ADN Celam

Semana Santa: Gloria Cecilia Narváez, la monja colombiana secuestrada en África, ejemplo del perdón y esperanza

Hna. Gloria Cecilia Narváez

Este tiempo de Semana Santa nos recuerda el sufrimiento de Jesús en la cruz, pero también nos anima a vivir la reconciliación y el perdón, ese misterio que concluye con la Resurrección de Cristo. De esta realidad ha sido fiel testigo Gloria Cecilia Narváez, religiosa colombiana secuestrada en Maly (África) por cerca de 5 años, quien padeció un verdadero viacrucis, pero siempre con la esperanza puesta en Dios.

La hermana Gloria cuenta que fue secuestrada por un grupo extremista de yihadistas, el 7 de octubre de 2017, quienes «se querían llevar a una de las hermanas, a la más joven. Ofrecí mi vida para que no le hicieran daño, es así como comienza la pasión, el sufrimiento unido a Jesús, tal y como Él fue maltratado, abandonado, incomprendido y perseguido», asintió la religiosa.

En ese tiempo de cautiverio entre «la arena del desierto, las oraciones, las preguntas de estos interminables años de silencio y soledad» solían estar en su mente. Incertidumbre que vivió hasta ese 09 de octubre del 2021, fecha en que fue liberada.

Gloria Cecilia Narváez, miembro de la Congregación Franciscana de María Inmaculada, conversó en exclusiva con ADN Celam, para compartir su testimonio de fe, amor, perdón y fidelidad a Dios.

 

Un testimonio de entrega a la misión

PREGUNTA: ¿Quién es la hermana Gloria Cecilia Narváez Argoti?

RESPUESTA: Nací en el seno de una familia católica en la ciudad de Buesaco el 25 de septiembre de 1961 en un pequeño pueblito Buesaco, al sur del departamento de Nariño. Mis padres Rosa Elvira Narváez y Marino Narváez (fallecidos) y cuatro hermanos. Desde 1979 pertenezco a la Congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada. Desde mi niñez recibí una sólida formación en la fe, de mis padres heredé ese legado de la confianza siempre puesta en Dios, de eucaristía diaria si era posible. Cuando ingresé a la Congregación mi formación recibió una sólida base en la eucaristía, pues nuestra madre fundadora la Madre Caridad centró toda su vida misionera en la eucaristía.

Tengo ya 40 años de vida religiosa con unas experiencias maravillosas de misión, he estado en México, en Colombia en la Amazonía, en Ecuador y en todas partes he disfrutado de esa maravillosa experiencia de Dios, he conocido otras culturas y destaco la experiencia de la misión vivida en África.

 

Servicio de la escucha y la oración

P: Actualmente ¿Qué labor desarrolla y con qué mensaje llega a las comunidades que acompaña pastoralmente?

R: Actualmente me encuentro en la Costa Pacífica colombiana, en el departamento de Nariño, en una gran misión que tenemos allí en la Provincia Madre Caridad. Principalmente mi servicio misionero es la Pastoral de la Escucha y la oración de intercesión por cada una de las personas que me piden a lo largo de mi caminar por los diferentes barrios y también la oración de intercesión por los diferentes rostros que encuentro en el camino. Hemos tenido un taller de sanación interior, de heridas, de memorias con un grupo de 70 mujeres que han vivido experiencias de violencia y que, con la ayuda de Dios, hemos podido escucharlas, porque escuchar es evangelizar, es evangelio presentar todas nuestras súplicas al buen Dios, a Jesús eucaristía con cada uno de estos rostros de las mujeres sufrientes.

Así también, tenemos un comedor para niños, muchos de ellos son inmigrantes, de familias que han desertado de la guerrilla y vienen aquí a nuestra casa donde nosotros les preparamos alimentos. Visitamos cada día a los enfermos del hospital y de los barrios, animándolos en la fe, que tengamos siempre la certeza de que Jesús nunca nos abandona, siempre camina con nosotros por más dura que sea la prueba o las dificultades, que siempre estamos acompañados de Jesús y de María Santísima que nos van dando la mano en nuestro caminar.

La cruz no es el final

P: La persecución religiosa es un flagelo que no cesa, sin embargo, la Iglesia continúa firme en su misión hacer presencia en las poblaciones más vulnerables. ¿Tras su experiencia de servicio en Malí y la etapa de cautiverio que vivió, qué desafíos considera son importantes atender y por qué es fundamental no cesar en esta tarea de acompañamiento?

