a luchar por reducir la jornada de trabajo para 8 horas, que en la época llegaba a dieciséis.
Fue así que, en Chicago, Estados Unidos, en el 1er de mayo de 1886, millares de trabajadores y trabajadoras, manifestándose en las calles por ese derecho, fueran duramente reprimidos. Algunos fueron muertos.
Tres años más tarde, un grande encuentro mundial de trabajadores y trabajadoras declaró el primer de mayo como un día de manifestaciones para exigir mejores condiciones de vida y respeto a su dignidad.
¿En la Iglesia desde cuando se instituye el Día de san José Obrero?
En 1955, el Papa Pío XII instituyó el 1º de Mayo como Día de San José Obrero, demostrando el valor histórico de ese Día de los Trabajadores y las Trabajadoras, y que la Iglesia se solidariza a sus justas reivindicaciones.
La Iglesia, pues, en lugar de sustituir la conmemoración histórica de los trabajadores y las trabajadoras, en ese día, la valoró y ayudó a rescatar su historia, estimulando la lucha de la clase trabajadora por sus derechos.
Esa lucha está en sintonía con la misión que Cristo confió a sus discípulos de ser “sal de la tierra y luz del mundo” (cf. Mt 5,13-16), sobre todo en este tiempo, en que muchos están expropiados del derecho até mismo del trabajo.
¿Cuáles son las deudas de la Iglesia con el pueblo trabajador?
“La Iglesia debe al pueblo trabajador un reconocimiento más explícito sobre la importancia y la prioridad del trabajo, en su acción evangelizadora, conforme orienta su Doctrina Social.
El Papa San Juan Pablo II, en su Encíclica Laboren Exercens, afirma que «el trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social»”.
Esa clave, según el Papa, tiene «una importancia fundamental y decisiva» para la resolución de problemas sociales, pues afronta un conflicto también clave: la primacía del capital sobre el trabajo.
¿Cuáles siguen siendo los desafíos de la pastoral de los trabajadores?
“Es tiempo de fortalecer la unidad de quienes luchan por la universalización de sus derechos. Que este 1º de Mayo renueve, por tanto, las fuerzas de quienes asumen esta lucha con fe, esperanza y amor (cf. 1 Co 13,13).
Nuestra sociedad garantizará plena democracia, equidad de derechos y respeto a la dignidad de todos y todas con la participación organizada de los trabajadores y las trabajadoras. ¡Caminemos en esta dirección! Cristo camina con nosotros ¡Tengamos confianza en él!”.
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