Siguen las sesiones desde el aula Pablo VI, en Roma. En un ambiente de fraternidad y escucha mutua los participantes de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en su primera fase, siguen los trabajos en círculos menores ( en mesas redondas) como en plenarias.
79 latinoamericanos –28 no obispos – participan activamente. Entre estos, monseñor José Luis Azuaje, arzobispo de Maracaibo (Venezuela) y vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).
El prelado siente que ha sido un compartir “de alegría y libertad”, marcado por la confianza en Dios y en el Espíritu Santo, que “mantiene viva siempre la alegría del servicio en la misión de la Iglesia”.
Son varios los temas abordados – cuenta – la fraternidad, la cultura del encuentro, la solidaridad, sobre todo para en la marcha “aprender a ser más sinodales”, por eso, “vamos a pedir al Espíritu Santo nos siga iluminando y podamos realmente cumplir esa misión de dar al mundo una gran esperanza en el Señor que nos ha ofrecido y que no es poco”.
Todos al mismo nivel
Sonia Gómes de Oliveira, presidenta del Consejo Nacional del Laicado Brasileño, califica esta experiencia sinodal de gratificante. En un confluir de culturas y lenguas, pero con un denominador común “el trabajo de Dios”.
“Aquí se está encontrando un único pueblo, sin jerarquías, todos en un mismo nivel, no hay superiores ni inferiores, con los sentimientos más diversos”, por ende, “está en nosotros mismos el querer buscar nuevos caminos para la Iglesia”.
Para Sonia ha sido un espacio de mucha riqueza donde cada uno comparte sus sentires alrededor de la mesa, porque “esa metodología es la que me ha impactado, nos escuchamos para llegar a una sola verdad a partir de las verdades de cada uno y que ponemos en común”.
En las conversaciones en las que ha participado “hemos puesto en el centro a los más pobres, que son el corazón de la Iglesia”. “Es un mensaje fuerte, que como creyentes debemos acoger para llegar a quienes no hemos podido”, destacó.
Clima de fraternidad
Monseñor Dirceu de Oliveira Medeiros, obispo de Camaçari, en el estado de Bahía, nordeste de Brasil, ha destacado la belleza del método de la conversación espiritual, que “ha ayudado a crear un clima espiritual de compartir y fraternidad de este sínodo”.
De hecho, algunos de sus hermanos obispos que han participado en sínodos anteriores “notan la diferencia”, por eso, se siente privilegiado de poder vivenciar este método que “debería conocerse en todas las Iglesias particulares”, porque “se propicia la verdadera escucha del Espíritu”.
Destacó el testimonio de uno de los participantes que “trabaja en el rescate de refugiados en el Mar Mediterráneo. Nos contó su historia desgarradora, que vale la pena difundir. Mostró realidades duras que nos desafían y llevan a reflexionar para que nos podamos unir a tantos que están necesitando en este momento nuestra acogida”.
Formación permanente y sistemática
Monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, obispo de Querétaro (México), está llamado al igual que sus compañeros de Sínodo “a la corresponsabilidad” para ir entre todos construyendo ese camino del “caminar juntos”.
En lo que va de Sínodo “han sido días de aportaciones en las mesas de trabajo, en los plenarios”, por lo que el reto de la sinodalidad “no es poca cosa” y lo asocia a “la misionaridad”, cuya base radica en la “formación permanente y sistemática en nuestras diócesis, parroquias”.
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