R: Respondiendo a esta pregunta en primer lugar partimos del Evangelio, en todos los Evangelios aparece Jesús, cuando les dice a sus discípulos “en el mundo tendréis persecuciones”, y agrega “les llevarán a los tribunales, los maltratarán y algunos pensaran que matando darán gloria a Dios”, la Iglesia a lo largo de sus XXI siglos ha estado bajo ese signo de la persecución, y tenemos que tener en cuenta que eso también forma parte del seguimiento de Jesús, él también nos dice: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga», también si cogemos el capítulo 3 del Evangelio de san Marcos dice “Jesús eligió a los que quiso para estar con él, y para enviarlos a la misión”, y la misión es seguir con Jesús, y cuál fue su misión, cargar con su cruz, hacer el bien y terminar en una cruz, pero sabemos que la cruz no es el final, porque después de la cruz sigue la Resurrección. Forma parte de la vida de un misionero, aceptar la persecución, aceptar la muerte y formar parte de ese seguimiento de Jesús.

Entonces en mi experiencia de Mali, es un país musulmán, un país donde afortunadamente cuando yo estaba, había muy buenas relaciones entre musulmanes y cristianos y se pudo hacer una linda labor. Pero en experiencia de cautiverio, si pude experimentar lo que realmente es la persecución y el fanatismo religioso, no se puede afirmar que toda la gente que está en el islam sea gente con sentimientos de barbarie, no es así, pero sí hay grupos extremistas. Forma parte de la vida de un misionero, aceptar la persecución, aceptar la muerte y formar parte de ese seguimiento de Jesús.

Esa es nuestra misión, el ser del misionero es cargar la cruz de Jesús día a día, comprendí lo que es cargar la cruz de Jesús con la esperanza de que termina y no todo queda en la crucifixión, sino que termina en la resurrección, por eso Jesús nos dice: “niéguense a sí mismos”, pero hay una esperanza de terminar en la Resurrección, ya este mundo está lleno de mucho mal, el mal ya está vencido, Jesús entregó su vida para poder salvarnos y redimir. De modo que siempre el bien triunfará sobre el mal y por tanto todo ese cautiverio, toda esa experiencia tan dura que viví terminó en una liberación y en todo ese tiempo sentí que el Señor me acompañó.

La violencia produce heridas profundas

P: Colombia trata de avanzar en temas de reconciliación y paz, teniendo poblaciones ávidas de esta posibilidad de nuevas realidades, pero también personas cuya marca del conflicto les hace dudar estas posibilidades. Usted vivió tiempos de mucho sufrimiento siendo víctima directa de la violencia y el secuestro ¿Cómo iniciar el camino hacia la sanación interna y por qué es fundamental hacerlo?

R: En esta situación de Colombia donde se ha llevado un proceso de paz que tiene sus luces, sus sombras, sus dificultades y donde se puede decir que básicamente todavía no llegamos a la paz, porque cada vez vemos más fortalecidos los grupos armados, sobre todo las disidencias de las FARC, el ELN, más otros grupos que son la mafia de los narcotraficantes, los de la minería ilegal, por todo esto es muy importante que se logre la paz interior, porque todas estas situaciones producen heridas profundas, y esas heridas llevan al rencor y a la venganza, es allí donde debemos ayudar a sanar esas heridas interiores, porque el proceso de paz empieza por uno mismo.

En el sermón de la montaña, capítulo 5,21 de san Mateo, dice “no mataras, pero yo les digo…” traduciendo esas palabras, guardar ese resentimiento, ese odio a la persona que me ha ofendido, quitarle la palabra, es un camino que lleva a la venganza y que uno sabe que quien odia es como si estuviera tomando veneno, entonces el odiado en realidad no se está dañando, el que odia está dañando su salud espiritual, emocional y física y hay que ayudarlo a sanar con la oración. Desde mi experiencia de cautiverio, mantuve esa aptitud de perdón y todos esos pensamientos de la Madre Caridad me sirvieron para sanar, por ejemplo “Callar para que Dios nos defienda”, entonces perdonar y callar son ejercicios que se necesitan mucho en nuestro país.

