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Obispos de frontera: “No tengan miedo de mirar a los demás a los ojos porque no son un descarte”

Fue el mensaje contundente dirigido a los migrantes, por parte de los obispos de las Conferencias Episcopales de Colombia, Costa Rica y Panamá, quienes este viernes al concluir su reunión entregaron una declaración conjunta.

Al encuentro multilateral convocado del 19 al 22 de marzo, por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, participaron también directores de pastoral social, miembros de la pastoral de movilidad humana, de la Red Clamor y del Observatorio Socio-pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y el Caribe.

Las delegaciones de estos tres países de América Latina, estuvieron reunidos para discernir sobre la situación migratoria en la región, especialmente, desde la realidad del Darién. A partir de esta lectura hecha, la Iglesia tendrá el gran desafío de diseñar estrategias pastorales conjuntas que permitan seguir acompañando a esta población en condición de vulnerabilidad.

Un «tapón» de inhumanidad

Así calificaron los obispos la creciente crisis humanitaria que se vive en esta región de frontera, donde según señalan el número de personas fallecidas no se puede calcular y las condiciones de vulnerabilidad y muerte a la que se enfrentan hombres, mujeres, jóvenes, niñas y niños, son cada vez mayores.

De igual forma, los cerca de 30 participantes tuvieron la oportunidad de ir al Vicariato Apostólico del Darién, donde visitaron el campamento de Lajas Blancas, allí dialogaron, oraron y dieron la bendición a algunos de los migrantes, quienes a su vez compartieron la crudeza de la realidad que viven y la desfachatez de algunos que se aprovechan de la situación de los migrantes para lucrarse.

 

Estamos ante un proceso de degradación de la vida. Los migrantes en su recorrido son víctimas de estructuras y grupos criminales, hasta de carácter transnacional, que hacen de la desesperación de nuestros hermanos su negocio y profanan la dignidad de hombres y mujeres a través de la trata de personas y muchas otras prácticas que ofenden, indignan y avergüenzan”. Según expusieron esta realidad es un desafío para las comunidades eclesiales en los lugares de partida, de paso y de acogida.

A este clamor de los hermanos migrantes, llamaron la atención para no ser indiferentes, a “no cerrar los ojos ni el corazón de frente al sufrimiento del hermano y de la hermana migrante” y agregaron que antes que el rechazo ellos necesitan “la cordialidad y la hospitalidad” por lo que agradecen a tantas personas e instituciones que a partir de diversas iniciativas prestan una atención integral.

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La migración con cara de mujer y de niño

Durante su recorrido los obispos evidenciaron como estas personas vulnerables son acaparadas por estructuras y grupos criminales, afectando esto en su mayoría a mujeres y niños que son rostros sufrientes e inocentes, estos grupos -agregan- “hacen de la desesperación de nuestros hermanos su negocio y profanan la dignidad de hombres y mujeres a través de la trata de personas y muchas otras prácticas que ofenden, indignan y avergüenzan”.

En el mensaje se recuerda que se acerca la fiesta de Pascua y observan que “quienes trabajen por los migrantes con el espíritu de Jesús Resucitado, lo harán siempre desde la fragilidad de los amenazados y nunca desde la seguridad de los poderosos” por esta razón piden reconocer y compartir con el migrante que vive en la inseguridad y a merced de las amenazas de tantas personas que solo hacen el mal.

 

Como Iglesia acompañaremos al pueblo migrante

Frente a esta realidad que interpela a la Iglesia, los obispos cierran su reunión con el compromiso de caminar con el pueblo migrante, buscando encontrar caminos nuevos. “Estamos llamados a ponernos en estado de conversión, a regresar al manantial evangélico de nuestra fe reconociendo a Cristo en las víctimas de la cultura del descarte”.

También resaltan que es importante brindar acogida a los más débiles, tener compasión frente a los que sufren, y trabajar por una sociedad que ofrezca reconciliación y perdón, garantizando el respeto de los derechos y la dignidad de toda persona. “La Iglesia podrá cruzar los límites de lo convencional conduciendo a todos sus hijos – sin dejar a nadie atrás – por caminos de esperanza”.

 

Un llamado de atención a los gobiernos – políticas públicas

Así también, hacen un llamado respetuoso pero enérgico a las autoridades competentes para que se busquen mecanismos que lleven al respeto de los derechos fundamentales de los migrantes y refugiados “tanto en el tránsito como en el momento que deciden asentarse en sus países”; al tiempo que les piden crear políticas públicas a nivel local como regional, que permitan la integración social, económica y cultural de llegada de los migrantes.

“En este sentido consideramos que la ayuda humanitaria que brinda la Iglesia a lo largo de la región, no elimina nuestra exigencia profética para alcanzar juntos, Iglesia, sociedad, organizaciones y autoridades, la justicia social, la cual garantiza el olviden nunca de su dignidad humana”, concluye el mensaje.

 

DECLARACIÓN DE OBISPOS DE FRONTERA

 

 

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