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Segundo día del IV Congreso continental de la Vida Religiosa: Superar los miedos para oxigenar a la comunidad

Momento orante de preámbulo, inspirado por el horizonte de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR). Así comenzó el segundo día del IV Congreso continental “Vida Religiosa, artesana del cuidado”.

Al ritmo del coro del himno oficial de las Mujeres del alba: “con ternura y coraje, buscamos a nuestro Señor, a Jesús que salva” se han propuesto a desentrañar dos de las “C” del arte del cuidado: comunidad y contemplación, un encargo que han hecho a Teresa Maya.

La hermana Teresa es mexicana, de la Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado desde 1994. Su experiencia ministerial es en el área de educación. Abordó el tema “Comunidad en su dimensión relacional, ¿qué tenemos que atender para posibilitar el arte de ser hermanas y hermanos?”.

Ha servido como maestra, profesora de historia y administradora. Tiene una pasión por la formación de agentes para la pastoral hispana en EUA. Formó parte del Equipo General de Liderazgo de la Congregación y fue elegida como Coordinadora Congregacional en 2014. Sirvió en la presidencia de la Leadership Conference of Women Religious de EE.UU de 2016 hasta 2019.

Vencer el miedo

Batiendo récords. Así ha descrito la realidad de los religiosos y religiosas: calentamiento global, problemas sociales, de violencia, migraciones, refugio, guerras. “Y si somos honestos nos llevamos haciendo la pregunta será el fin del mundo”.

La religiosa mexicana refiere que “nos asaltan las dudas” para ello trajo a colación la imagen del Coloso, obra del español Francisco de Goya, porque en esta pintura “es la humanidad que huye con miedo”. A propósito de ha citado la cita del Evangelio de Marcos (4,40), usada por el papa Francisco en su oración Urbi et orbi el 27 de marzo de 2020: “¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?”.

Por ello, “como vida consagrada es importante hacerse esta pregunta, cuál es tu historia con el miedo”, por ejemplo, cuando “llegan los migrantes a nuestras fronteras y como ofrecemos una arquitectura del cuidado frente a este estructura del miedo”.

También ha lamentado que “algunos hermanos y hermanas tengan miedo al futuro, allí será propicio poner en práctica el arte de la cultura del cuidado”, por eso, “el llamado a ser artesanos del cuidado implica perder el miedo. La palabra de Dios resuena en nuestros tiempos como mandato, no como recomendación”.

En Josué (1,9), “Dios nos dice: ‘yo te lo he ordenado, sé fuerte y valiente, no tengas miedo ni te desanimes”, por lo que los religiosos y religiosas debemos “dejarnos interpelar”.

Desafíos de la Vida religiosa

La hermana Teresa ha planteado los elementos que obstaculizan el caminar de la Vida Religiosa: falta de oxígeno, desmemoria, autorreferencialidad, clericalismo. Mencionó que “lo nos resta oxígeno es la idealización de la vida religiosa” y que esta “no se puede entender sin comunidad”.

“Vivimos lamentándonos de las estrecheces, rutinas, con las pseudo prácticas y el individualismo militante” y “dependiendo del ambiente donde nos desenvolvemos estamos entre el pasado o futuro, entre aquello que fue y no es y entre lo que no hemos podido alcanzar”, ha dicho.

La comunidad pierde oxígeno cuando “sus integrantes pierden el foco de la realidad, paradójicamente la pandemia nos demostró nuestras vulnerabilidades”.

La desmemoria fue otro de los aspectos abordados por la hermana Maya. Refirió que la teología del continente “nos animó a reconstruir una memoria histórica, recordar requiere de disciplina que incluya luces y sombras”.

Pero los religiosos y religiosas tienden a borrar lo difícil y se “quedan solo con lo bonito”. Es una memoria selectiva y en la historia de “nuestras comunidades hemos borrado muchos momentos, por tanto, debemos borrar las lagunas para tener un concepto completo de nuestra vida comunitaria”.

Sobre la autorreferencialidad ha mencionado que esta se traduce en un narcisismo religioso, que “se trata del control. Es el rechazo a vivir con las limitaciones ordenadas por Dios para la existencia como criaturas. Paradójicamente, el deseo de ser superhumanos nos deshumaniza, creando caos en nuestras relaciones.”

Para la hermana “el clericalismo se considera una forma de empobrecimiento espiritual, una privación de los verdaderos bienes del ministerio ordenado y una cultura que aísla al clero y perjudica al laicado”.

Esta cultura separa de “la experiencia viva de Dios y daña las relaciones fraternas, produciendo rigidez, apego al poder en sentido legalista y un ejercicio de la autoridad que es poder y no servicio”.

Redoblar esfuerzos

En medio de tantas fragilidades “¡Es hora de acelerar la colaboración! y apasionarnos por lo sinodal”, por consiguiente, “ahora estamos llamadas a redoblar los esfuerzos, a crear verdaderos laboratorios de sinodalidad y participar activamente de la formación en estos procesos con el resto de la iglesia y sociedad”.

Sor Maya aseguró que “uno de los regalos más importante que le estamos ofreciendo al proceso sinodal son las décadas de colaboración en nuestros apostolados con los laicos”.

Es así como ha culminado con un claro llamado a toda la Vida consagrada: “Volvamos a abrir las ventanas, llenemos de oxígeno a nuestras comunidades, de la ‘neuma’ del Espíritu”.

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