Guadalupe es una de las apariciones que más fuertemente han marcado la historia de la Iglesia. Lo ocurrido en el Tepeyac en 1531 ha ido conduciendo la vida de la Iglesia en México y en toda América Latina en los últimos casi cinco siglos. En preparación para el acontecimiento guadalupano, 9 años antes, el Papa Francisco ha presidido una misa en la Basílica de San Pedro.
Un Dios de compasión y misericordia
El Santo Padre ha comenzado su homilía reconociendo que “nuestro Dios conduce la historia de la humanidad en todo momento, nada queda fuera de su poder, que es ternura y amor providente”. Un Dios que, en palabras del sucesor de Pedro, “se hace presente a través de un gesto, de un acontecimiento o de una persona. No deja de asomarse a nuestro mundo, necesitado y herido, para asistirlo con su compasión y su misericordia. Su modo de intervenir, de manifestarse, siempre nos sorprende, y nos llena de gozo.
Al hilo de la carta a los Gálatas el Santo Padre ha destacado que “nos ayuda a contemplar, con agradecimiento, su plan para redimirnos y hacernos sus hijos adoptivos”. Un Dios que, en Jesús, nacido de María, “entra en la precariedad de nuestro tiempo, se hace para siempre, de forma irreversible ‘Dios-con-nosotros’ y camina a nuestro lado como hermano y compañero”. Desde ahí ha enfatizado que “vino para quedarse. Nada de los nuestro le es extraño porque es ‘uno de nosotros’, cercano, amigo, consubstancial con nosotros en todo, menos en el pecado.
El Papa Francisco definió el contexto de la aparición de Guadalupe como un momento complicado y difícil, ante el que “el Señor quiso transformar la conmoción que suscitó el encuentro entre dos mundos diversos en recuperación de sentido y de dignidad, en apertura al Evangelio. Y lo hizo enviando a María, su Madre, en la lógica que el Evangelio de hoy nos recuerda”.
Nuestra madre mestiza
María, a quien el Papa llamó “nuestra Madre mestiza”, fue enviada a las tierras de América “para consolar y atender las necesidades de los más pequeños, sin excluir a nadie, para arroparlos como madre solícita con su presencia, su amor y su consuelo”. Algo que ha traído para la realidad actual, haciendo ver que “en las muchas y dolorosas encrucijadas de nuestra historia actual no estamos solos. Dios continúa mandándonos a la Madre de su Hijo, que se encamina también hoy, del mismo modo que entonces, ‘sin demora’ ―presurosa― ‘en el tiempo establecido’ por la divina bondad”.
“Nuestra Señora de Guadalupe nos invita a dejar de lado todos los prejuicios y los temores que pueblan nuestro corazón”, afirmó el Papa Francisco, que denunció el momento difícil para la humanidad que se vive, definiéndolo como “un período amargo, repleto de fragores de guerra, crecientes injusticias, carestías, pobreza y sufrimiento”. Sin embrago, ante “este horizonte sombrío, desconcertante, con presagios de mayor destrucción y desolación, el amor y la condescendencia divinas nos dicen que también este es un tiempo propicio de salvación”.
Hacernos cargo sin demora los unos de los otros
En este tiempo, recibimos en María a Jesús “que nos llama a la fraternidad, a dejar de lado el egoísmo, la indiferencia y el antagonismo, invitándonos a hacernos cargo ‘sin demora’ los unos de los otros, e ir al encuentro de los hermanos y hermanas olvidados y descartados por nuestras sociedades consumistas y apáticas”. El Papa se refirió a “los hermanos y hermanas dejados de lado”, a quienes María, “la madre apurada, apresurada, la madre solícita”, acude sin demora.
Siguiendo lo acontecido en el Tepeyac con Juan Diego, la Guadalupana “quiere quedarse con nosotros. Nos suplica que le permitamos ser nuestra madre, que abramos nuestra vida a su Hijo Jesús y acojamos su mensaje para aprender a amar como Él”, en palabras del pontífice, que insistió en que “ella vino para acompañar al pueblo americano en este camino tan duro de pobreza, explotación, colonialismos socioeconómicos y culturales. Ella está en medio de las caravanas que buscando libertad y bienestar caminan hacia el Norte. Ella está en medio de ese pueblo americano amenazado en su identidad por un paganismo salvaje y explotador, herido por la predicación activa de un ateísmo práctico y pragmático”.
Novena Intercontinental Guadalupana
Eso en este 12 de diciembre, en que se inicia en el continente americano la Novena Intercontinental Guadalupana, camino que prepara a la celebración del V Centenario del Acontecimiento Guadalupano en 2031, el Papa exhortó a todos los miembros de la Iglesia que peregrina en América, pastores y fieles, “a participar en este camino celebrativo”, llamando a que lo hagan con verdadero espíritu guadalupano, mostrando su preocupación ante “las propuestas de tinte ideológico cultural, de diverso signo, que quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su madre, que quieren desmestizar, maquillar a la madre”.
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Por eso pidió: “no permitamos que el mensaje se destile en pautas mundanas e ideológicas”, haciendo ver que el mensaje es simple y tierno: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”, e insistiendo en que “a la Madre no se la ideologiza”.
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