ADN Celam

P. Carlos Olivero: “A la Iglesia le compete abrazar a las personas que sufren, cada persona vale la sangre de Dios”

Entre 26 y el 28 de febrero nacerá la Pastoral Latinoamericana de Personas en Situación de Calle. ¿Es nueva? No. Gente viviendo en las calles de nuestras ciudades hubo siempre. Pero lo que sí es nuevo es esta forma de organización en red, el trabajo en conjunto, conociendo quiénes están en las mismas cuestiones, resolviendo los mismos problemas, necesitando los mismos recursos, compartiendo las mismas esperanzas.

ADN Celam conversó con  el sacerdote argentino Carlos “Charly” Olivero quien es factótum de este nacimiento que promete ser red de encuentro, contención y comprensión ante esta realidad que golpea al mundo de hoy, y necesita imperiosamente manos samaritanas, instituciones samaritanas, éticas samaritanas, y soluciones en “sinodalidad con las prácticas”.

 

PREGUNTA.- Los pueblos americanos somos parecidos, ¿hasta qué punto? ¿Tenemos en común nuestros bienes y también nuestros males?

RESPUESTA.- Nuestros pueblos latinoamericanos tienen mucho en común. Comparten geografías y algo de su historia. Comparten una fe católica encarnada, hija del encuentro de Europa con los pueblos preexistentes y sus culturas. Se van amalgamando en un lento caminar por la historia, asumiéndose como un pueblo siempre abierto a la integración de las diferencias.

Y, tal vez, por esa hermandad del origen y por el lugar común que nuestros pueblos van ocupando en el concierto de las naciones, nuestros países están profundamente conectados. Sin ir más atrás en la historia, podemos ver que en cuestión de unos 15 o 20 años se desarrolló un ciclo de dictaduras que alcanzó a casi todos los países de la región; en otro tiempo similar, la recuperación de las democracias; en otro, un ciclo neoliberal; luego el de los gobiernos progresistas; luego la ruptura del sueño de la patria grande… Pareciera que nuestros pueblos se mueven en bloque, como orquestados por alguna fuerza.

Pero no solo la historia cultural, política y económica dan cuenta de esta conexión. También lo hace la configuración de algunos problemas comunes que sufren nuestros pueblos, como es la exclusión social, la realidad de las migraciones, el lugar que ocuparon las drogas en la vida de nuestros pueblos, la explotación sexual, la imposibilidad de nuestros países de ofrecer trabajo formal a una porción enorme de nuestros pueblos, la vida en calle…

 

Construyendo la Iglesia del abrazo

P.- Y la gran pregunta es ¿por qué y qué rol le implica a la Iglesia?

R.- La pregunta por las causas es sin dudas la pregunta política. Pero a las comunidades eclesiales, más allá del análisis que es necesario que hagan, les compete también y prioritariamente abrazar a las personas que sufren. Y eso es lo que hacen justamente muchísimas comunidades cristianas que, queriendo ser fieles al mandamiento del amor, se organizan para dar respuesta a los padecimientos que tienen cerca.

Efectivamente, la Iglesia pone el cuerpo y responde, y en esas acciones de amor la Iglesia es una luz profética que recuerda que toda mujer y todo hombre son dignos, y cada uno vale la sangre de Dios. Sin embargo, hoy podemos comprobar que, aunque los sufrimientos que acompañan nuestras comunidades tienen causas comunes y se expresan en realidades similares, nuestras respuestas están pasmosamente atomizadas. Cada grupo responde de manera aislada, como puede.

 

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P.- Y los gobiernos con su largo brazo que podría ser transformador-superador, ¿cómo se comportan ante estas lógicas?

R.- Esta situación de aislamiento a la larga puede traer consecuencias negativas, como una cierta pérdida de identidad cuando los interlocutores de la experiencia de organización social son los gobiernos y las ciencias sociales, que no siempre comparten nuestra fe, nuestra concepción del ser humano y las categorías con las que leemos la realidad. Asimismo, cuando una organización enfrenta en soledad problemas complejos, debe erogar muchísimo más esfuerzo que si lo hiciera como parte de una red, en la que la experiencia de las otras organizaciones sirve como un faro que ayuda a avanzar.

Padre, tú sueles dar el ejemplo de la pandemia.

“El” ejemplo es el de la pandemia. Si el virus del Covid19 se contagia cuando las personas se encuentran y a mayor contacto con otros mayores probabilidades tiene una persona de contagiarse, de la misma manera, cuanto más nuestras organizaciones se encuentran, mayores posibilidades tienen de contagiarse el entusiasmo, la mirada, las buenas prácticas, los modos prácticos de resolver, etc.

 

P.- Y aquí es cuando nace esta nueva Pastoral, ¿verdad? Pero antes nació, partiendo de estos mismos contextos, la Pastoral de Adicciones a nivel continental…

R.- Así es. Por todo esto es que en el mes de Febrero de 2023 creímos fundamental crear la Pastoral Latinoamericana de Prevención y Acompañamiento de las Adicciones (PLAPA), y del 26 al 28 de Febrero de este año, crearemos la Pastoral Latinoamericana de Personas en Situación de Calle.

La apuesta que estamos haciendo es por la sinodalidad de las prácticas, que todos los que de alguna manera intentamos responder a estos problemas podamos caminar juntos en la comprensión del problema y en la retroalimentación de nuestras prácticas.

 

Para ampliar informaciones sobre el Encuentro Regional de la Pastoral Latinoamericana de Personas en Situación de Calle —»La Iglesia en salida hacia las periferias existenciales»—: https://celam.haif.app/cursos/curso-cebitepal?Y0Dyu6vrXZZ1k4Z1/Hu4gw==

 

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