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Vida Religiosa desafiada a “afinar los oídos del corazón” para salir a la escucha de las periferias existenciales

“Hay que cuidar la escucha, es un tesoro, vale mucho”. Así arrancó Oscar Elizalde Prada, director del Centro para la Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), el primer bloque del tercer día del IV Congreso continental “Vida Religiosa, artesana del cuidado”.

Elizalde también es asesor del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede y forma parte del equipo global de comunicación del Sínodo 2021-2024, por eso, tomando las palabras del Papa Francisco ha planteado que “estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro”.

No basta estar en los areópagos digitales, porque “es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro”, pero un encuentro para “escuchar como primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación”.

Sobre todo no se trata de organizar eventos o en hacer una reflexión teórica de los problemas, sino “en tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros”.

Recorrido histórico

El comunicador colombiano hizo un recorrido de la comunicación vista desde las Conferencias generales del episcopado. “En Medellín (1968), por ejemplo, se insta al adecuado empleo de los medios de comunicación en las tareas de la promoción humana”, mientras que en Puebla (1979) “no solo se reconoce que la evangelización es anuncio del Reino, sino comunicación”.

En Santo Domingo (1992) “se da una relación muy íntima entre evangelización, promoción humana y cultura, fundada en la comunicación” y en Aparecida “la revolución tecnológica y los procesos de globalización conforman el mundo actual como una gran cultura mediática”.

Por supuesto, el magisterio del Papa Francisco sobre las comunicaciones “nos ha ayudado a profundizar en esta perspectiva humanizadora de la comunicación” al introducir la “cultura del encuentro” como categoría fundamental.

Comunicación simbólica

Elizalde ha destacado la vocación propia de la vida religiosa “como tejedora de encuentros” y, por ende, la Iglesia ha abrazado este perspectiva, donde “vamos comprendiendo el valor crucial de la escucha, del diálogo y del discernimiento para comunicar bien, y para comunicarnos mejor”.

Mencionó hitos eclesiales de este trabajo de comunicación en red: Sínodo Panamazónico (2019), la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe (2021) y la circularidad de las conversaciones espirituales en grupos reunidos en mesas redondas del Sínodo de la sinodalidad (2023).

“Son simbologías elocuentes de una nueva forma de comunicar que está emergiendo, y al llegar a este punto, no puedo dejar de destacar el papel fundamental de la vida religiosa y de la CLAR en estos inusitados caminos de comunicación y comunión que venimos transitando”, acotó.

Apostolado del oído

El laico colombiano ha insistido en el poder de la escucha para comunicar mejor, es el primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación como lo indicó el Santo Padre en su mensaje por la Jornada Mundial de la Comunicación 2020.

La escucha es la gramática de la comunicación sobre todo la que se da en el encuentro cara a cara, porque “nada puede sustituir completamente el hecho de ver en persona. Algunas cosas se pueden aprender sólo con la experiencia”.

Inclusive en esa escucha de las no-palabras, de los silencios y de las interacciones que acontecen en las redes sociales “también nos requiere ‘afinar el oído’ y redescubrir o, quizás, inaugurar en nuestras prácticas pastorales, lo que Francisco llama ‘el apostolado del oído”.

En este apostolado “debemos escuchar antes de hablar, como exhorta el apóstol Santiago: ‘Cada uno debe estar pronto a escuchar, pero ser lento para hablar’ (1,19). Dar gratuitamente un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad”.

“Escuchar con los oídos del corazón” y “hablar con el corazón” son dos premisas comunicativas esenciales para Francisco, puesto que “cuando no logramos escuchar como Iglesia y como vida religiosa con los oídos del corazón, nos corresponde reconocer con humildad nuestra condición de eternos aprendices”.

Tres principios éticos

Elizalde ha propuesto tres principios éticos para comunicar la esperanza: verdad, bondad y belleza, pero primero ha planteado: ¿Qué es la ética? Aún cuando se desprenden variados conceptos “ser ético es, entonces, buscar en todo la excelencia personal y profesional. Son antiéticas, en cambio, las actitudes de pasividad, autosatisfacción o resignación a la mediocridad, lo contrario a buscar la excelencia”.

Así que en el primer término: la verdad, refiere tener una mirada crítica, en especial, formar a las futuras generaciones para no sucumbir ante cortinas de humo. ¿Sirve de algo ser una persona crítica? El propio san Oscar Romero exhortaba que mientras “no tengamos garantías de unos medios al servicio libre y valiente de la verdad y del bien, toca a ustedes, a nosotros los lectores, los que oímos radio, los que vemos televisión: ser críticos”.

Sobre la bondad ha mencionado que la ternura al comunicar “nos humaniza”, de hecho, en el encuentro que los miembros y consultores del Dicasterio para la Comunicación tuvieron con el Santo Padre, el 12 de noviembre de 2022, este los invitó a comunicar con sus valores, por ende, “esto no significa que tengamos que rezar la novena a un santo cada día”, sino ser “personas que se la juegan por los valores humanos”.

Para el Sumo Pontífice – explica Elizalde – “la técnica por sí sola no te ayuda, la técnica te ayuda si detrás de ella hay un corazón, una mente, un hombre, una mujer que se da a sí mismo”.

Una comunicación que suscita esperanza “está atravesada por la simbólica y la estética de la belleza, fuente de inspiración para nuevos lenguajes y nuevas narrativas que nos permiten pasar de la conexión a la comunión, incluso a la contemplación”, por tanto, “es necesario asumir el riesgo de samaritanear la misericordia de Dios y llevar la esperanza a estos y a tantos otros ambientes”.

Para finalizar ha compartido un decálogo para el buen comunicador:

1. Es, ante todo, un buen ser humano.
2. Se siente orgulloso/a de su vocación.
3. Sabe compartir valores humanos, “huele a oveja”.
4. Es un/a apasionado/a por la verdad.
5. Es autocrítico/a.
6. Genera conocimiento y lo comparte.
7. Sabe transmitir con un objetivo.
8. Tiene el sentido del otro.
9. Es independiente (o trata de serlo).
10. Mantiene intacta su capacidad de asombro.

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