Es importante resaltar que en la Iglesia colombiana existen grupos de perdón y reconciliación, son espacios que están ayudando y trabajando con las personas afectadas por el conflicto y la violencia, precisamente con el fin de que lleguen a una reconciliación interior. Primero, hay que reconciliarse con uno mismo y básicamente se reconcilia uno con Dios, si uno tiene la culpa de estas cosas que suceden, son situaciones humanas, no debemos culpar a Dios, reconciliarse con uno, no culparse a sí mismo y esa reconciliación nos va llevando a la paz para poder reconciliarnos con los demás. A ejemplo de Jesucristo, el cual con su pasión y muerte no da una sentencia injusta en todo lo que le hicieron, sin embargo, cuando está en la cruz, el suplicio más terrible que había en esa época romana, él es capaz de decir “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Es así como le he pedido al Señor que nos de a todos esos sentimientos de amor y de perdón que tuvo él en su pasión, en su muerte y también durante su vida pública cuando fue sometido a tanta persecución, a tanta controversia, de manera especial con las autoridades religiosas de su tiempo, es llegando a esa paz interior, a ese perdón interior como uno tiene la capacidad de encontrarse con el ofensor y si no se puede encontrar personalmente, bendecirlos.

Debemos estar en la capacidad de perdonar

P: Desde el sufrimiento y el martirio ¿Es posible perdonar?

R: Claro que sí es posible perdonar y el ejemplo lo tenemos en Jesucristo a través de su vida pública, es cierto que él como profeta a todos estos jefes religiosos les hizo sus observaciones, hay capítulos que son fuertes, el capítulo 23 del Evangelio de san Mateo, donde Jesús habla a las autoridades religiosas, pero sin embargo en su corazón nunca hubo odio y su principal ejemplo es el de su sufrimiento y martirio; fue capaz de perdonar. Si echamos una mirada a la historia de la Iglesia tenemos el ejemplo de san Esteban protomártir que muere diciendo “Jesús no les tomes en cuenta este pecado, Señor recibe mi espíritu” que son palabras de Jesucristo en la cruz, es decir el principal ejemplo es él y a lo largo de la historia de la Iglesia los mártires que han entregado su vida en función de su servicio. Así entonces pensemos en los mártires romanos, como perdonaban y como iban felices a la muerte como testimonio de su amor a Jesucristo.

Así también, tantos misioneros y misioneras que han entregado su vida, sobre todo ahora en los tiempos modernos. En estos tiempos actuales existen misioneros y misioneras que han y siguen siendo perseguidos, secuestrados y algunos asesinados, aun así, siempre está presente ese perdón, esa reconciliación y quien nos da la fuerza y la valentía es Jesús, quien, con su sufrimiento, pasión, muerte y resurrección nos dio el principal ejemplo. Seguir a Jesucristo implica llevar la cruz y en este mundo el ser misionero, el ser testigo, implica persecución, dificultad y muchas veces la muerte, pero siempre con la esperanza de Resurrección.

La entrega a un Jesucristo resucitado es lo que anima a todos los misioneros para estar en esa capacidad de perdonar y de seguir con entusiasmo y mucha entereza en el anuncio del Evangelio, siendo testigos de un Jesucristo que es manso y humilde de corazón, ante todo es perdón y misericordia, este es el ejemplo para quien se decide a seguirlo.

 

Le puede interesar: Episcopado peruano este 25M: “El Día del Niño por Nacer es comprometerse a construir una cultura de la vida”

 

Dignificar el papel de la mujer

P: El papa Francisco ha asegurado que «sufre» cuando ve que en la Iglesia y en las organizaciones eclesiales el papel de las mujeres se reduce sólo «a la servidumbre». Durante su Pontificado ha nombrado a más de una decena de mujeres en altos cargos de las estructuras vaticanas, destacando su valor como personas y profesionales. ¿Qué opinión le merece este tema?

R: Desde la relación de Jesucristo con las mujeres, él siempre las aceptó y hay que ver que la mujer en la época de Jesús solamente era reconocida por ser hija y por ser Madre, pero no tenía ni voz ni voto, ni siquiera tenía acceso a la liturgia, que era siempre exclusiva para los hombres. Pero Jesús tiene un grupo de discípulas de ahí va rompiendo esquemas, Jesús acepta a la mujer y la valora. Entonces tenemos que ver mujeres importantes que están en la vida de Jesús, por ejemplo, Martha y María Magdalena que eran sus amigas; a Martha que se afana por servirlo y a María que está a sus pies escuchándolo.

Cómo valora la actitud de las dos mujeres, donde dice que María Magdalena lleva la mejor parte porque ella está escuchando como Jesús se acerca por ejemplo a la mujer hemorroisa que le toca el manto y que de acuerdo a la ley judía si una mujer tenía flujos de sangre era impura y no podía acercarse a tocar a nadie, y Jesús no la reprende, sino que le dice “tu fe te ha salvado, quedas libre de tu enfermedad”, es decir, la acepta y la acoge con cariño. Otro ejemplo en el capítulo 8 de san Juan, la mujer que es sorprendida en adulterio, que es humillada, que está bajo los ojos perversos de todos sus acusadores, Jesús está escribiendo en el suelo, esperando que la ira de todos estos acusadores se calme y viendo como él la libera, cuando la libera la levanta y le dice “hija nadie te ha condenado, yo tampoco, vete no peques más”, la libera, la levanta, la devuelve a su dignidad como es su trato con María Magdalena.

