En su prédica del XXIX Domingo del tiempo ordinario, monseñor Miguel Cabrejos, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), ha expresado que “la eficacia por un lado y la constancia de la oración por otro lado en el momento de la espera constituyen el tema que sostiene la narración del juez y de la viuda”.
El prelado explica que “los dos personajes del Evangelio (Lc 18,1-8), la viuda y el juez, son retratados con mucha finura a tal punto de llegar a ser 02 figuras emblemáticas. De un lado está el Juez, una persona sin fe”.
Mientras que “la viuda era la persona más expuesta al atropello, tanto es así que Dios mismo es invocado en el Antiguo Testamento como el defensor de las viudas”.
La oración constante transforma
Don Cabrejos señala que “la viuda en la parábola tiene una característica decisiva. Es sí, victima, pero no resignada o desesperada. Su coraje, su valentía no se resquebraja, no se daña, y continúa reclamando su derecho quebrantado, no reconocido, delante del juez arrogante e indiferente”.
“Su infatigable perseverancia no se rompe, no se quiebra delante de la puerta cerrada, delante al rechazo constante y a la reacción estilizada del juez”, acotó.
Por tanto, “la narración nos da ‘lecciones’ sobre la oración constante y se transforma en un mensaje destinado a alimentar la esperanza de los justos” y “Jesús a través de la parábola, hace un llamado a cada uno de nosotros que lo escuchamos: aquel que persevere hasta el final, será salvado (Mt 24,12-13)”.
Sobre esta parábola
Para monseñor Cabrejos “esta parábola quiere entonces responder a la perplejidad de los fieles ante los cuales parece que Dios está aparentemente lejano o indiferente”.
Por ende, “la parábola es una vigorosa y pintoresca nota de indignación del evangelista, San Lucas en relación a los poderosos y burocráticos, inertes y provocativos personajes”.
Entonces “la narración evangélica termina con esta frase: ¿“El Hijo del hombre, cuando vendrá, encontrará fe en la tierra?”, de tal forma que, por un lado, “las viudas que noche y día gritaban hacia Dios están disminuyendo; los justos que se empeñan por la verdad, el servicio, el amor a menudo se cansan”.
Por otro, “la superficialidad a veces extiende su velo mortal, sobre todo y, por la propagación, la extensión de la iniquidad, el amor de muchos se enfría”.
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