ADN Celam

Reflexión bíblica: Domingo, 24 de abril de 2022

Hno. Jesús García / Capuchino Ecuador

Jesús les volvió a decir: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, así los envío yo también” (Jn 20,21)

Jesús no se cansa de animarnos con su saludo pascual: “la paz esté con ustedes”, porque “también nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra. Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia” (Papa Francisco, 17/04/2022).


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El amor de Jesucristo entrega la vida para darnos la paz, “tener paz, estar en paz, vivir en paz” (Ibid) en las “familias” que buscan dignidad en medio de la fragilidad, en las “políticas públicas” que necesitan justicia en la maraña de la corrupción, en nuestras “comunidades cristianas” con buenos discursos y frustrantes relaciones piramidales… en nuestra “vida cotidiana” y extraordinaria con dolorosas experiencias de cruz, disimuladas con “paracetamoles” afectivos, supersticiosos, religiosos, politiqueros y astrales que nos ofrece el shopping de la apariencia.

La paz pascual que recibimos de Jesucristo transforma la vida, pero necesita insistente paciencia creyente para “reformar los itinerarios formativos de los seminarios (en todos los ministerios clericales y laicales) incluyendo temáticas como ecología integral, pueblos originarios, inculturación e interculturalidad y pensamiento social de la Iglesia” (AELAC 8), que favorezcan “su interacción con el Pueblo de Dios, para entrar en diálogo con sus necesidades y realidades” (Ibid). Porque la pascua “da testimonio de lucha por la justicia, por la paz y por el bien común, algunas veces llegando a entregar la propia vida” (DAp 256) y no justifica el status quo de los poderes que dominan conciencias o estructuras.

El Padre envía a su Hijo, él al Espíritu, éste a su Iglesia y -viviendo en sinodalidad- todos los cristianos somos enviados a ser “instrumentos de paz” (cfr. DAp 24), es decir, a la fraternidad universal y a la amistad social impregnada de ética, ascética, crítica, estética y mística.

Hay quien sigue matando a Cristo por la pacificación de los conflictos (aumentando los muertos), pero hay cristianos que siguen arriesgando la vida por el Evangelio para ser “constructores solidarios de la paz” (cfr. DAp 328) en la información, la formación, la comunicación y la transformación del Gólgota en Galilea, de la Cruz en la Luz, del “sálvate a ti mismo” a dar la vida por todos… para que todos tengan vida en abundancia.

La doctrina social de la Iglesia (cfr. AELAC 23), la utilización ética de las tecnologías (cfr. AELAC 26) y los diálogos que buscan la verdad (cfr. Mensaje del Papa, 01/01/2022) ayudan a seguir “avanzando en una comunicación profética, con una incidencia social transformadora” y “promoviendo una Iglesia en salida, profética y sinodal”, con la cultura de la paz (cfr. DAp 522)

La paz de Jesucristo, además de la ausencia de guerra y de violencia (personal y sistémica), es irrupción del Espíritu de Jesucristo amor, camino, verdad y vida.

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