María Magdalena no era una prostituta, era esa mujer líder y por ejemplo esa amistad de Jesús con María Magdalena, hizo que la Iglesia católica la constituyera como apóstol de los apóstoles, dignificando así el papel de la mujer. En el Evangelio de san Juan, capítulo 20, Jesús se le aparece a ella cuando lo está buscando y la manda a que anuncie la Resurrección, por eso el Papa Francisco declaró que el 22 de julio fuera la fiesta de María Magdalena y la considera apóstol de los apóstoles. Entonces, Jesús dignificó a la mujer, las mujeres estuvieron con él hasta el final, cuando los apóstoles todos huyeron, ahí estaban las mujeres presentes en la cruz y sobre todo san Juan resalta la figura de María Magdalena como mujer, en los evangelios no se le nombra mucho, pero ella estuvo siempre con Jesús en su vida pública, lo acompañó en su pasión y en su muerte, María al pie de la cruz.

En este contexto, la mujer es importantísima y por eso el Papa en este momento quiere rescatar el valor de la mujer, tanto la mujer como el hombre tenemos la misma dignidad como personas y eso está en el Genesis, capítulo 1 versículo 26,27 cuando Yahvé Dios dice “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, a imagen de Dios los creo, y los creo hombre y mujer”.

Es por esto que, la mujer tiene que ir cada vez recobrando su dignidad y el espacio que tiene en la Iglesia, aplaudimos mucho la iniciativa del Papa al nombrar mujeres en los dicasterios, estamos llamadas a desarrollar todas nuestras capacidades intelectuales, emocionales, sociales, espirituales y tener el puesto que nos corresponde en la Iglesia. Es muy bonito por ejemplo si uno lee en la carta encíclica de “Evangelio gaudium” numeral 104 donde el Papa Francisco hace referencia a la importancia de que la mujer tenga su puesto en la Iglesia y no sea como ha pasado en muchos casos que la monjita es para limpiar la iglesia y, arreglar los ornamentos.

Las mujeres tenemos que prepararnos y desempeñar el puesto que nos corresponde en la evangelización, y también somos discípulas de Jesús, y como discípula tenemos que seguir caminando tras su huella y trabajando en toda la tarea evangelizadora del mundo, sobre todo con estas características femeninas de amor, ternura, de compasión, de los detalles y de la misericordia.

Presencia con el que sufre

P: Estamos viviendo este tiempo de la Semana Mayor. ¿Qué mensaje dar desde su experiencia del sufrimiento a tantas personas que cargan con una cruz de dolor y angustia?

R: En primer lugar el dolor y el sufrimiento son dos realidades propias del ser humano, independientemente de la edad, raza, sexo, condición social o cultural, todos los seres humanos experimentamos el dolor y el sufrimiento, el dolor de pérdida, de enfermedades, de persecuciones, de angustias inherentes a la vida del ser humano, entonces la posición frente al sufrimiento humano es un hilo a la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, esto es lo que le da sentido al ser humano que es el único que da esperanza.

Hay que acompañar a las personas que sufren, como es el caso de quienes padecen enfermedades terminales, un cáncer u otro tipo de enfermedad, donde pasan largas noches en blanco, donde el dolor es fuerte, allí hay que estar presentes, decirles a estas personas que unan este dolor a Jesús, la vida cobra sentido porque uno no se va a quedar en el sufrimiento, Jesús no se quedó clavado en la cruz, hay que darle connotación de Resurrección. Frente a la pérdida de seres queridos, la pérdida de trabajo, la escasez o el hambre, la única respuesta es unirlos al dolor de Jesús, que nos da valor para afrontar las situaciones y nos da esperanza para vivir con esa espiritualidad, pasando por la pasión, muerte y resurrección.

 

 

 

Recibe gratis por WhatsApp y Telegram las noticias de la Iglesia latinoamericana y caribeña https://bit.ly/3HcXLDU

Sigue toda la información sobre el Sínodo 2021-2024 aquí https://bit.ly/3RguCLO

Conozca las ofertas formativas de Programación 2024 del Centro de Formación Cebitepal
https://bit.ly/cebitepal_24

Descarga el libro “Pironio, profeta de esperanza” https://bit.ly/41s5Qi1

Post a comment