Del 8 al 10 de marzo, en Santo Domingo (República Dominicana), el 1er Congreso de la Vida Consagrada en el mundo actual, organizado por la Conferencia Dominicana de Religiosos (CONDOR), ha suscitado un espacio de encuentro y reflexión en torno al imperativo de vislumbrar los desafíos, discernir el llamado del Espíritu y labrar senderos de esperanza en clave sinodal.
Durante este evento, Mons. Lizardo Estrada, Secretario General del Celam, ha transmitido el afecto del Consejo Episcopal Latinoamericano al reafirmar el compromiso de acompañar a la vida consagrada en su labor apostólica.
La identidad y el rol de la Vida Consagrada
En sus palabras durante la segunda jornada del Congreso, Mons. Lizardo resaltó la importancia del Magisterio del Papa Francisco en el contexto actual de la vida consagrada, enfatizando la importancia de discernir la dirección sugerida por el Espíritu, al considerar “la complejidad y la incertidumbre” que caracterizan la realidad actual a nivel local, continental y global.
Durante su intervención, el prelado recordó el IV Congreso Latinoamericano y Caribeño de la Vida Religiosa, organizado por la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR) en noviembre de 2023. En este congreso, se exploró el papel de la vida consagrada como «artesana del cuidado«, al subrayar la relevancia de los carismas para abordar los desafíos surgidos del camino sinodal de la Iglesia latinoamericana y caribeña.
Asimismo, Mons. Lizardo Estrada identificó “trazos fundamentales” en el Magisterio del Papa Francisco sobre la Vida Consagrada que delinean su respuesta a los desafíos contemporáneos en Latinoamérica y el Caribe, al tiempo que se refirió a la identidad de los consagrados como “miembros del Santo Pueblo Fiel de Dios” que están consagrados de distintas maneras al “servicio de Dios en la persona del prójimo».
Desafíos e interrogantes
La intervención del prelado incluyó una mirada contemporánea a la vida consagrada, con énfasis en los desafíos en un mundo caracterizado por “la velocidad, el ruido y las exigencias constantes”. En este contexto, mencionó que “el discernimiento se convierte en la brújula que nos permite navegar por las aguas turbulentas del mundo actual” y ofrecer un testimonio valioso de otra forma de vivir, basada en la sencillez, la fraternidad y la solidaridad.
“El Papa nos invita a acercarnos con ternura y amor a las situaciones de sufrimiento y debilidad de los consagrados y consagradas de nuestro tiempo”, expresó Mons. Lizardo antes de antes de plantear una serie de interrogantes pertinentes: “¿Dónde se encuentra hoy la vida consagrada? ¿A qué amenazas está expuesta la vida consagrada? ¿Cuáles son sus sufrimientos y sus debilidades hoy? ¿Cuáles son las posibles causas de su malestar, pero también cuáles los recursos para su futuro?»
Mons. Lizardo Estrada reconoció que la vida consagrada se encuentra en un momento crucial, visto por algunos como crisis y por otros como una “oportunidad de gracia”. Destacó la importancia de enfrentar este momento con valentía y esperanza, al tomar decisiones acertadas que marquen un nuevo camino.
Palabras-fuerza para la Vida Consagrada
En la última parte de su ponencia, Mons. Lizardo se refirió a las enseñanzas del Papa Francisco sobre la Vida Consagrada, invitando a reflexionar sobre cinco «palabras-fuerza» fundamentales. La primera recuerda la importancia de sentirse «llamados por Dios a anunciar el Evangelio», reconociendo este hecho como el punto de partida y referencia constante en la vida religiosa. La segunda impulsa a ser «servidores de la comunión y de la cultura del encuentro» y construir puentes en un mundo marcado por la exclusión.
La tercera palabra-fuerza invita a encontrar un equilibrio «entre la observancia y la profecía» para enriquecer a las comunidades. La cuarta recuerda que “somos objetos de la gratuidad de Dios», llamados a vivir en constante conciencia de la gratuidad de cada vocación.
Finalmente, la quinta palabra-fuerza insta a «vivir en alegría» a pesar de los desafíos y la aparente disminución en el número de vocaciones, porque Dios hace el llamado incluso en medio de la fragilidad y la complejidad de la realidad.
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