Monseñor Miguel Cabrejos alza su voz para pedir por la paz y la no violencia en Trujillo y en todo el Perú. Su exhortación se da en un contexto donde la violencia, la extorsión y los asesinatos han sembrado miedo y desesperanza en la sociedad.
A través de un video mensaje que circula en redes sociales, Mons. Cabrejos remarca que la Iglesia siempre estará en defensa de la población, especialmente de los más vulnerables, sin tomar partido por ninguna asociación política o ideológica. “La Iglesia siempre estará en defensa de la población “especialmente de los más pobres y vulnerables”, señala.
“La paz es un derecho de todos”, afirmó, destacando la responsabilidad de la Iglesia en responder al llamado de quienes buscan justicia y armonía, “siendo un puente de esperanza y fraternidad”.
Bienaventurados los que trabajan por la paz
Citando las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”, señaló la urgencia de restaurar la paz en Trujillo, una ciudad que ha sido gravemente afectada por la delincuencia.
El arzobispo denunció cómo la violencia ha destruido familias y debilitado la sociedad, fracturando una paz que tomó años construir: “No podemos resignarnos a vivir bajo el miedo y el terror”, declaró, instando a la comunidad a unirse con fe y valentía para proclamar que la paz es posible.
“Cada vida humana es sagrada, desde el niño en el vientre de su madre hasta el anciano que espera en su lecho de dolor, todos tenemos un valor infinito ante Dios. No podemos acostumbrarnos a la violencia, al asesinato, a la impunidad a ver el dolor del otro como algo ajeno. Cada bala disparada, cada vida arrebatada, es una herida en el corazón de Dios y un fracaso de nuestra humanidad”, expresó con firmeza.
Basta de violencia, basta de indiferencia
“¡Basta de violencia, basta de indiferencia, basta de vivir con miedo, basta de sembrar el terror!”, exclamó Mons. Cabrejos, al tiempo que pidió unidad para recuperar la paz en el corazón de cada persona, en las familias y en la sociedad, defendiendo a los jóvenes para que no sean presas de la delincuencia ni se vean forzados a emigrar.
Exigió a las autoridades locales y nacionales, a la sociedad civil organizada, a las universidades y a las empresas, que actúen con determinación para “erradicar la violencia y devolver la seguridad”.
“No queremos promesas vacías, sino acciones concretas y sostenibles que prioricen la paz y la justicia”, manifestó.
La paz no solo se logra con medidas de fuerza
La autoridad eclesial expresó que la delincuencia no puede combatirse solo con represión, sino con oportunidades, educación y empleo digno. “La paz no se alcanza solo con medidas de fuerza”.
Exhortó a las autoridades actuar con transparencia, responsabilidad y cercanía al pueblo, “porque solo con el esfuerzo conjunto podremos recuperar la esperanza y la armonía”.
Este 2025, que será un año jubilar, debe ser un tiempo de gracia y reconciliación, dijo Mons. Cabrejos recordó que en la tradición bíblica el jubileo significaba la liberación de los oprimidos y el restablecimiento de la dignidad y el perdón de las deudas: “En Trujillo necesitamos ese espíritu de liberación”, afirmó, instando al arrepentimiento de quienes han causado dolor y a la sanación de quienes han sufrido.
La construcción de una nueva sociedad
“No podemos construir la paz, si en nuestro corazón solo hay resentimiento y venganza”, señaló, e invitó a “abrazar el perdón”, como el acto más poderoso para desarmar el odio.
Se dirigió a quienes han causado dolor reiterando: “La violencia nunca será el camino”. Y a las víctimas les dijo: “No están solas, Dios camina con ustedes”.
A toda la sociedad le recordó que “el camino de la paz se construye con justicia, con oportunidades, con amor. La paz no es un ideal inalcanzable, sino un compromiso que empieza en cada uno de nosotros, en nuestras familias y comunidades”.
2025 de gracia y esperanza
Mons. Cabrejos concluyó su mensaje con el deseo de que el 2025 sea un año de gracia en el que la paz y la justicia se florezcan. Pidió la intercesión de Santa María, Reina de la Paz, para que ayude a construir una sociedad libre de miedo y llena de esperanza.
“Paz para Trujillo, paz para todos, paz en el nombre de Cristo”, finalizó.
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