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Sínodo de la Sinodalidad derrota los prejuicios y las ideologías

En medio de los temores y tensiones ante los rumores infundados que allí se iba a “cambiar la doctrina” lo cual no ha pasado para nada, se realizó en la Ciudad del Vaticano, del 4 al 28 de octubre 2023, la Primera Sesión de la fase universal del Sínodo sobre la Sinodalidad.

La prensa, que no es nada ingenua, gozó con los que prejuiciosamente anticipaban un cisma, e hizo uso de los detractores del Sínodo que se detuvieron en temas de tono disciplinar, que ahora vemos que no fueron centrales o ni siquiera fueron abordados, como la ordenación de mujeres, el levantamiento del celibato sacerdotal y la bendición de parejas homosexuales. Sabían, sin embargo, lo callaron, que el Sínodo es un órgano de participación eclesial de carácter consultivo y no deliberativo.

Este ha sido un evento eclesial novedoso e innovativo en varios sentidos, siendo el de mayor resonancia la decisión del Papa Francisco de permitir que las mujeres laicas y las religiosas voten en las decisiones que se adopten sobre el documento oficial una acción sin precedentes en la historia sinodal, ya que, desde el año 50 d. C., en el siglo I con el Concilio de Jerusalén, los hombres han sido los únicos que han podido votar las resoluciones que adopta la Iglesia de Roma.

Otra de las innovaciones ha sido que la fase universal ahora será de dos sesiones, en vez de una, espaciadas a un año entre cada una, esto con la finalidad que el Pueblo de Dios tenga la oportunidad de discernir y reflexionar sobre el informe de síntesis derivado de la primera sesión.

Al concluir el evento se publicó el informe de síntesis titulado “Una Iglesia sinodal en misión” a partir del cual se han generado algunas inquietudes y en el que todos los miembros del Pueblo de Dios, estamos llamados a profundizar y dar nuestra opinión antes de la segunda sesión en octubre de 2024.

El informe (40 páginas) se propone presentar «convergencias, asuntos a considerar y propuestas que surgieron del diálogo». Está organizado en 20 temas agrupados en tres grandes bloques y luego cada uno de esos 20 capítulos está desarrollado en tres partes, con temas vitales que realmente interesan y afectan a todo el Pueblo de Dios.

Los tres grandes bloques son, el primero, que se refiere a la teología y a la espiritualidad de la sinodalidad. El segundo, es un bloque que se detiene a pensar en las personas, en los sujetos del sentido de la fe (sensus fidei), es decir, todos los miembros del pueblo de Dios. El tercer bloque trata el tema de los procesos y de las instituciones, y la necesidad de que sean cada vez más sinodales, esto es, que promuevan y faciliten la corresponsabilidad, el liderazgo compartido en la Iglesia.

Entre los pronunciamientos más reiterativos destaca claramente la petición de un mayor reconocimiento y valoración a los aportes de las mujeres y de un aumento de las responsabilidades pastorales que se les confían en todas las áreas de la vida y de la misión de la Iglesia. También, se resalta el aporte profético de la vida consagrada y las asociaciones laicales a la renovación de la Iglesia.

El documento insta a un mayor compromiso con las personas marginadas de la sociedad, los pobres y los migrantes. A su vez, dedica un espacio a los órganos de participación en la Iglesia, insistiendo en la corresponsabilidad del pueblo fiel de Dios y llamando a “evitar el riesgo de uniformidad y centralismo en el gobierno de la Iglesia”.

Se abre ahora una nueva etapa la que nos conducirá hacia la segunda sesión. No será sólo un «compás de espera», un «tiempo vacío». Es el momento en que las Iglesias locales, las Diócesis con todas sus comunidades parroquial y expresiones de vida eclesial, recojan la invitación de esta primera sesión y profundicen el camino emprendido juntos.

Se ha previsto que las Conferencias Episcopales actuando como vínculo entre las Iglesias locales y la Secretaría General del Sínodo, tendrán un papel importante en el desarrollo de la reflexión.

Recordemos que aún no es el momento de tomar decisiones, sino de escuchar propuestas que llegan de todo el mundo, de personas de muy diferentes culturas y orientaciones teológicas y pastorales. Será en octubre de 2024, cuando concluya la segunda sesión del Sínodo y se entreguen las propuestas al Papa. Él, con la autoridad que le viene del mismo Jesús, nos indicará el camino a seguir.

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